Capítulo 36

2.3K 151 3
                                    


– Creo que perdió la cabeza por completo, ya. –Habló Lola, mirándome de manera rara. Melissa asintió seriamente mientras intentaban procesar lo que había hecho. Había consolado a Jessica Grace.

Pongo los ojos en blanco–. No es para tanto, dejen de ser tan bobas. La ayudé porque es algo que me gustaría que las personas hicieran por mí cuando me siento mal. No le di la contraseña bancaria de mi familia.

– Sí, lo entiendo. –Habló Melissa, mirándose en el espejo que tiene pegado dentro su casillero–. Pero, ¿por qué justo ella? –Lo cierra de golpe y me observa.

Pongo los ojos en blancos por novena vez en lo que va de la conversación que estoy teniendo con ellas.
Entiendo que sólo me quieren mantener precavida, recordándome que no puedo confiar en Jessica al cien por ciento, pero tampoco puede ser tan mala. A veces hay que entender, que las personas tienen un límite.

– Dejemos el tema hasta acá. –Sentencié. Ya no sabía cómo convencerlas de que aquella rubia que hizo mi vida imposible estaba cambiando–. Hasta mañana.

Me di la vuelta y empecé a caminar en dirección a mi casa. Supongo que, estoy tan peleada con Logan que no me llevará a ésta, y está bien.

Pasé mis dedos por mi pelo y lo tiré para atrás, intentando acomodármelo, pero al final opto por atarme una colita. Mucho más cómodo.

Paso por entre medio de las grandes puertas que dividen el adentro de la escuela de la libertad.
Sin embargo, me llevo una gran sorpresa y decepción, al mismo, cuando mis ojos caen en Logan y, adivinen quién: Jessica. Ambos hablaban, ella parecía enojada mientras le explicaba algo.
Tragué un nudo en mi garganta y me obligué a seguir, evitando que mis celos, enojo y frustración vayan y maten a los dos.

Acelero mi paso al escuchar el arranque de un motor, pero antes de llegar a la esquina, la gran camioneta de Logan se detiene al frente, impidiendo que avance.

– Te llevo. –Habla éste.

– Estoy bien. –Contesto secante, intentando rodear la camioneta pero se baja y se acerca a mí.

– Yo te llevo. –Insiste. Sus ojos penetraron hasta el fondo de los míos y me sentí intimidada por un momento. Tragué saliva y asentí lentamente. Me acompañó hasta la puerta del copiloto, la abrió para mí y me subí sin chistar. ¿Ahora que quiere?

Arrancó, una vez que se subió al vehículo y la tensión se hizo presente en la camioneta. 

Pero luego de unos minutos, respiró hondo y habló por fin:– Perdón.

Paso mi mirada de la ventana a él–. ¿Por qué?

Agh, tu sabes por qué. –Mueve la cabeza, bufando–. Por mis celos. Estuve hablando con Jessica y me dijo que yo no debí actuar como un idiota... No lo sé, fue extraño, pensé que ustedes dos se odiaban.

– Lo hacíamos. –Aseguré mientras procesaba sus palabras. ¿Jessica me defendió? Definitivamente es el día más raro de mi vida.

– Ah... Mira..., yo..., perdón. –Apretó el agarre del volante—. Es que imaginarte a ti, besándote con Finn, o con cualquier otro idiota, me da ganas de vomitar. –Hace una mueca–. Bueno, no sólo besándote, tocándote, mirándote. Todo. Estoy completa y jodidamente celoso.
»Sé que soy muy poco abierto y te cuento escasas cosas, además que odio mostrar mis sentimientos, pero estoy intentando cambiar, por ti y por mí.

– Yo no quiero que cambies. –Negué con la cabeza–. Sólo quiero que hablemos y resolvamos los problemas estando tranquilos, sin gritar, maldecir o herir al otro. –Hablé calmada–. Escuchando todo con tranquilidad.

– Sí, estoy tranquilo y tengo la mente abierta. Cuéntame qué te pasó y por qué saliste con Finn, yo lo entenderé, confío en ti.

