ENEMIGO

24 8 0
                                    

"Las historias de amor detiene el tiempo para ser contadas"

Scott Campos Barrantes

A veces me pregunto cuántas historias de amor fueron contadas de la misma forma y realmente no me alcanzaría el tiempo para terminar; pero si estoy seguro de que cada historia debe ser contada conservando la esencia con la que paso en la realidad. Todos somos mundos individuales, todos somos viajes en el firmamento, todos somos amor en lo más profundo, somos historias únicas, tan únicas como la historia que surgió de la casualidad y se convirtió en dos estaciones a su lado.

Todo ocurrió muy rápido y tras el apagón surgió el secuestro; aún no se había identificado a los responsables, pero Richi fue llevado dentro para ser tratado por su esposa.

Scott se veía ansioso y preocupado, era lógico, su hija estaba en peligro. Karen lloraba en la cocina y el joven escritor se asomó a la puerta e intentó hablar, sin embargo, ella levantó la mirada y arremetió furiosa.

     —Vine de visita y mira lo que pasa —dio la vuelta — Tu historia de amor no es más que una maldición en tu vida.

El hombre quedó callado, agachó la cabeza y se disculpó.

      —Unas simples disculpas no traerán de vuelta a mi hija —Señaló el pecho de Scott con un dedo —Si algo le pasa a mi hija te juro que no te lo perdonaré.

Esta escena se oyó en las otras habitaciones, los estudiantes ni siquiera murmuraban. Ana se acercó y se cruzó a Karen saliendo al pasillo.

      —Está desesperada, igual que tú, está preocupada... pero aun así fue dura contigo —Sacó su móvil e hizo una llamada.

     —¿Ema aún no ha contestado? —preguntó Scott.

     —La agencia de detectives ahora está a cargo de Richi, pero la señora tiene toda la información de los contactos que podrían ayudar —guardó su móvil — Lo siento, no ha contestado aún.

Mientras tanto, en el auto de los secuestradores, Inohue trataba de mantener la calma, por el contrario, Teresa lloraba descontrolada y esto puso de mal humor a los villanos.

      — ¡¡Hey!! ¿Por qué hay dos niñas? Se supone que solo queríamos a la hija del escritor.

     —Lo sé, pero estaba en medio y no había forma de quitarla —discutían.

     —Detente ahora mismo, si sigue llorando nos causará problemas.

Con sus rostros cubiertos, se detuvieron justo donde los esperaba un camión repartidor de helados, allí había dos hombres más, todos llevando las mismas prendas naranjas de la prisión. Bajaron a las niñas de inmediato las subieron dentro del contenedor, pero la hija de Karen intentó escapar y la golpearon dejándola inconsciente.

    —Idiota ¿Cómo puedes golpear a una niña?

    —¿Tienes algún problema? —respondió el agresor.

    —Maldito gorila ¿Quieres que te rompa la cara? —retó.

    —Alto, paren los dos de una vez —intervino el conductor — Debemos largarnos de aquí.

Se detuvieron, pero sus miradas no se perdieron, por el contrario, a pesar de que el defensor de la niña, era de menor estatura, no tuvo miedo de enfrentar a un hombre más corpulento y grande. De esta forma decidieron dejar a Teresa en medio de la nada y seguir con su recorrido.

Subieron al auto e Inohue intentó decirle algo a su amiga, pero iba amordazada. Pasó un tiempo hasta que volvieron a detenerse, bajaron la rehén con un costal cubriendo su rostro y se adentraron en edificio, allí dentro esperaba el líder.

El área tenia a hombres dispersos por todas partes e incluso dentro había algunos, pero ya no traían ropa de prisioneros, los que esperaban llevaban trajes elegantes y les ofrecieron lo mismo a sus compañeros recién llegados. Uno de ellos fue con su jefe, mientras que a la niña la encerraron en una habitación oscura.

Por otro lado, en la cabaña, Scott preguntó a Richi por la identidad de alguno, pero respondió que todos tenían el rostro cubierto. Comenzaban a impacientarse e ingresó Ana sosteniendo una toalla ensangrentada.

     —Recibió la bala en una de sus patas delanteras, no es nada grave, pero necesita reposo.

     — Marcs, mordió el brazo de uno de ellos —dijo el tío.

Scott salió en silenció, fue directo a su perro que se encontraba recostado sobre la cama. Allí acarició su pelaje y le susurró su gratitud, el animal lamió la mano de su amo entre quejidos, luego el hombre salió a la sala y encontró a sus alumnos viendo el noticiero, donde informaban la fuga de al menos veinte reclusos que aún no eran identificados, ellos aprovecharon un incendio para poder huir.

Reconoció el lugar de inmediato y por sus pensamientos cruzó la imagen de su gran enemigo. Richi que ya estaba estable se asomó por detrás y también observó la información.

Se miraron los rostros imaginando lo peor, pues el juró vengarse y Scott sintió miedo de lo que le pasaría a su hija.

      —Cálmate, aún no sabemos quién escapó —calmó Ana.

En ese instante el timbre de llamada sonó en el teléfono y al contestar una risa conocida se oyó al otro lado.

     —Sabía que eras tú, maldito hijo de...

    (Shhh —chitó interrumpiendo —No te conviene hacerme enojar)

    —¿Qué quieres de mí? —preguntó.

    (¿De ti? —echó a reír —Venganza, solo eso.)

     —No toques a mi niña —pidió.

Hizo silencio un momento y luego de suspirar, respondió.

     (¿Niña? Realmente se ve como una mujer y ¿Sabes a quien me recuerda? —Se oyen unos quejidos —Es muy parecida a Aytem ¿No lo crees? quizá lo que no pude hacer aquel día en la cabaña lo haré hoy con tu hija.)

Luego la llamada se cortó, dejando al padre con la sangre hirviendo. Producto de esta ira cogió el teléfono y lo estampó contra el piso.

       — Juro que esta vez sí me llevaré tu cabeza, Carlos Vongola.

DOS ESTACIONES A SU LADO © (Completa) Sin editarWhere stories live. Discover now