LXI

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Los chicos acababan de salir de un partido y corrí con Sira hasta los vestuarios.

Acababa de ver como le daban un porrazo en la cara a mi chico y necesitaba ver que estaba bien.

Cuando salieron después de cambiarse le vi venir hasta mí.

Y a mí se me cayó el mundo un poco encima.

Tenía una herida debajo del ojo que estaba morada y tenía algo de sangre que estaba quitándose con algo de papel.

Le hice pucheros y me abrazó.

Olía a gel de bebés y escondí la cabeza en su pecho.

Me besó la cabeza y después habló mientras nos dirigíamos a mi coche.

– Estoy bien preciosa. Ha sido un golpe de nada. Gajes del oficio.

Abrí el coche y nos montamos mientras yo cogía el camino a casa.

En cuanto entramos por la puerta le dije a Gavi que se cambiara y se tumbase en la cama.

Cuando llegué del baño él estaba tumbado boca arriba y nada más verme entrar abrió la boca.

Traía media farmacia en las manos.

Lo solté todo en la cama, me subí apoyando una rodilla y me impulsé hasta quedar de rodillas a su lado.

Cogí el paquete de algodón y lo abrí sacando un poco, después lo mojé con agua oxigenada y lo miré.

– Quítate el papel cielo.

Obedeció y en cuanto apartó el papel yo puse el algodón en la herida.

Se quejó cerrando los ojos.

"Pobrecito mío"

Di toquecitos en la herida con el algodón aliviándome al ver que ya no le sangraba y entonces reí poniéndole una mini tirita de ovejitas en la herida.

Después agarré su cara y lo besé, a lo que él me correspondió la mar de contento.

Me aparté y lo miré.

– Estaba asustada cielo. No se ve al 100% bien en las gradas y en cuanto he visto el pie del otro jugador pegarte en la cara casi me da algo.

Él sonrió y me pasó un mechón de pelo por detrás de la oreja.

– Lo sé cielo. Pero todo bien. Son cosas normales.

Agradecí que hubiera sido eso y no algo peor.

Mi teléfono sonó y lo cogí poniéndolo en altavoz.

– Leah cariño, ¿cómo está mi bollito?

La madre de Gavi había estado llamándome durante el partido, pero no lo había escuchado con todo el ruido que había allí.

– Mamá.– dijo Gavi quejándose.

– Ay, tesorito mío ¿cómo estás hijo?

– Bien. Solo ha sido un golpe de nada. Tú y Leah os infartáis por cualquier cosa hombre.

– Hombre, por supuesto, podrían haberte roto la nariz o haberte dado en el ojo.

– Mamá de verdad que exageración.

– Tu madre tiene razón Gavi.

Gavi me miró pidiendo que le apoyase, pero me encantaba hacerle rabiar ayudando a su madre.

– ¿Ves hijo? Si es que tienes una chica de 10 en tu vida hijo. Que orgullo que sea mi nuera.

– Mamá... te recuerdo que antes de ser tuya es mía.

𝐑𝐄𝐌𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑 +18 | Pablo GaviWhere stories live. Discover now