¿FUE UNA CITA?

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«Es sábado y el día está muy bueno para dirigirme a aquel lugar que no olvidaré jamás.»

Llegué al parque con anticipación, me senté y esperé a que llegara. Lo bueno del lugar donde quedamos era que las personas no transitaban con frecuencia, por lo era lugar perfecto para tener una conversación sin interrupciones.

Paso dos horas y aunque debí haber perdido las esperanzas no podía marcharme... «Quizá no vendrá», pensé en ese momento. Se retrasó, pero al final si llegó.

          — Hola, perdón por llegar tarde — Se disculpó con las manos en posición de rezo y  un guiño.

         — Sí que te tomaste tu tiempo — Dije con un puchero en el rostro.

          — Enserio lo siento mucho — Repitió.

          — ... — Guardé silencio y luego me reí — Era una broma. Me alegra que al final si vinieras.

         — Solo tengo hasta media noche. Así que, si no te importa, acompáñame.

         — Será un honor hacerlo — Respondí.

         — Y bueno... ¿Te importa si me siento? — Preguntó.

          — Oh, lo siento. Perdona mi torpeza.

El ambiente se quedó en silencio por unos minutos. De verdad no sabía por dónde empezar, que debía decir o preguntar, pero no quería que esta oportunidad se echará a perder, así que inicié la conversación con lo primero que me vino a la mente.

          — Eh... Aytem ¿Hoy no te vinieron a dejar? «Espera ¿qué demonios? ¿enserio? ¿tenía que decir eso

         — ¿Lo dices por Carlos?

         — ¿Ese es su nombre? Así que Carlos el afortunado de tener una novia tan linda.

         — Muchas gracias por el halago, pero la verdad no es lo que parece — Respondió levantando la mano hacia el cielo.

        — No entiendo — Pude apreciar un anillo de compromiso en su mano izquierda.

       — Él en realidad es el prometido que eligieron mis padres para mí. La verdad no es que me guste la idea de casar con él, yo quisiera casarme con la persona que yo elija.

       — Espera, espera, espera, espera. Es el siglo XXI... Los padres no pueden arreglar los matrimonios de sus hijos.

      — Lo tengo que hacer por el bien de los bienes familiares.

      — Pero ¿Qué edad tienes?

       — Diecisiete.

       — Ni siquiera eres mayor de edad ¡¿En qué piensan tus padres?!Levanté la voz y me puse de pie.

       — Hey, cálmate — Bajó la cabeza y luego de unos segundos me sonrió — Dejemos de hablar de mí y ahora cuéntame cosas de ti.

       — ¿Sobre mí? — Dije.

       — Si, sobre ti. Por ejemplo ¿A qué te dedicas?

      — Bueno yo... Soy estudiante de Ingeniería, cuando tengo tiempo libre me gusta dibujar, leer y escribir una que otra historia.

      — Eso es interesante e inusual a la vez. — Se arregló un mechón de cabello detrás de la oreja — ¿Qué edad tienes?

       — Diecinueve, en realidad estoy a punto de cumplir veinte.

       — ¿Enserio? y yo cumpliré dieciocho en noviembre.

Platicamos mucho, aprendimos uno del otro, ella sonreía de manera tan tierna, yo solo la veía y no podía evitar enamorarme más y más. Tenía a la persona que quería frente a mí, pero no había forma de expresar lo que sentía y entre callar o decirle que me traía loco en tan poco tiempo, preferí mantener mis sentimientos en un rincón.

        — Hoy hay fuegos artificiales cerca de aquí ¿Te gustaría ir a verlos conmigo? — Propuse.

        — Veamos, deja que lo piense — Respondió haciendo un tierno gesto.

        — Vamos — Insistí — Aún queda una hora antes de medianoche.

         — Solo bromeaba. Es obvio, que quiero ir.

Llegamos al centro de la ciudad, ahí se llevaba a cabo el festival de invierno, había fuegos artificiales en la plaza y otros frente al mar, todos listos para ser encendidos. Era la primera vez que iba acompañado de alguien, compre algodón de azúcar para ella y luego nos sentamos a esperar.

Estuvimos viendo los fuegos artificiales por un buen rato, hasta que empezó a actuar extraño.

        — Me encontraron — Dijo de repente — Lo siento me tengo que ir.

        — ¿Qué? ¿Quién te encontró? ¿Qué sucede? — Estaba confundido.

        — Los hombres que trabajan para mi padre. — Me abrazó y besó mi mejilla — Gracias por este momento, me encantó estar contigo.

        — ¿Nos volveremos a ver? — Pregunté mientras se alejaba.

        — ¡Si! — Gritó — Esperaré ansiosa nuestra próxima cita. Nos veremos en el lugar de siempre en una semana...¡¡Recuerda estar ahí!!

        — Ella dijo ¿Qué lo de hoy fue una cita? ¿Enserio? No oí mal ¿verdad?... ¡¡Genial!! — Festejé emocionado entre la multitud.

De regreso a casa y no podía ocultar lo feliz que estaba, «Una cita con Aytem, es genial... realmente genial», estaba actuando como un loco mientras caminaba en las solitarias calles de mi ciudad.

DOS ESTACIONES A SU LADO © (Completa) Sin editarWhere stories live. Discover now