Juego con mis dedos mientras saco y pongo mis anillos en otros–. Como ya te dije, mis padres están teniendo muchos problemas.

Asiente para que yo continúe.

– Yo necesitaba desahogarme y despejarme, –lo miré de reojo y seguí– sin embargo, nadie estaba disponible en esos momentos, así que recurrí a Finn, quién me llevó a comer, ¡sólo como amigos! No pasó nada. Fuimos al McDonalds, comimos y me trajo de vuelta a casa. Ahí fue cuando llegaste y bueno, pasó lo que pasó.

– ¿Y qué dijo tu madre? –Preguntó–. ¿No tenía idea de nosotros?

– Ella ni siquiera sabía que terminé con Christian. –Confieso, apenada por lo poco que le estaba comunicando a Helen de mi vida.

– Está bien. ¿Entonces? ¿Te dijo algo?

– No, luego de que te fueras, me abrazó y se volvió a acostar. Claro que al otro día tenía una terrible resaca y no sacó más el tema, sólo se limitó a criticar el mundo. –«Como es de costumbre.» Encojo mis hombros, no estaba asegurando que había olvidado lo de esa noche, pero tampoco lo negaba–. Igual, se lo diré.

– Yo no te estoy apresurando. –Informa y estaciona al frente de mi casa.

– No vuelvas a hacerlo, ¿ok? –Lo miro severa mientras llevo un mechón de pelo, detrás de mi oreja.

Respira hondo, otra vez–. Sé que fui un idiota por armarte una escena de celos, mientras tú pasabas un mal momento. –Me observa–. No volverá a pasar. Pensaré en ti antes que en mí y no volveré a desconfiar, ¿de acuerdo?

Asiento, más tranquila. Sé que no fueron sus intenciones y que los celos lo cegaron, pero no debió hacerlo, no nos hace bien a ninguno de los dos.

– ¿Qué pasó con la cena de tu padre? –La duda aparece. Creo que hablamos suficiente de mi familia.

Veo cómo sus músculos se ponen tensos– Es la semana que viene. Jane está esforzándose para que vaya.

– Deberías hacerlo. –Le sonrío levemente, en forma de apoyo.

– Dijiste que vendrías conmigo. –Encarna una ceja y me mira con superioridad. Eso dije.

Abro la boca, pero me quedo muda durante unos segundos–. Es verdad.

Suelta unas carcajadas que me suben el ánimo. Se acerca y me planta un beso fugaz.

– Te quiero. –Aseguro–. Pero relájate, aún estoy algo enojada.

– Lo sé, es sólo que necesitaba besarte –Sonríe ampliamente–. Ah, y ésta noche confírmame si irás, es el Jueves de la semana que viene. Caso contrario, no iré tampoco. –Me recuerda, meneando la cabeza.

– Sí. Excelente. –Me bajo del auto, rodando los ojos divertida. Lo saludo con la mano y entro a mi casa, pensando desde ya, qué me pondría, como si le hubiera confirmado.
Creo que necesitaré de la ayuda de Melissa.

– ¿Tan temprano llegas? –Escucho el quejido de Helen.

Apoyo mi espalda contra la puerta y froto mi cara con pesadez, juro que no quiero hablar con ella en éstos momentos. De sólo pensarlo, los nervios se apoderan de mí, la impaciencia me consume y siento ganas de vomitar.

– Sí. Iré a mi cuarto. –Le aviso y troto hasta mi habitación, me encierro en ella y una vez que estoy lejos de su alcance, me siento mejor.

Arrastro mis pies hasta mi preciada cama y me lanzo a ésta, boca abajo, ¿qué haría yo sin ti, mi preciosa? «Ay, parezco Gollum versión mujer.»

De verdad que estaba agotada, no sabía ni de qué. Y mientras iba conciliando el sueño, lentamente, pensaba en Logan, llevándome a visitar a su familia paterna.

¿Quién era ella?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora