23 - Ardemos en la playa IV

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¡Hola, amores!

Me alegra poder traerles una dosis para formar parte del entretenimiento de su fin de semana. Quería ir a la playa donde transcurren estos capítulos para recrearlos mejor en mi imaginación, pero casualmente hay tormenta para todo el finde... Por lo visto, seguiré yendo a la playa solo en mi imaginación, ¡ja, ja!

Gracias por el apoyo. Pórtense bien y disfruten. ¡Un abrazote!

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Ardemos en la playa IV

ANA

—¡Movamos el dominó! —entonó Flor después de un rato de reposo sobre las toallas y, curiosamente, empezaron los movimientos raros.

La capitana le recordó a Laura que tenían una sesión de fotos pendiente y ambas se fueron juntas. En ese instante, no lo sospeché, pero luego me percaté de que Flor pretendía alejar a la pequeña psicópata de Aiko. Para ese entonces, Víctor y Lena se habían ido a nadar hacía unos minutos, y Carla, Adriana y Juana cogieron la pelota y se marcharon a la orilla con la excusa de que practicarían unos pases. Las únicas que permanecen en las toallas, además de Aiko y yo, son Mary y Dayana, las más despiadadas, y no es una casualidad.

—Voy a ver si las chicas necesitan una más para ensayar sus jugadas. —No quiero ser partícipe del interrogatorio al que someterán a Aiko.

—Ana, ¿puedes quedarte? —me pide Aiko antes de que me levante, empleando su tonito angelical.

¿Para qué me necesita?

—Sí, Ana, quédate y hablemos un poco. Aquellas tienen que practicar por su cuenta, ya que es una jugada coordinada entre ellas y no creo que estés en la plantilla del próximo partido —argumenta Dayana, mintiendo claramente.

—Ya... —Estiro las piernas y miro el mar, pero mantengo las orejas levantadas como un zorro.

—¡Mirad cómo corre Flor con Laura a cuestas! —exclama Mary, que señala con el morro hacia ese par en la distancia.

—¿Qué te parece, Aiko? ¿Os veis haciendo un trío? —Dayana prende los motores del incordio.

Me pregunto si esto es una prueba para mí también.

—Drogadas, tal vez. En mi sano juicio, no. A Laura y a mí nos gusta la exclusividad, además de que somos muy fieles y no necesitamos a terceras partes para complacernos. Las dos nos bastamos —asegura Aiko con plena convicción, resaltando, de paso, que ella y Laura se comen hasta las entrañas.

—¿Tampoco te pones celosa al verlas juntas? —Dayana no se anda con rodeos.

—Son amigas. ¿Por qué debería sentir celos? —Veamos si aguantas el combate, Aiko. Ojalá que alcancen tu límite y tú misma te desenmascares.

—Todas estamos de acuerdo en que ellas se tienen ganas, ¿no? Sus respuestas en el juego no fueron al azar —expone Dayana—. ¿Quién sabe si las hormonas las traicionan en algún momento y los gestos amistosos derivan en algo más? Cuando hay atracción física, cualquier chispa puede prender la llama. ¿Me entiendes?

—Confío en Laura, como dije, y tengo la impresión de que Flor es juguetona, pero respetuosa. —Aiko luce muy segura.

—¿Tanto confías en Laura después de haber visto cómo dejó a alguien que amaba de la noche a la mañana? —Mary ataca directo a la yugular, incluso me fastidia al tocar esa página que quemé hace una semana—. Perdón, ¡eh! A lo mejor me estoy metiendo donde no me llaman, pero soy así de curiosa.

La hermana de mi exnovio [En proceso]Where stories live. Discover now