ESTUDIANTES

20 8 0
                                    

La intuición, el instinto, el presentimiento. Muchas veces es mejor apostar a lo que sentimos, de esta forma podríamos encontrar cosas que quizá analizando y pensando mucho no lograríamos debido al temor de equivocarnos.

La gran ciudad se detenía en la madrugada, el silencio era apreciable sin autos moviéndose entre el tránsito, solo se oía los gritos de jóvenes saliendo de fiesta, lo de siempre, la juventud hoy en día adora el escándalo.

Scott se mostró impaciente, ya había pasado por situaciones similares en su juventud y eso no le quitó el miedo de perder a su hija y quedarse totalmente solo. Miró al estudiante sosteniendo su móvil en todo momento y al estar cerca del lugar que indicó el hombre del hotel, bajo del auto.

      —Esto puede llegar a ser peligroso —Abrió la puerta —Baja tú también.

El alumno obedeció y caminó delante, miraba tenso hacia todos lados, mientras Scott quitaba el seguro de su arma.

     —Rodrigo ¿Puedes mostrarme tu teléfono? —dijo de repente.

Al mismo tiempo, en cabaña los estudiantes conversaban sobre lo sucedido. La presidenta trataba de calmar a Karen y Ana cuidaba a su hijo en otra habitación, cuando escuchó el timbre del teléfono y salió a cogerlo. Estando allí se percató de un papel doblado tirado en el piso, papel que, al ser desdoblado, ocasionó la palidez en su rostro.

De inmediato, la vieron tomar su chaqueta y las llaves de su auto, y sin explicarlo dejó todo en manos de la presidenta de la clase.

     — Tu nombre es Lizzy ¿Verdad?

     — Si señora ¿Pasó algo? —respondió.

Ana no dio detalles de lo que había encontrado, pero le pidió que estuviera al tanto del teléfono y sobretodo que mantuviera a raya a todos sus compañeros, ya que Karen no estaba lo suficientemente estable, se retiraba de la cabaña cuando su pequeño hijo despertó e intento seguirla, dudó, pero prefirió llevarlo con ella.

Encendió su auto y se alejó. Minutos más tarde los hombres enviados por Carlos llegaron a la cabaña en lujosas camionetas oscuras, de la cual bajaron seis hombres muy bien vestidos.

Derribaron la puerta principal e ingresaron dos de ellos, los demás se repartieron por los lados de la casa y la puerta trasera. No había nadie a la vista cuando ingresaron y siguieron avanzando para ser emboscados por un golpe de un bate justo en la espalada, uno cayó y el otro se alertó, retrocedió al ver al joven con un bate y entonces los demás hicieron lo suyo, fueron guiados por la presidenta y les tendieron trampas simples, pero eficaces. Los jóvenes se amotinaron al ser más que ellos, logrando detenerlos y atarlos de pies y manos. Los estudiantes celebraban y bajaron la guardia, fue cuando dos hombres más salieron con arma en mano.

     — Quietos o llenamos sus cuerpos de agujeros.

Intimidaban mucho con su rostro lleno de cicatrices y el cuerpo con abundantes tatuajes.

     — Llamaré a los demás, iré a la habitación de al lado —dijo el calvo.

El sujeto se retiró confiado, y al solo ver a los jóvenes creyó que el objetivo había escapado. De inmediato, se comunicó con sus aliados y pidió que estuvieran alerta, pues ella no podría salir del bosque si ellos esperaban al final de este. Todo bien, sin embargo, Ana cruzó con su auto justo en ese momento y los hombres que esperaban a Karen comenzaron una persecución equivocada.

El fugitivo que hizo la llamada en la otra habitación sintió un arma apuntando su cabeza desde su espalda. Se trataba de Karen, que furiosa y fuera de sus cabales no le importó nada, así pues, se escuchó un disparo dentro de cabaña.

Ana no se percató de que los villanos venían detrás, pues estuvo más preocupada por el papel que halló

      —Debo advertirle que el enemigo estuvo cerca todo este tiempo y no lo notamos.

Entre los escenarios volviéndose locos, regresamos con Scott y su estudiante que se rehusó a entregar el móvil, acción que generó que se confirmaran las sospechas, entonces levantó su arma y apuntando a la cabeza del joven, dijo.

      —Llegaste hace un año. Viniste por información.

      —No sé de qué habla —respondió retrocediendo —Soy yo. Rodrigo Rhee, su estudiante.

      —Conocías la respuesta de las serpientes, tú eres un Vongola ¿verdad?

La madrugada terminaba y se oyeron palmas de entre los edificios que rodeaban la escena. Rodrigo estaba contra las cuerdas y una voz los interrumpió, una voz conocida.

     —Debo admitir que siempre fuiste inteligente y parece que ya conoces a mi hijo.

     —¿Hijo? Entonces tú...—Scott acertó sus sospechas.

     — Hola, maldita plaga. Hoy por fin voy a exterminarte.

Viéndose en total ventaja, Carlos dio la orden de atrapar a Scott y acercándose a su hijo le dijo "Misión cumplida"

DOS ESTACIONES A SU LADO © (Completa) Sin editarWhere stories live. Discover now