LXXI

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⚠️ Contenido Explícito

Mi cuerpo subía y bajaba, intentando moverme más rápido y crear más fricción entre nosotros, algo que ya era físicamente imposible, pero de sueños se vive.

Gavi agarraba mi culo, guiándome mientras yo le montaba como una amazonas.

Había perdido la cuenta de cuantos llevábamos.

Pero mis piernas me hacían recordar que debía parar.

Y eso hice, pero gracias a que Gavi se puso encima de mí y entonces empezó a embestirme a un ritmo certero.

Llegué al orgasmo a la misma vez que él.

Me agarró y entonces me llevó hasta el jacuzzi.

– ¿Tercera ronda?– preguntó.

¿Tercera? ¿Ya íbamos por la tercera?

Entramos ya desnudos y entonces me sentó encima suya y empezó a besarme.

Aquella vez lo hacía con cariño, con suavidad.

Bajó sus besos por mi cuello y después por mi escote y mis pechos.

Yo cerré los ojos mientras gemía y le agarraba del pelo.

Volvió a buscar mis labios y yo me lancé a ellos.

Entonces me puso de espaldas a él y entró por detrás y sentí sus dedos acariciar mi espalda, haciéndome cosquillas y causándome escalofríos.

Le sentí escribir algo, pero no pude entenderlo.

– Vuelve a escribirlo.

Aunque no le veía sabía que estaba sonriendo.

Y entonces su dedo empezó a escribir sobre mi espalda.

Me concentré en el recorrido que hacía su dedo por mi espalda.

Hasta que terminó.

– Dímelo.– sonreí.

– ¿Te casarías conmigo?

Mojé mis labios y asentí rápido para que lo viese.

Besó mi espalda y entonces empezó a moverse detrás de mí haciendo que me agarrara a la superficie del jacuzzi.

Entonces apretó un botón que me hizo soltar un chillo y taparme la boca.

Gavi empezó a mirar a mi alrededor y cuando descubrió lo que pasaba, aceleró el ritmo.

Uno de los chorros apuntaba directamente en mi entrepierna y yo no podía parar de gritar y gemir.

Gavi amasó mi culo y se inclinó pegando su pecho contra mi espalda y se acercó a mi oído.

– Venga cariño... Apuesto a que puedes aguantar un poco más ¿no?

Yo asentí sin ser consciente de lo que me decía, su tono de voz ronco había acaparado todos mis sentidos.

Entonces siguió moviéndose esta vez a un ritmo más flojo, haciéndome sufrir.

Iba a matarle cuando terminásemos, lo tenía claro.

Lo sentía gemir con su voz grave y ronca y soltaba gruñidos.

Sabía que quería que yo me corriese antes, así que me apreté alrededor suya para hacerle sufrir a él también un poco.

– Dios.– murmuró.

Sonreí sintiéndome poderosa.

Aunque ese sentimiento no duró mucho porque salió de mí a la fuerza y volvió a entrar con fuerza.

𝐑𝐄𝐌𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora