Capítulo 27

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Narra Victoria:

Logan empujó la puerta trasera, la cuál estaba abierta y pasamos sin dificultad. ¡Qué poca seguridad! El frío y la humedad amenazaban desde hace largas horas, subo el cierre de mi campera hasta el tope.

– Qué curioso. – Hablo. – Nunca imaginé que querrías pasar los primeros minutos de cumpleaños, en la escuela.

Ríe y me mira. – Pero hay algo que lo hace especial. – Me sonríe. – Tú.

Le dedico una enorme y sincera sonrisa. – ¿Y hay algo por lo que me trajiste aquí, exactamente?

Asiente y me agarra la mano. – Sígueme, nena.

Caminamos por la escuela, hacemos comentarios, soltamos carcajadas, nos besamos, todo hasta que llegamos al salón de gimnasia del colegio. ¿Por qué me trajo aquí?

Lo miro interrogante y él de un tirón me acerca a sí. – Aquí es dónde nos conocimos. – Coloca su mano en mi cintura y siento las famosas mariposas en mi estómago. Dejo la cartera despacio, en el piso y pongo una mano en su hombro.

– ¿Desde cuándo eres tan romántico, Williams?

– Desde que te conozco, Clark. – Su nariz roza la mía y ambos sonreímos. Cómo me encanta, él, sus preciosos ojos, sus tiernas palabras, sus hermosos gestos, su forma de ser. Me gustas Logan, me encantas.

Nos movemos, como si estuviéramos bailando, pero sin música. Llevo una mano a su cuello, me muerdo el labio y lo beso con lentitud. Con su mano libre, la apoya sobre la mía y sigue el beso.

– Nunca voy a olvidar esto. – Le susurro entre beso y beso. Siento su sonrisa plasmada sobre mis labios.
Nos separamos, miro el reloj de atrás, que marcaba las doce en punto. Vuelvo mis ojos a él y sonrío ampliamente. – Feliz cumple, Logan.

Frunce el ceño, mira el reloj y luego me mira a mí. – Gracias, Vic... Te quiero.

– Yo a ti. – Lo beso una y otra vez, mis brazos rodean su cuello y luego lo abrazo.

– Yo tampoco olvidaré esto. – Murmura abrazándome con mayor fuerza. – Definitivamente es el mejor cumpleaños.

Suelto unas carcajadas y lo miro. – Pero si acaba de empezar. – Niego con la cabeza, divertida.

– No me importa. Ya lo hiciste especial. – Acarició mi mejilla. Juntó nuestras frentes y nos quedamos mirándonos durante unos segundos. Luego me acuerdo que tengo su regalo en mi cartera.

– Espera. – Me separo, lo saco de ahí y se lo entrego. – Ahora sí.

Sus ojos brillan mientras pasan de mí, al obsequio. – ¿Qué es esto?

– Ábrelo y averígualo. – Pongo mi bolso colgado sobre mi hombro.

– No tenías por qué. – Sostiene la cajita negra, abre y el plateado del reloj brilla. – Está buenísimo. – Abre los ojos como platos. – Mierda. ¿Cuánto te costó?

– Oh vamos, eso no se dice. Disfrútalo. Amo hacerte regalos.

Se lo pone, le quedaba sensacional. – De verdad gracias, no tenías... – No dejo que termine la frase, lo beso apasionadamente. Nuestros labios se mueven al compás del otro, abro la boca y su lengua se pasea por ella libremente.

Un rayo cae y el trueno resuena por toda la escuela, sobresaltándonos. Las luces se apagan, cosa que es raro, ya que no son de apagarse con tal facilidad. Empiezo a sentir frío, me llevo mis manos a los brazos y los froto.

¿Quién era ella?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora