XLV

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6 meses después

Me desperté gracias a uno de los cojines voladores de mi compañera de piso.

Llevaba 6 meses viviendo en Nueva York.

Cuando llegué, Noa parecía un poco fría y distante, pero todo eso cambió cuando la encontré fuera de la casa tronchándose de risa y apestando a alcohol.

Yo llegaba de la facultad y mientras la agarraba, abrí la puerta y la tumbé en el sofá.

– ¿Sabes Leah? Eres una tía de 10. En serio te lo digo. Pensé que me iba a tocar una tía rara que come pan con yogur o cosas así.

Yo la miré y le sonreí levemente.

La apoyé sobre el respaldo del sofá y preparé una sopa.

Mientras se comía la sopa estuvo contándome su vida y yo la escuché en todo momento.

– Mi madre me ha pagado esta super beca y esta mierda de cosa para que me saque la carrera y me pire de casa ya. Creo que nunca le he agradado.

– Oye Noa, no digas eso. Seguro que tu madre lo ha hecho con toda la intención del mundo.

– ¿Buena intención? Me alejó de todas las personas que quería Leah. ¿No has tenido nunca que renunciar a algo o a alguien?

La miré fijamente y dejé la cuchara en el plato.

No quería hablar de ello. No todavía.

Después del día que hablé con Gavi perdí el contacto con todos menos con Sira. Que me escribía de vez en cuando para preguntarme como me iba.

Había eliminado todo de mi cuenta de Instagram y he empezado a tomar pastillas para el insomnio.

Noa me miró fijamente y entonces se tapó la boca.

– Joder. Lo siento.

– Tranquila, no sabes nada, es normal.

Y así empecé a contarle todo sobre mi vida.

Cuando nos dimos cuenta ya habíamos amanecido y me agradeció la ayuda para después irse a dormir.

Después de ese día, éramos muy buenas amigas.

Gruñí y le pegué un golpe a la tele.

– Leah. Un golpe no va a arreglar una tele que tiene más años que tú y que yo juntas.

La fulminé con la mirada.

El Barça jugaba hoy, pero estaba claro que no iba a verlo. Desde que me fui no he vuelto a ver ni un solo partido.

Cuando fui consciente de que la televisión había muerto me vestí para salir.

Había empezado a hacer frío y si no te abrigabas puede que te murieras de hipotermia.

Cuando paré de andar me encontraba delante de la puerta y entonces la golpée.

La puerta se abrió dejándome ver a Will sin camiseta.

Entré sin pensarlo demasiado y me senté en su sofá.

– ¿Estás bien?

– Sí. Solo me aburría, se me ha muerto la tele.

– Vienes cuando te aburres. Eso está feo eh.

– No voy a venir para hacer una tarta Will. Ya lo sabes.

– Oye, siento lo del otro día. Iba muy bebido y fue lo primero que se me ocurrió.

Will y yo habíamos salido de fiesta tras muchas insistencias de su parte.

𝐑𝐄𝐌𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑 +18 | Pablo GaviWhere stories live. Discover now