OTRA VEZ EN CASA

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"Dos almas que se encuentran tras un largo viaje al vacío, en una conspiración de la vida que apuesta al reencuentro"

Scott Campos Barrantes

Diciembre, 2016. Hospital General de Massachusetts. Ciudad de Boston.

Aytem estaba en el pasillo del hospital.

     — Un doctor, por favor. — Una mujer la acompañaba.

     — Por aquí — Dijo Richi — El doctor viene en camino.

Ella llamó mamá a la mujer extraña.

     — Necesito una habitación, esta niña está a punto de tener a su bebé — El médico se la llevó.

Después de una complicada situación de dolor, Aytem recibió a su bebé en la cama del hospital. Una niña de cabello castaño claro, de piel blanca como la nieve, con labios rojos como los de su madre. Una ternura que derretiría el corazón de cualquier ser humano.

Ella acarició el rostro de su pequeña y sostuvo uno de sus dedos. Los gestos de un ángel emocionaron el corazón de una doncella afortunada, ella era madre a los diecinueve años de edad.

    — Bienvenida a mi vida, hermosa — Se veía muy feliz.

Su madre y Richi ingresaron a conocer a la recién nacida, que a su vez marcaría un papel importante en la historia de amor que Aytem y yo tuvimos algún día, quizá un posible final inminente.

Un año después, una mañana de verano, Aytem se arreglaba frente a un espejo.

     — ¿Me veo bien así? ¿No crees que engordé un poco?

Su madre entró con un vestido negro.

    — ¿Qué tal este? — Preguntó mostrando el vestido.

    — ¿Crees que tarde mucho para decidir volver?

    — Han pasado muchas cosas... La situación con Carlos no fue fácil ¿Enserio volverás? — Volvió a preguntar.

     — Si, vuelvo a casa. Debo encontrarlo.

De pronto, se escuchó el llanto de su hija.

     — Lo siento — Richi la trae en brazos — Creo que prefiere a su mamá.

     — El vuelo sale en dos horas — Junto a su hija se dirigen a la puerta — ¿Puedes llevarme en el auto?

Salió de un apartamento con maleta en manos, lista para regresar a la pequeña ciudad donde empezó nuestra historia de amor.

     — Aytem... Olvidas algo. — Le arrojó un frasco de pastillas — No olvides tomar tu medicina.

La noche del mismo día, me encontraba en mi habitación, cumplí mi promesa y terminé mi carrera, mi fiesta de graduación seria en dos días.

Conversación con Ana iniciada:

HEY!! FELICIDADES... :)

Gracias, al fin lo he logrado.

¿Con quién iras a tu fiesta de graduación?

Supongo que iré a la ceremonia

y luego volveré a casa

De eso nada, iré contigo...

Demonios Scott, ¡es tu graduación!

Sabes que no me agradan las fiestas.

No aceptaré un no. