Capítulo 31

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Narra Victoria:

A penas salí, vi el imponente y moderno Toyota Hilux de Logan, observé que estaba en él metido, qué raro, no lo vi salir.
Pienso que si le digo que estuve con Christian, se enojará, pero tampoco puedo ocultárselo, sólo debo omitir la parte en que me acorraló y me obligó a besarlo. Aunque la cuestión es que no lo hice, no le he sido infiel.

Me acerco a la camioneta, tenía el semblante serio y la mandíbula apretada. Entro y lo saludo alegremente, si está enojado con algo o alguien más, no se la tiene que agarrar conmigo.

– Hola. – Habla secante.

– Alguien tuvo un mal día. – Bromeo, pero se limita a encender el motor y arrancar. – ¿Sucede algo?

– No.

Hago una mueca y lo miro con detenimiento, nunca se puso así de repente conmigo.

– ¿Hice algo malo?

– Eso depende de ti.

Abrí la boca y la cerré, esperé unos segundos para volver a hablar.

– Te... Te tengo que contar algo. – Me muerdo el labio inferior y miro hacia adelante, mientras dejo mi pequeña mochila sobre mis pies. No me tengo que poner nerviosa, siempre lo he hecho, y por estupideces. Ya no más. Debo darle frente a lo que hice, que en realidad no fue nada malo.

– ¿Ah, sí? – Sube una ceja. – Habla.

– No, si estás de mal humor por algo, no me trates así. –Gruño.

– ¿Yo? ¿De mal humor? – Suelta una carcajada sin gracia—. Bueno, a nadie le cae bien que su novia aparezca hablando a escondidas con el idiota de su ex. – Lo suelta todo y quedo pálida. Ya lo sabía. Estaba enterado. Pero..., ¿cómo?

Respiro hondo. – ¿Cómo es que-

– Los vi. – Me interrumpe. – Vi todo, oí todo. Observé cada detalle, cómo te miraba, te hablaba, y cuando te obligó a besarlo. – Siento que la tensión en el ambiente es demasiado gruesa, y que dentro de poco, no entraremos. Los nudillos se le quedan blancos de tanto apretar el volante.

– Pero yo no lo besé. – Me defendí. – No tienes por qué estar enojado cuando no he hecho nada malo.

Soné tan segura que dudé si lo dije o lo pensé, pero para fortuna mía, había salido de mi boca.

– ¿Por qué mierda no me dijiste que hablarías con él? Sabes que lo odio.

– Si te lo decía, no me hubieras dejado hablarle.

– Puede ser... Es que es un jodido enfermo. – Pone los ojos en blanco y vuelve a mirar hacia adelante. Hasta ahora no se había girado nunca a verme.

Froté mis manos sobre mis piernas. – Sólo le dije que tiene que dejar de atacarnos. Si viste todo, supongo que fuiste testigo de que no te fui infiel ni dejé que se me acercara mucho.

Bueno, en parte, eso es mentira. Se me puso más cerca de lo que quería.

– Yo llegué muy tarde seguro, no sé si no lo besaste o si te tocó un pelo antes.

– ¡Estás celoso! Armas este escándalo sin motivo alguno. – Frunzo el ceño.

– No lo estoy. – Hace una mueca y suspira—. Bueno, sí. Estoy jodidamente celoso. ¡Es que no lo soporto! ¿Viste en la manera en que te miraba? – Habló con exageración. – Te devoraba viva.

¿Quién era ella?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora