Capítulo 73

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Lloré desconsoladamente. Mientras mi cálido aliento chocaba contra el vidrio de manera agresiva, haciendo que éste se empañe, yo decidía si salir del auto y terminar esto, o volver, como una cobarde.

Tapé mi rostro con ambas manos y me tomé otros cinco minutos. El pecho me ardía, mi corazón palpitaba velozmente, y yo sólo me preocupada por encontrar las palabras correctas.

— Te amo, Logan. Te amo. —Susurré con voz temblorosa.

No seas tonta, me reproché al momento en que salía del auto, acaba con esto y el dolor será más leve.

Pero ya algo me jugaba en contra: esperé a último momento.

Pensé en mi madre y cómo derrochaba su tiempo bebiendo para matar penas. Yo no soy como ella en ese sentido; ni como mi padre, por suerte. No se puede llenar con alcohol un hueco que rebalsa de tristeza.

Cerré la puerta con mucha fuerza, corriendo el riesgo de que alguien me escuchara. Caminé a paso decidido hacia la puerta y la toqué tres veces, de manera eufórica. No estaba tranquila, mucho menos segura sobre lo que hacía.

La madre de Logan entró en mi campo visual y me dedicó una sonrisa enorme. Yo hice lo mismo, y me aseguré de que sea creíble. Apreté mi bolsillo trasero del pantalón, sintiendo crujir el papel.

— ¡Vicky! Tanto tiempo. Ya se hacía notar tu ausencia.

La abracé de una manera cálida y serena—. Gracias por recibirme siempre.

— Este también es tu hogar ahora. ¿Por qué has estado desaparecida últimamente?

— Oh, ya sabe. Las materias, el estrés de terminar un ciclo de mi vida y todo lo que pasó. —Respiré hondo. No podía decirle que estuve evitando a su hijo estos días.

— Me imagino, cariño. —Me observó con dulzura—. Logan está arriba vaciando su mochila.

Mi mirada se entristeció al escuchar su nombre y un escalofrío cruzó mi columna. Parece que ella lo notó, porque me ofreció algo cálido de beber.

— No, no se moleste. Estoy bien; acabo de comer. —Aseguré—. Está muy hermosa, ¿va a salir a algún lado?

Sonrió—. Así es, saldré a comer con mi esposo, creo que volveremos muy tarde. —Asintió con la cabeza.

Me sentí apenada al pensar que ella estaba consciente de que Logan y yo nos quedaríamos solos en la casa durante toda la noche.

— Yo ya me voy... —Señalé la puerta—. Tan sólo quería dejarle algo a Logan...

— No te preocupes, tesoro. —Me guiñó el ojo—. La casa es toda suya.

Y con eso, se retiró. Supongo que su nueva pareja la estaría esperando afuera, pues no lo vi.

Me mordí el labio y dejé mi suéter en una silla. Giré sobre mis talones y desfilé hacia el cuarto de Logan, en el segundo piso. A medida que avanzaba, sentía mis músculos tensarse y como si mis huesos se agrietaran. También parecía difícil respirar, o eso me pareció hasta que entré a su habitación. Él estaba ahí, leyendo Cumbres borrascosas. Un libro que había leído hacía tiempo, según me comentó.

— Pensé que nunca leías un libro dos veces. —Hablé, llamando su atención, tomándolo por sorpresa.

Aquellos ojos azules me llenaron de felicidad, y angustia. Una enorme sonrisa se trazó en sus labios.

Su cuarto ya no tenía los libros de la escuela o carpetas; sólo ropa, trofeos, su tan amada PlayStation, un balón de Soccer y algunas fotografías. Mi habitación no era tanto más diferente. Estaba casi vacía, todo en cajas. Ya nos habíamos graduado y... era hora de que me marche.

¿Quién era ella?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora