MENTIRAS

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          «¿Por qué mientes a tu corazón? Si sabes lo mucho que extrañas, lo mucho que quieres y deseas ser feliz. Aún en el desconcierto de nuestras vidas, el amor verdadero perdura, agradeciendo con locura los buenos momentos. El amor no genera dolor, por el contrario, te lleva a conocer los más recónditos lugares de la felicidad. No se agota, por el contrario, crece a cada segundo cuando es el indicado y te destruye entre lágrimas cuando es creado por tu deseo de no soltar lo que la vida te dijo no era para ti. Crear expectativas es el error más grande generado por nuestras ganas de amar.»

Estábamos en el mismo lugar, en la misma ciudad, respirábamos el mismo aire, lo único que nos separaba era el cristal de la cafetería. Me detuve sin saber qué hacer, coloqué mis manos en los bolsillos y saqué la fotografía que llevaba a todos lados.

La aprecié y tras pasar saliva, ingresé al local donde se encontraban. Caminé recto hacia el tablero donde pedí un café, no volteé en ningún momento... «¿Qué estoy haciendo? No puedo ir y simplemente decir "Hola" como si nada hubiera pasado», pensé.

Por otro lado, Richi se percató de mi presencia y se lo dijo a ella, pero Aytem se negó rotundamente a hablar conmigo.

      — ¿Qué te sucede? — Preguntó dejando su café en la mesa — ¿Acaso no viniste a buscarlo? ¿Ahora te comportas así? No hablaste con él ayer, lo sé ahora. Pero lo harás en este instante.

     — No lo haré. Regresaré a Boston en unos días nuevamente — Respondió.

     — No. Si lo harás, aquí y ahora — Se levantó de su mesa y se dirigió a mí.

Un viejo amigo intentaba unirnos nuevamente, se acercó y sentándose a mi lado, pidió que hablara con ella. Estaba algo confundido, no entendía porque Aytem actuaba así, no sabía cómo acercarme si me respondería con esa actitud.

     — No la has olvidado — Dijo de repente.

Sentí el impacto en lo que dije y mi interior se revolvió completamente recordando todo.

     — Intenté no pensarla, pero...

    — La tienes frente a ti ¿Qué esperas? — Interrumpió.

     — Ahora no sé cómo llegar a ella.

Richi golpeó el tablero.

      — ¡No lo comprendo! ¡¿Qué demonios sucede con ustedes dos?! Actúan como niños pequeños.

      — Aquella niña sobre sus brazos, ese es el problema. La esperé todo este tiempo, pero ella...

La expresión de su rostro cambió, inclinó la cabeza y cuando se dispuso a decir lo que quería escuchar, Aytem interrumpió con aquellas palabras que abatirían mi interior.

      — Esta niña es mi hija. Es obvio que lo sepas.

Entregó a su bebé a Richi y este último se quedó en silencio ante la intervención.

     — Ha pasado mucho tiempo —Tragué saliva y seguí — Felicidades, es una niña muy hermosa.

     — Así es, Carlos y yo nos casamos y luego nos mudamos a Boston. Volví hace unos días para visitar a mi padre, pero me iré pronto.

Había pocas personas en el local oyendo y viendo lo que pasó, pero realmente no importó lo que dijeran o pensaran, yo tenía la mente en otro lado, preguntándome ¿De que sirvió todo el tiempo que soñé y esperé su regreso? ¿De que sirvió extrañarla?... Todo se desmoronó con sus palabras, el único que creyó que el tiempo y la distancia no mataría nuestro amor, fui yo.

Su rostro se veía enojado y sus ojos estaban aguados, apunto de derramar lágrimas.

     — No fue tan difícil olvidarte, cuando Carlos y yo tuvimos a la niña, todo fue diferente. — Habló con total frialdad — He llevado una vida llena de lujos y felicidad, todo me ha ido de maravilla... ¿Y tú? ¿Qué eres ahora?

     — Pues yo, realmente...

      — La verdad no me interesa lo que hayas logrado — Interrumpió con desprecio y luego se marchó tomando de la mano a Richi.

No pude creer lo que estaba pasó, ella actuó con tal arrogancia que me dejó congelado. Se marcharon y yo quedé en la barra, mi café se enfrió como las palabras que había recibido. Estaba herido, realmente lo estaba... la decepción que me llevé aquella noche fue tan grande como el dolor que sentí al perderla el ultimo día de la cabaña.

Las personas evitaron verme, pero murmuraron hasta que una anciana intentó animarme y tras ella los que murmuraban. Pedí otro café, pero el dueño que me conocía me lo invitó.

Tal parece que nuestra despedida dos años atrás no solo separo nuestras vidas... También despidió nuestro amor y con lo acontecido me di cuenta que era hora de seguir avanzando.

DOS ESTACIONES A SU LADO © (Completa) Sin editarWhere stories live. Discover now