LVII

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Gavi estaba que no paraba.

No se había separado ni un segundo de mí desde el día del intento de robo.

Los chicos habían venido unos días después a verme mientras Gavi dormía un poco.

Creo que no le veía dormir desde aquel día y me mataba.

Aquella noche me tocaba fregar los platos así que me levanté de la silla y cogí todos los platos para meterlos dentro del lavaplatos.

Vi a Gavi levantarse y seguirme para después coger asiento en la silla de la cocina.

Cuando terminé de meter los platos en el lavavajillas me giré y lo encontré dando cabezadas.

Xavi lo había dejado tener unos días de descanso hasta que la cosa se suavizara un poco.

Pero él estaba hecho un asco.

Me acerqué y le agarré la cara con cuidado.

Se asustó y abrió los ojos para mirarme después.

– ¿Estás bien? ¿Pasa algo?

– Te estás muriendo de sueño cielo.

– Que va.

– Gavi, ya has puesto las alarmas y hemos arreglado todo el estropicio de ese día, yo ya estoy bien... Ya puedes estar tranquilo.

No me dijo nada.

Lo agarré haciendo que se levantase y andara conmigo hasta la habitación donde Luna estaba tumbada a los pies de nuestra cama.

Tumbé a Gavi y le quité la camiseta y este se dejó hacer.

Me permití observar su espalda desnuda y todos los lunares que había en ella.

Puse uno de mis dedos en su espalda y seguí el recorrido de sus lunares embobada.

Subí mi dedo por su garganta y su mandíbula para volver a bajar a su espalda.

Adoraba su cuerpo y siempre que podía se lo hacía saber.

Me relajaba acariciarle la espalda y mucho más saber que él se sentía seguro cuando lo hacía.

Observé lo poco que podía ver de su cara. Tenía barba de pocos días y tenía el pelo más largo que de costumbre, lo que hacía que se le rizara hacia arriba.

No me iba a cansar nunca de observarle y admirarle. Porque la verdad es que era digno de ello.

Empecé a besar su espalda y los lunares que iba encontrando por mi recorrido.

Iba a hablar con él, pero entonces me di cuenta de que estaba dormido, tranquilo y en paz.

Y sonreí.

Ver a Gavi en el campo era una pasada, pero fuera del campo era algo totalmente distinto, siempre estaba relajado, en paz y nada le perturbaba, hacía muchas bromas y le encanta pasar tiempo libre jugando a la consola, con Luna, conmigo, yendo a pasear con los chicos...

Era tan libre y tan normal en esos momentos, que siempre le veía en paz.

Igual que ahora. Sus rasgos faciales estaban relajados, tenía ojeras y su ceño no estaba fruncido como llevaba estándolo desde hace días.

Me acurruqué a su lado y empecé a mirar el techo.

Era impresionante lo mucho que había cambiado mi vida de unos meses a otros.

Creo que nunca había estado tan segura de que quisiera alguien y mucho menos de que alguien me amara con esa intensidad con la que Gavi lo hacía.

Pensando en todo esto me quedé dormida abrazándole.

𝐑𝐄𝐌𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑 +18 | Pablo GaviDove le storie prendono vita. Scoprilo ora