LXV

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Varios meses más tarde

Había tenido que ir a Londres para firmar un contrato con Maybelline y Gavi tenía partidos así que estaba deseando volver y comérmelo a besos.

Desde el anuncio de Victoria's Secret no había parado de hacer anuncios para marcas de todo el mundo.

Había hablado con Gavi sobre ello y él me dijo que no le molestaba, y que quería que lo hiciese solo si veía que era algo que me gustaba.

Sira y Ferrán habían estado de Luna de miel en Mykonos y cuando volvieron Sira empezó a darme la tabarra con que tenía que ir.

Los chicos estaban en una buena temporada y estaban ganando el 99% de los partidos así que se veía buen rollo en los entrenamientos.

Mi madre había venido a vernos hace una semana y se había enamorado de Luna.

Pero claramente era mi hija, no iba a llevársela así como así.

Me apunté adoptar otro perrito para ella.

Me contó que había conocido a un hombre muy agradable y que quería presentármelo.

Me dolía escucharle decir aquello, pero supe que ella necesitaba pasar página y que tenerme de su parte era decirle que no estaba enfadada con ella.

Ambas sabíamos que no iba a olvidar a papá jamás, pero se merecía seguir siendo feliz, así que le prometí ir a verla a Valencia, ya que se había mudado hace unos meses.

Me tumbé en la cama del hotel y llamé a Gavi, que me cogió el teléfono al primer tono.

– Hola preciosa ¿qué tal Londres?

– Hace un frío interesante y no para de nevar.

Le escuché reír en la otra línea.

– Illo aquí hace una calor impresionante.

– Que suerte, porque aquí no pasamos de los 6°C.

– Tengo mañana partido ¿crees que vas a llegar para verme?

– Eso espero, mi vuelo sale a las 5 de la mañana.

– Te echo de menos en la cama. No tengo a quien molestar

– Suele pasar.– reí suavemente.

– ¿Sabes la que tiene montada Luna en casa?

Sonreí. Esa perra cada día era más lista.

– Sorpréndeme.– dije riendo.

– Ahora cada vez que intento tocar algo tuyo, me gruñe. Será posible. Cuando yo fui el que le trajo a casa. Enamoras hasta a los perros.

Yo reí. Se le escuchaba verdaderamente indignado por la otra línea.

Era como dejar solos en casa a dos niños de 4 años y no esperar que la líen.

– Cariño, voy a dejarte dormir y voy a dormir, así pasará el tiempo más rápido y te tendré aquí conmigo.

Sonreí.

– Descansa gruñón. Te amo.

– Descansa preciosa. Te amo.

Y colgó.

Miré el techo sonriendo y me quedé dormida.

Cuando me desperté asustada con la alarma la apagué rápidamente, me duché y me cambié para después salir en dirección al aeropuerto.

La verdad es que dentro del avión no había mucho interesante que hacer, así que me puse una serie de Netflix y me pegué las horas viéndola.

Cuando llegué a Barcelona el frío me golpeó en la cara y unas gotas cayeron por mi rostro.

Estaba lloviendo.

Salí corriendo al coche después de despedirme de los guardaespaldas y me abroché el cinturón para ir a casa.

Cuando llegué me encontré todo bastante ordenado teniendo en cuenta que a veces un inquilino pasaba por aquí y dejaban todo desperdigado por ahí.

Me cambié después de una buena ducha y me fui en dirección al estadio.

Entré por la puerta VIP y aparqué sin esfuerzo.

Llegué hasta las gradas y el partido justo daba el comienzo.

Los chicos lo estaban haciendo de maravilla y me sentía contenta de que lo estuvieran haciendo tan bien.

Entonces vi a Gavi tirarse al suelo y agarrarse una de sus piernas.

Y mi cara cambió.

Empezó a masajear la zona con rastros de dolor y se llevó las manos a la cabeza.

Entraron las asistencias médicas y supe que ya había visto bastante.

Bajé por las escaleras de tres en tres hasta la enfermería.

Cuando llegué abrí la puerta de golpe y le vi tumbado y quejándose del dolor.

Me planté a su lado y agarré su mano y entonces, abrió los ojos y me apretó la mano despacio.

– Gavi, tienes una sobrecarga del músculo en la zona del abductor, no es muy grave, pero voy a exigirte que estés unos días de reposo absoluto y masajes diarios, cuando hayan acabado los días de reposo debes entrenar con cuidado para que el músculo vuelva a acostumbrarse.

Gavi hacía muecas mientras el doctor le explicaba aquello y sabía que no estaba enterándose de nada, así que opté por atender yo y explicárselo más tarde.

Cuando salió de la enfermería iba agarrado a mis hombros y andaba despacio.

– Lo siento princesa.– dijo mirándome como un cachorrillo perdido.

– Eh eh eh, esto no ha sido culpa de nadie ¿vale? A veces necesitas que pase esto para saber que tienes que descansar antes de romperte del todo.

Él asintió no muy convencido.

Pero sabía como era y estaba aguantándose, aguantándose toda la rabia y la desesperación. Desde que le conozco siempre lo ha dado todo dentro del campo, se siente bien, en paz.

Y que le quiten lo favorito de su vida le mata.

Le ofrecí quedarnos a ver el partido, pero negó diciendo que estaba desganado.

Así que lo llevé con cuidado hasta mi coche, le ayudé a subir y conduje hasta casa.

Se tiró en el sofá y pegó la cara a este.

Yo subí a dejar su bolsa y a cambiarme.

Cuando bajé lo vi llorando a moco tendido y me acerqué deprisa hasta quedar delante suya.

– Ey... cielo no pasa nada ¿vale? Son cosas que pasan.

Me miró con los ojos llenos de lágrimas.

Me acerqué y se las limpié con mis pulgares.

– Cielo, sinceramente prefiero esto a que me digan que vas a tener que dejar el fútbol porque tus músculos no resisten el esfuerzo, y sé que te jode, pero más me jode a mí verte así. Por favor... deja de llorar ¿sí?

No me dijo nada, pero me abrazó muy fuerte, con miedo de que fuera a desaparecer y yo acaricié su espalda intentando reconfortarle.

Debió funcionar porque un rato después nos quedamos dormidos acurrucados en el sofá.

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No son una pareja, son un equipo ❤️💙

Amo a estos dos y me va a doler cuando tenga que despedirme de ellos 🥹

Os veo en el siguiente guapis 💗

𝐑𝐄𝐌𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑 +18 | Pablo GaviWhere stories live. Discover now