SIN PIEDAD

18 6 1
                                    


Carlos Vongola era un hombre cuya estabilidad había quebrado ya hace quince años, el día en que se enfrentó a Scott y este último quemó su rostro. Sus cabales eran nulos, estaba podrido por dentro y no le importaba asesinar a las personas como animales de caza.

¿Saben cuan letal puede ser el odio humano? Ni siquiera hace falta responder esa pregunta, pues todos sabemos que el ser humano es capaz de destruir todo sin remordimiento.

Él tenía a los fugitivos más letales de la prisión cuidándolo desde muy cerca, entre ellos estaba August, Martin, Jimy y René, estos cuatro individuos no se separaban de Carlos. Cuando todo empezó a moverse con alboroto se dieron cuenta que ese día había esperado ya muchos años, porque la historia no terminaría hasta el momento que alguno desaparezca. Ese día había llegado tras una larga espera.

El amanecer seria testigo del enfrentamiento final de dos enemigos, sin embargo, el destino y la suerte apuntaban a una victoria inminente de Carlos. Tenía a Scott atado de rodillas, mientras el esperaba sentado a que trajeran a Richi.

En el exterior había un enfrentamiento entre balas, los prisioneros bajo órdenes de Carlos contra Richi y los hombres de Saúl. Se asomaban con sigilo, el tío de Inohue vio a sus enemigos frente a sus ojos, no obstante, no podía atacar a lo loco.

Un hombre cayó producto de una bala en la cabeza.

  —¿De dónde viene? —Miró a todos lados —¿Era dirigida a mi e impacto en otro por error o es un enemigo de los Vongola?

Otro disparo impacto en el pecho de otro sujeto, el francotirador era Red que había puesto su ubicación al descubierto.

—Levántate, muévete despacio —Dijo una voz.

Era apuntado en la cabeza por un arma.

—Sabia que nos traicionarías y me alegra, así podré matarte.

Cuando giró vio quien era, Martin, el hombre que golpeó a Teresa estaba frente a él. De inmediato quiso tomar riendas por el acto agresivo que tuvo contra su hija en el bosque.

   —Todos ustedes deben detenerse.Carlos los manipula con mentiras.

   —¿Qué? ¿Ahora te harás el decente? —Dio unas carcajadas —sinceramente no me importa si lo que hace está bien o mal, yo solo lo sigo por el dinero y porque quiero matar, matar es una labor exquisita.

   —Esta demente, es verdad que asesinaste a tu mujer e hijo con tus propias manos.

   —¿Acaso lo dudabas?

Expresaba su alegría con gestos de seguridad moviendo los brazos hacia los lados dejando de apuntar. Red pensaba la forma de salir de esa situación y entonces aprovecho la confianza de su enemigo a su favor.

   —Es peligroso dejarte vivir. —Dijo y agachándose pateó las piernas de Martin.

Lo desestabilizó y luego lo empujó al vacío. Oyéndose de esta forma un grito y el cuerpo cayendo desde lo alto del edificio.

No había forma de detenerse ahora, era un todo o nada sin piedad, o matabas o te mataban, esa era y seguirá siendo la ley en todo campo de batalla.

Con un aliado francotirador ayudando desde la azotea, los cinco hombres en tierra se abrían camino, no obstante, sin importar la situación Carlos seguía saboreando su victoria. August y René salieron y con gran habilidad comenzaron a disparar. El primero tenía una escopeta, el segundo manejaba un arma a larga distancia.

En su primera participación August disparó contra dos de los hombres que ayudaban, dejando de esta forma un mínimo de aliados. Mientras que René, que al parecer era un buen tirador, hirió en el hombro a Red.

El de la escopeta se alejó del edificio tratando de herir a los dos hombres restantes, mientras que el del arma larga trataba de buscar la ubicación de Richi, sin notar que él ya no había ubicado.

Se lanzó a través de la ventana, la rompió y quedo frente a frente a su enemigo. Sin pensarlo dos veces para no dejarlo atacar, lo embistió contra la pared haciendo que este soltara su arma.

   —¡Muy bien! — Exclamó René —esto será una pelea de hombres a puño desnudo.

De esta forma comenzaron su encuentro, se golpearon mutuamente, lo hacían sin piedad sobre el dolor del otro.

Dentro de la habitación, Carlos recalcaba con seguridad porque esta vez ganaría.

—Esta vez estoy preparado y con mejores hombres. Rufianes que cometieron los peores delitos están bajo mi servicio, esto era lo que papá no sabía, que la verdadera mafia está conformada de demonios sin temor a destruir a los demás.

Scott no quitaba su mirada de él. Como retándolo, diciendo que lo mataría en cuanto tenga la menor oportunidad. Aunque los planes para Carlos siempre fueron los mismos, el asesinarlos a todos, aun lo mantenía vivo.

   —Deberías estar suplicando, tu hija será...

De pronto, la puerta fue abierta de golpe, era Richi lleno de sangre apuntando con un arma.

   —Muere de una vez, hijo de puta. —Disparó.

DOS ESTACIONES A SU LADO © (Completa) Sin editarWhere stories live. Discover now