Mi esvástica: [LIBRO #1- TERMINADO]

Temporada 2: [Capítulo 16]

Anteriormente en: Mi esvástica

Me levante de la silla y me agache para abrazarlo.

—¿R-Reich..?

Saque las llaves de sus cadenas y lo despoje de estas. Él me miro con lagrimas en los ojos.

—... gracias por decírmelo, Berlín.

* NOTA: NARRACIÓN SIMULTÁNEA
Los fragmentos narrados con negritas son acontecimientos del pasado. Se advierte que puede existir una narración intercalada del tiempo pasado y del actual. Se recomienda seguir el hilo de ambos para no poderse del contexto.

*RECORDATORIO: Las letras en negritas son palabras que Reich ya ha escuchado antes, como un recuerdo. Palabras en cursivas son las voces que escucha en su cabeza, producto del inicio de su lo locura y las palabras en letra "normal" son sus propios pensamientos. Pongan atención en esto, se volverá más importante conforme avancen los capítulos.

[...]

—¿Que hiciste, Francia..? —cuestionó el británico mientras leía una carta. Remitente del Imperio Ruso—¡¿QUE HICISTE?!

La francesa estaba frente a él, con el rostro pálido y sudoroso. Ella no tenía ni idea que todo acabaría así, le juraron que no matarían a nadie.

—A-Amor... me juro que no los mataría, solo iba a ser una disputa territorial, yo, yo... de haber sabido que harían tal cosa nunca hubiera...-

—¿Que? —repito el británico dejado la carta de lado y acercándose peligrosamente a su esposa. Ella retrocedió unos pasos.— ¿"Me juro que no los mataría"?, ¿tan insegura eres..?

—Mon amour... —susurro poniendo sus manos sobre el rostro furioso de su esposo, intentando calmarlo.— perdóname, yo no quería que esto pasara...

—"Perdóname" —repito él y sujeto salvajemente sus muñecas.— ¡¿"PERDONAME"?!, ¡¿TÚ CREES QUE CON UN SIMPLE PERDÓN VAS A REMEDIAR TODO LO QUE ACABAS DE HACER?!

Con fuerza, la empujó contra la pared mientras le gritaba aquellos reproches. La francesa se arrinconó contra esta y buscó protegerse con las manos, Reino Unido no era alguien salvaje o agresivo mientras no lo provocasen, era muy difícil hacerlo enojar.

—¿TE DAS CUENTA DE LO QUE HICISTE? —se acercó más a ella, aventando a la pared todo lo que se interpusiera a su camino. Estaba colérico.— ¿TE DAS CUENTA DEL PROBLEMA EN EL QUE NOS METISTE?

Francia chillo adolorida cuando llegó hasta ella y la sujetó del cabello con fuerza. Estampó su mejilla contra la pared mientras la gran mano del hombre furioso se acercaba peligrosamente a su cuello.

—¿Ya olvidaste aquel día en el que nos hicimos sus aliados..? —susurró cerca de su oído.— ¿recuerdas cuando nos hicimos sus amigos?, ¿todas las veces que nos abrieron la puerta de su hogar..?, cuando ellos confiaron en nosotros y nos contaron su secreto, cuando nos mostraron a sus hijos, cuando cargaste en tus brazos a su bebé, ¿lo recuerdas, Francia..?

Las lagrimas rodaban por las mejillas de la mujer al escuchar esas palabras provenientes de una voz que siempre le hablaba con amor y ternura, no lo reconocía cuando se enojaba. Ella negaba con la cabeza con un profundo arrepentimiento, el británico la azoto del nuevo contra aquella superficie.

—¡AHORA ESTÁN MUERTOS!

Con su mano suelta, arrancó de su blusa un broche de bordes dorados con una hermosa piedra de jade turquesa. Los ojos azules de Francia miraron aquel objeto y se desmoronó por completo.