XVI

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Habíamos decidido que después del partido que jugaban esta noche iríamos a hacer turismo por Qatar.

A todos les había parecido bien y yo estaba encantada.

Gavi había tenido que marcharse de la habitación un rato antes porque se iba en el autobús con los demás y yo empecé a prepararme un poco.

Hoy me puse un pantalón cargo de color negro que la verdad es que me hacía un buen trasero. Para que negar lo innegable. Combiné aquel pantalón con una camiseta azul de manga larga y encima me puse la de España de Gavi que era del mismo color.

Sira y yo llegamos un rato después al estadio y estuvimos haciendo fotos a los chicos mientras que calentaban.

– Leah ¿qué tal todo con Pablito?

– Pues muy bien. Ayer estuve hablando con sus padres y la verdad es que estoy encantada. Me trata y me cuida tan bien...– dije dejando que se me escapara la sonrisa tonta.

– Me siento tan feliz de que seas feliz mi vida.– me abrazó sonriendo.

Por eso quería tanto a Sira. No importaba lo que yo hiciera o dijera, ella siempre estaba ahí para apoyarme en todo, aconsejarme y siempre estaba dispuesta a darme todo lo que necesitaba.

El partido había empezado y la cosa estaba muy reñida por parte de ambos equipos.

Yo estaba descompuesta de los nervios y sentí que iba a darme algo.

La segunda parte no fue muy distinta a la primera y cuando pitaron el final del partido empecé a cabrearme internamente. Los chicos tendrían que jugar un rato más y ver si marcaban.

Cosa que no pasó y nos vimos obligados a ir a los penaltis.

Cerré los ojos cuando empezaron a tirarse esperando alguna reacción por parte de mi mejor amiga, pero lo único que recibí y escuché fue un llanto.

Entonces me destapé los ojos viendo como todo nuestro sueño se iba al traste.

Los chicos se tiraron en el césped a llorar como descosidos. Y a mí me estaba matando verles así, por lo que cogí a Sira abrazándola y saltamos al campo.

– Señorita no pueden entrar en el césped.– dijo un segurata viniendo hacia nosotras.

Pero lo ignoré. Solo me importaba llegar hasta mi chico y abrazarle muy fuerte.

Pero empecé a agobiarme ya que el señor no paraba de insistir, Sira lloraba a mi lado y en la otra parte del campo, el equipo de Marruecos celebraba seguir clasificados.

– Señorita no le repito más que-

– ¡Déjeme en paz de una maldita vez! ¡Ella es Sira, hija del entrenador del equipo y yo soy la jodida novia de uno de los jugadores! Si cree que voy a quedarme en las gradas viendo como mi chico y sus amigos y compañeros se derrumban es que está jodidamente loco.– fui acercándome al segurata mientras le gritaba.

– Leah, Leah.– Luis Enrique me agarró del brazo alejándome de allí.

Sira se abrazó a su padre y empezó a llorar cada vez más. Y yo corrí como una loca hasta donde estaba Pedri abrazándole muy fuerte.

– No pasa nada Pepi.– le acaricié la espalda mientras sentía su cuerpo sacudirse debido al llanto.– Por favor, no me llores. Piensa que no es la última vez que vais a jugar, tenéis muchos mundiales por delante.– le sonreí suave mientras le limpiaba alguna que otra lágrima y a la paz me las limpiaba a mí.

Él me miró sin decir nada y me dio una sonrisa muy leve. Que aunque no era mucho, sentí que me llenaba el corazón un poquito.

– ¿Has visto a Gavi?– dije acariciándole los hombros.

– Está en los banquillos.

Le di un beso en la cabeza y fue a los banquillos del equipo. Allí estaba. El amor de mi vida tenía la cara cubierta por una camiseta y su cuerpo se sacudía al estar llorando.

Me acerqué a la velocidad de la luz y me abracé a él.

– Gavi... Soy yo... quítate esto de la cara, por favor.

Me hizo caso. Pero cuando le vi me sentí tan mal que acabé dándole un beso muy suave y breve.

– No pasa nada mi amor.– me senté a su lado y lo abracé muy fuerte.

Y así estuvimos, abrazados el uno al otro y lamiéndonos las heridas hasta que tuvimos que dejar el estadio.

Cuando llegamos al hotel nadie quiso comer y cada uno se encerró en su habitación. Era la primera vez que escuché tanto silencio en el pasillo de aquel hotel. Siempre escuchaba a los chicos gritar mientras entraban de unas habitaciones a otras.

Pero creo que todos nos habíamos apagado aquel día.

Gavi estaba hecho polvo. Había llegado y se había duchado para después meterse en la cama y dormirse.

Me dio tanta pena verle así. Siempre estaba lleno de energía por todas partes, y ahora ver aquella luz que le caracterizaba tan apagada me estaba matando.

Quise darle su espacio, así que me puse a recoger algunas cosas que tenía tiradas por nuestra habitación y me tumbé a ver Twitter un rato, pero tuve que salirme por no ponerme a discutir con la gente.

Miré el reloj. Solo eran las 11 de la noche, y no tenía ni pizca de sueño.

Moví un poco a Gavi y este emitió un sonido haciéndome saber que estaba despierto.

– Nen, es temprano, ¿quieres buscar algo que hacer para evadirte de lo que ha pasado?

– No me apetece Leah. Lo siento.– se giró abrazándome.– Solo quédate conmigo esta noche, por favor.

– Esta y todas las que hagan falta.– dije acurrucándome a su cuerpo.

– Eres tan bonita. Me siento privilegiado de tenerte en mi vida. Compartir mis victorias contigo y que cuando llegue algo malo, estés aquí para mí. A veces pienso en que no sé que haría si no estuvieras. Te amo, Leah. Te amo sin límites.

Yo lo miré y me acerqué pegando mis labios a los suyos.

Le besé como nunca había querido besarle, con mucho amor, tanto que me asustaba.

Pablo Gavi se había metido muy dentro de mí y yo no sabía como tomármelo. Sé que iba a dolerme si decidía irse algún día, y no iba a encontrar a nadie que me hiciera sentir lo que él me hace sentir.

Era único, especial y muy bueno. Éramos muy jóvenes y teníamos una vida por delante, pero yo ya sabía que era el amor de mi vida en esta y en todas las demás vidas.

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Jamás superé el World Cup 2022. Me dio tanta paz que me sentí viva. Ojalá los chicos sigan teniendo esas oportunidades porque se lo merecen más que nadie.

Espero que os esté gustando la historia guapis. Un besito y nos vemos en la próxima <3

𝐑𝐄𝐌𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑 +18 | Pablo GaviWhere stories live. Discover now