XL

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Tras aquella fatídica tarde Gavi empezó a estar de lo más raro.

Llevaba alrededor de 3 semanas sin tocarme ni besarme.

"Me está engañando"

Le conté a Sira todo lo sucedido mientras salía de la ducha y me enrollaba en una toalla.

– No creo que te esté engañando Leah, igual simplemente está concentrado en los partidos que se les vienen.

– No sé Sira, el otro día llegó a casa mientras yo me preparaba un batido, le pregunté si quería y me dijo "no" y después se fue a la habitación.

Mi amiga me miró mientras yo me ponía la ropa interior.

No me daba vergüenza cambiarme delante de ella porque era algo que ya habíamos hecho cientos de veces.

– Me da igual. Yo solo pienso que no te está engañando.

Suspiré y me senté en el retrete mirándola.

Sira abrió uno de los cajones del baño, sacó el secador, lo enchufó y empezó a secar mi pelo.

– Mira, vamos a hacer una cosa. Vamos a salir con los chicos, vamos a pasarlo bien y si no quiere mirarte ni hablarte allá él con su problema.

Habíamos quedado con los chicos para ir de fiesta después de una cena de equipo que ellos tenían.

Mi amiga había venido para arreglarse conmigo como casi siempre que salíamos.

Yo asentí mirando al frente.

– Vas a ponerte guapísima y vas a ignorar su presencia durante toda la noche ¿de acuerdo?– dijo Sira mientras pasaba el secador por mi pelo mojado.

– Eso es imposible Sira. Es que, le siento hasta sin mirarle. Sé cuando llega a un sitio porque mi cuerpo lo sabe.

– Lo sé. Pero por muy guapo y bueno que sea contigo, tienes que imponerte y hacerte la dura de vez en cuando.

Sabía que tenía razón, pero es que me sentía débil con una sola mirada suya.

Tras secarme el pelo y planchármelo fuimos a mi habitación y Sira me eligió un vestido.

Era negro, corto y tenía una cremallera a ambos lados de los muslos para poder subirlas o bajarlas.

– ¿No crees que se me va a ver todo?

– Negativo. Ponte ese vestido.

Obedecí a mi amiga y cuando terminé de ponérmelo me miré al espejo no muy convencida.

Mi amiga ya estaba arreglada y yo no había terminado ni de decidirme con el vestido.

– ¿Confías en mí?– dijo mi amiga agarrándome por los hombros.

Asentí.

– Entonces haz caso a lo que voy a decirte.


Cuando llegamos a aquella discoteca Sira dio su nombre y entramos sin ningún problema.

La música retumbaba por todo el lugar y mientras yo miraba alrededor para ver como era la discoteca por dentro, Sira agarró mi brazo y se dirigió a un reservado enorme.

Allí, Ansu se marcaba un bailecito mientras Frenkie y su novia reían en el sofá.

Llegamos y miré a todos.

Ansu llegó hasta nosotras y nos abrazó fuerte.

– Que guapas chicas.

– Tú siempre estás guapo Ansu, ya lo sabes.

𝐑𝐄𝐌𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora