Capítulo 41

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— ¿En serio crees que me tragaré la historia del helado? —Sube una ceja y reprimo una risita.

— Eso se lo inventé a los demás. —Meneé mi cabeza—. No a ti.

– ¿Y qué te pasó? ¿Por qué faltaron tú y tu hermano hoy? –Se apoyó contra la mesa del comedor con los brazos cruzados.

Es demasiado guapo.

Ese aire despreocupado le sienta tan bien. Soy muy afortunada de tenerlo, además de que siempre está cuando lo necesito, a pesar de las innecesarias peleas.

– Mi padre apareció anoche... –Me mordí el labio inferior y bajé mi vista a mis dedos, los cuales jugueteaban entre sí.

Se levantó de su lugar y se acercó a mí, me agarró del mentón y subió mi cabeza.

– ¿Qué te hizo?

– Nada. –Reí sin gracia y miré para otro lado.

Grave error. A pesar de mi diligencia* por engañarlo.

– Tienes un golpe. –Habló alarmado mientras me sostuvo el rostro con delicadeza y acariciaba mi mejilla enrojecida. Su respiración se aceleró cuando me alejé con los ojos cristalizados. No lloro por sus golpes, lloro por sus palabras, por sus actos. Recordarlo me hace mal–. ¡¿Te ha golpeado?! ¡Ese hijo de puta...!

– No te preocupes, –moví mis manos en el aire, negando– ni me duele, es más, no me acordaba que estaba ahí.

– Estoy viéndote el moretón. No tiene derecho a tocarte ese animal. –Señala mi mejilla y se acerca más a mí–. Lo mataré.

– Él ya no está. –Dije–. Se fue otra vez, seguro con la misma mujer con la que la engañó a Helen. –Una lágrima rodó mi mejilla–. Se divorciara de mi madre, y creo que es lo mejor que pueden hacer. No lo quiero en mi vida... –mi voz se entrecortó.

Logan avanzó hasta mí y me abrazó, acariciando mi pelo y espalda–. Está bien, tranquila... Estoy aquí.

Solté sollozos, sin poder retenerlos–. Lo odio. –Confesé con ira–. Tardé tantos años en darme cuenta que era un pedazo de mierda. –El enojo me gobernaba, pero me dejé llevar–. ¿Cómo pude ser tan ingenua? Siempre lo fui. Quiero cambiar, Logan. Necesito hacerlo...

– No digas eso. –Se separa de mí, agarra mi cara entre sus manos y con los dedos limpia algunas lágrimas rebeldes que corren por mis cachetes–. Eres perfecta, el que debe cambiar es él. No mereces esto. Y créeme, te esperan cosas mejores. –Me dedicó una hermosa sonrisa, la cuál intenté corresponder–. Eres una mujer fuerte que sabrá llevar esto adelante, y con mi ayuda, puedes contar siempre.

– Te quiero... –Susurro. Él apoya su frente sobre la mía y cierro los ojos con una gran sonrisa plasmada en mis labios.

– Y yo a ti, Vicky.

(...)

No me odies... –Hice una mueca–. Pero aún no fui al súper y lo único que tengo son.. –abro la heladera– naranjas.

– Bueno, hagamos jugo de naranja. –Propone y ríe, yo asiento, copiando su acción.

Agarro la bolsa de naranjas y las llevo a la pileta de la cocina, saco un plato, cuchillo y el exprimidor. Él se dedica a lavarlas mientras yo me encamino a mi cuarto y al rato aparezco con mi celular.

– ¿Vas a jugar con tu celular mientras yo hago todo el trabajo? –Se burla.

– No, bobo. –Ruedo los ojos, divertida–. Voy a poner música.

¿Quién era ella?Where stories live. Discover now