Capítulo 18

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MARATÓN 2/3.

Sus ojos miraron adentro de mí, quedé estática; por un momento, creí sentir sus labios sobre los míos, pero era un simple deseo, sí, deseo besarlo. Mi consciencia me miró con desaprobación, debo borrar esos sentimientos. ¡Ugh, en vez de decírmelo, debería hacerlo!

Pero no es fácil...

Abrió la boca para decir algo, pero en seguida la cerró. Con una sonrisa de orgullo –que parecía bastante forzada– pasó por mi lado y siguió derecho. ¿Qué hacía afuera de clases?

Miré por donde pasaba dando zancadas de superioridad, al lado estaba mi casillero, y a unos pasos el cesto de basura donde tiré la nota.

Esperen...

La primera nota llegó días después de mi pelea con Logan: Te arrepentirás.

La segunda me acaba de aparecer: No debiste haber hecho eso.

Y él es el único que está fuera de clases por lo que veo. Todo tiene sentido, estaba enojado porque lo engañé y le oculté quién era. Miré su musculosa espalda, y su perfecto trasero alejarse de mí en otra dirección. ¡Ese cretino!

– ¡Oye! ¡Fuiste tú! – Exclamé. – ¿Qué mierda se te pasa por la cabeza?

Se detuvo en seco y se giró lentamente para mirarme como si fuera un muerto viviente o algo tal vez más raro.

– ¿Perdón...? – Sus ojos estaban abiertos como platos.

– ¿Me ves la cara de estúpida? Fuiste tú el que puso esas notas en mi casillero. – Niego con la cabeza y me cruzo de brazos, apoyando mi peso sobre una pierna. – Oh Logan, pensé que eras más maduro.

– ¿Se puede saber de qué estás hablando? – Giró todo su cuerpo y se acercó a mí. Me ponía nerviosa su sola presencia, pero debía estar firme.

– No te hagas el inocente. – Subí mi mentón, enfrentándolo. – Ya te descubrí.

Caminé hasta el cesto de basura y me agaché a buscar la nota. Al pararme y darme vuelta, lo pillé mirándome el trasero.

– ¡Los ojos en otra dirección!

Su vista voló a todos lados menos a mí. Con el papel en manos, caminé hasta él y se lo tiré, Logan lo agarró con facilidad y lo abrió.
Luego de mirarlo por un par de segundos habló:

– Yo jamás te escribí esto, no caería tan bajo. – Arrugó el papel y lo tiró a cualquier otro lugar con notable enojo–. Deja de juzgar a las personas sin conocer sus intenciones.

– ¿Y cuáles son las tuyas? – Me acerqué todavía más, amenazante. Nuestros ojos cayeron en los labios del otro, grave error. Se me entrecortó la respiración. ¿Qué estoy haciendo?

Agachó la cabeza, acercándola a mí. Sentí su cálida respiración.

– Olvidarte. – Finalizó. Sentí un vacío cuando dio varios pasos hacia atrás, y cómo en mi corazón volvía a abrirse una grieta. Duele. Me quiere olvidar. Esas tres palabras me hacen mal. Pero yo también pretendo olvidarlo, ¡y lo haré!

Me incorporé. – Pienso hacer lo mismo, ya no voy a volver a ser la misma chica crédula que cae en los encantos de un mujeriego como tú. – Escupí con odio a lo que él frunció el ceño.

– Yo no fui el que te usó.

– ¡Yo tampoco te usé!

Rodó los ojos. – Deja de negar lo innegable. Y no soy mujeriego.

– Sí lo eres. Al ver que no pudiste conmigo, fuiste detrás de Jessica como un perro faldero queriéndose sacar las ganas.

Creo que mandé mi orgullo a la esquina. Abrió los ojos como platos, yo seguí con una mirada entre neutra y enojada, creo que si me pudiera ver a mi misma, ni yo sabría qué pasa por mi cabeza. 

– ¿Es en serio? A Jessica no la veo así. Además, ¿qué hay de ti? Engañas a Christian conmigo, pero al verme tan encantando ante ti, te vas con Finn. – Apretó la mandíbula.

Al ir nombrando a ambos sujetos, su rostro se fue endureciendo.

– ¿Cómo dices? – Subí una ceja y puse una mano en mi cadera, con la otra sostuve mis apuntes. – Finn es mi amigo, que quieras aparentar celos o simplemente amor hacia mí, no va a hacerme caer en tus juegos.  –Gruñí.

– ¿Ves? No se puede hablar contigo.

– Ni contigo.

Nos lanzamos unas cuántas miradas de odio, pero al mismo tiempo, de deseo. Tengo que parar esta guerra. Me doy vuelta, suspiro y camino lejos. Tuve la esperanza que me llamara, o me detuviera, pero no.

Me hizo una escena de celos con Finn, por favor, él y yo ni siquiera somos algo. Ahora que lo pienso, con Finn a penas somos amigos, y yo lo usé para darle celos a Logan. Oh Dios, qué basura soy.

Caminé hasta el baño y dejé escapar las lágrimas que había retenido, ¿por qué? No lo sé, pero es bueno dejarlas salir. Al instante en que siento pasos acercarse, me lavo la cara y me la seco.

Me alegra no haber sido cobarde y callarme la boca, antes que defenderme de Logan. Si hubiese sido con Christian, tal vez lo hubiese hecho.

Respiro hondo y siento la puerta abrirse.

– Oh, ¿estás bien, linda? – Habló una voz chillona que tanto detesto. Me di vuelta y contemplé a Jessica, sonriendo.

– Sí, ya me voy. Adiós, Jess. – Agarro mis hojas e intento pasar por su lado, pero pone una mano al frente.

– Espera, quiero hablar contigo.

Me alejo unos pasos y la miro agotada. – ¿Qué?... –Bufé, harta. Lo gracioso era que ni habían pasado cinco segundos y ya tenía ganas de largarme. 

– Aléjate de Logan. – Dijo, achinando los ojos. – Él está conmigo. Y por lo que veo, tu estás con alguien más. Sólo no estorbes, ¿sí? Quédate de tu lado con Finn, Christian o cualquier otro chico que babee por ti y no cruces la línea.

– Jessica. – Mascullo, más que fastidiada. – Ni tú ni nadie puede decirme qué hacer y qué no, así que te pido que no me molestes, no tengo tiempo para ti, ni tus estupideces. – Subí el mentón por segunda vez en el día, para desafiar a alguien más. Pasé por su lado y salí del baño, escuchando un grito ahogado de su parte. Esto es mucho para mí, pero al mismo tiempo, se siente bien. Por fin me siento fuerte, confío más en mí misma. «Algo que debí hacer hace mucho tiempo.»

Caminé hacia el aula, dónde dejé a Melissa sola, crucé un estante lleno de trofeos, seguí avanzando hasta encontrarme un enorme y cuadrado reloj, clavado en la pared, faltaban cinco minutos para que tocara el timbre y no tenía ganas de nada, mucho menos de hacer una prueba. Agarré mi celular y mandé unos mensajes.

Para Melissa:

Me retiré porque me descompuse, dile al profesor de Historia que haré la prueba otro día. Besos. [12:01 a.m.]

Para Max:

Me llevé tu auto porque me sentía mal, dile a alguien que te lleve de regreso, sé que encontrarás un transporte. [12:02 a.m.]

Prometo que esta va a ser la última vez que lo haga. Me repetí eso una y otra vez, mientras cumplía un capricho mío.

Me encaminé al casillero de Max, puse la contraseña, sí, la sabía. Saqué sus llaves de su fabuloso auto y me fui de la escuela por la salida trasera. Subí al coche y me fui. Sé manejar, tengo 17 años.

¿Quién era ella?Where stories live. Discover now