XXXII

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Me levanté y la habitación me daba vueltas.

Me desarropé para levantarme, pero unas piernas enganchadas a mi cintura me lo impedían.

Me giré encontrándome con Gavi, sus ojos me miraban y me sonrió cuando le piqué la nariz.

- Buenos días tesoro.

- Hola cielo.

- ¿Estás con resaca?

Negué. Anoche no había bebido tanto, y solo me había subido un poco.

- ¿Quieres que salgamos a comer y al centro comercial?

Asentí.

- Vale, pues deja que me afeite un poco y que me quite el bigote.

Yo reí. Verle con vello facial hacía que olvidase que solo tenía 18 años.

No me gustaba el vello facial, pero verle así me resultaba adorable.

Tras un poco de insistencia me dejó que le afeitara yo.

Por eso, tras colocarse de cara al espejo, apoyó ambos brazos en el lavabo dejándome a mí en medio apoyada en este, encerrada.

Mojé la cuchilla y cogí la espuma de afeitar, me eché en la mano y se la esparcí por toda la cara.

Después empecé a pasar la cuchilla por su cara con muchísimo cuidado.

Él cerró los ojos, no sé si porque estaba cómodo o porque tenía miedo de que le arrancase la cara. Yo diría que era una mezcla de ambas.

Llegué a la parte superior de sus labios y lo miré sonriendo.

- Tienes que juntar los labios así.- dije y le hice una pequeña demostración.

Él me imitó y yo sonreí para después empezar a pasarle la cuchilla por el bigote, quitándole así el vello.

- Un solo desliz... Y todo acabaría.

- ¿Seguimos hablando del afeitado?- contestó mientras abría los ojos para mirarme.

- Tal vez.- sonreí.

Terminé de afeitarle, pero aún tenía la cara llena de espuma.

Se acercó más a mí y me llenó la mejilla de espuma, haciéndome reír.

Sonreí y empecé a limpiarme.

Agarró mis mejillas y unió sus labios con los míos en un beso dulce y lento.

Yo correspondí, agarrándome a su cintura desnuda.

Gavi me agarró por las piernas y me subió al lavabo, se metió entre medio de mis muslos y siguió besándome.

No sé cuanto tiempo estuvimos así, pero cuando se separó le hice un puchero. Estaban demasiado cómoda.

Me sonrió y después me guiñó el ojo.

Cuando llegamos al centro comercial solté un suspiro.

Estaba abarrotado y encima, salir con un famoso no era algo que fuera a hacerlo más fácil.

La gente le paraba para pedirles autógrafos y fotos, y él me miraba.

Yo asentía, dándole a entender que no me molestaba, que hiciera su trabajo.

En algunas ocasiones era yo la que le hacía la foto con los aficionados que, después me pedían una foto a mí.

Cuando pudimos estar más tranquilos acabamos entrando en Primor.

𝐑𝐄𝐌𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑 +18 | Pablo GaviWhere stories live. Discover now