XX

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Gavi se iba.

Tenían un partido en Inglaterra y debido a algunas cosas que tenía que hacer no podía acompañarle.

Se ha pegado todo el fin de semana en mi casa aprovechando las horas conmigo.

Habíamos estado cocinando algunas recetas, que la verdad sea dicha, no estaban tan mal. Algunas no nos había dado tiempo a probarlas porque nuestro querido y amado Pedri se las zampaba antes de que terminásemos.

Pedri había estado pasando el tiempo en mi casa también y no me importaba, creo que me he pasado tanto tiempo sola viviendo aquí que toda compañía ahora es bienvenida.

Había tenido que salir esta mañana a comprar algunas cosas para mi arrasada nevera. Cuando entré en casa, me encontré a Gavi en la cocina peleándose con los fuegos de la vitrocerámica.

Me quedé ahí, apoyada en la puerta riéndome en silencio.

- Puto trasto de los cojones. ¿Vas a funcionar hoy o mañana?- dijo dándole a todos los botones habidos y por haber.

- ¿Por qué no pruebas a quitar el bloqueo de la vitro primero?

Se asustó cuando hablé y después se giró para mirarme.

- ¿Desbloquear?- ríe suave.

- Sí gordi, desbloquear.

Me acerqué a la vitrocerámica y apreté un botón para desbloquearla.

Después puse encendí el fuego y lo miré riéndome.

- No digas nada.- dijo apuntándome con el dedo.

Yo me fui a la habitación riéndome y cuando volví lo vi moviéndose de un lado a otro mientras cocinaba.

Yo me puse a su lado para verle cocinar.

Creo que una de las cosas que más me gustaban era admirarle.

Sus manos moviéndose rápido batiendo los huevos, su pelo cayéndole por la frente, sus lunares en la cara que le dan ese aspecto de niño que tanto me gusta, su sonrisa preciosa, esos ojos castaños tan bonitos, la forma tan peculiar de su nariz...

En resumen, verle hacer cualquier cosa, aunque fuera nada, era una auténtica maravilla.

Estaba tan enfrascada observándole que no supe que me estaba llamando.

- Nena, ya sé que soy guapo, ¿pero puedes escucharme?

- ¿A qué me voy a mi habitación y te dejo aquí hablando solo?

- No serás capaz.

Reí. Sabía que no podía ignorarle.

El timbre sonó y fui a abrir.

- Hola cuñadita.- dijo Aurora entrando por la puerta y sonriendo.

- ¿Cómo sabes mi dirección?

- Me la dijo mi hermano el otro día

Llegó a la cocina y empezaron a hablar de lo insistente que era su madre y bla bla bla.

La verdad es que no estaba escuchando nada porque estaba pendiente de lo que Gavi había metido en el horno.

Hacía bastante tiempo que no hablaba con mis padres, por lo que me hice unq nota mental de escribirles en cuanto pudiese.

Según me habían dicho iban a empezar a vivi en Madrid, así que tampoco iba a tenerlos tan lejos a pesar de todo.

Cuando el horno avisó de que estaba hecha la comida, lo abrí y olí para saber que estaba preparando.

La verdad es que la lasaña olía de maravilla.

Nos sentamos los tres a comer y Aurora empezó a hacerme preguntas de como me encontraba con lo de la fiebre.

Al rato se fue y Gavi y yo decidimos jugar a la oca.

- 4- dijo moviendo una ficha.- De oca a oca y tiro porque me toca.

En fin, ganó él, y más me valía que ganara. Porque siempre que perdía me acusaba de hacer trampas o de distraerle con mi belleza.

Hacia una noche bastante buena, así que nos salimos al jardín y nos tumbamos juntos en una de las hamacas.

- ¿Has oído la leyenda de Andrómeda?- dijo acariciando mi pelo mientras veíamos las estrellas.

Yo negué sin dejar de mirar el cielo.

-Andrómeda era la hija de los reyes Cefeo y Casiopea. Su madre ofendió al dios Poseidón y la única forma de aplacar su ira era entregando a la joven Andrómeda como sacrificio a un monstruo marino
Sin embargo, el héroe Perseo la vio encadenada y se enamoró de ella. Pidió a su padre, el rey Cefeo, la mano de la bella dama a cambio de matar al monstruo.

A veces me sorprendía la cantidad de cosas que sabía.

La gente pensaba que era un chico que había tenido suerte con el fútbol y que se había librado de estudiar. Pero la verdad es que de tonto no tenía un pelo.

Siempre me contaba cosas que, hasta yo que seguía estudiando, no sabía.

Era un chico curioso y me daba mucha ternura, porque a veces me lo imaginaba buscando cosas de estas en google para poder contármelas a mí.

Yo asentí mirando el cielo y sonreí.

- Es bonito.

- Y tanto. Cuando lo leí me sorprendió. A veces la gente más buena es la que acaba pagando las injusticias de los demás.

- Tienes razón.

- Siempre tengo razón.- dijo para empezar a reírse después.

Yo me reí. Me encantaba escucharle hablar de tonterías o de fútbol, o incluso escucharle quejarse de todo y nada.

Después de aquello me acarició la cabeza y me sonrió.

- Mi vida... Tengo que irme, el taxi está a punto de llegar.

- ¿No te quedas?- dije girándome para mirarle.

- No puedo, mañana los que vivimos en La Masía tenemos que ir a firmar el contrato de residencia. Con eso seguimos diciendo que queremos seguir viviendo allí.

Entonces tomé una decisión. Puede que fuera una locura, pero la verdad es que me había cansado de estar sola.

Llevaba media vida viviendo sola, comiendo sola, durmiendo sola, cocinando sola y la verdad es que no me importaba.

Pero ahora solo quería pasar tiempo en compañía. Saber que cuando entrara por la puerta habría alguien ahí recibiéndome y preguntándome que tal me había ido el día.

Y entonces lo solté.

- Vente a vivir conmigo.- le dije mirándole.

- ¿Qué?

- Lo que has oído, vente a vivir conmigo, estoy cansada de estar sola viviendo en este techo. Me encanta pasar tiempo contigo y que me cocines, que te encierres en mi baño si te enfadas en el parchís, que me cuentes anécdotas sobre las estrellas...

Entonces no dijo nada más. Pero el beso que me plantó en los labios y la sonrisa que me dio después afirmaron que estaba dispuesto a hacerlo.

Iba a venirse a vivir conmigo y yo no podía estar más feliz.

- - - - - - - - -

Lloro de amor... Yo quiero uno así ¿dónde los venden?

En fin.

Ahora os subo el siguiente capitulo.

Besitos <3

𝐑𝐄𝐌𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑 +18 | Pablo GaviWhere stories live. Discover now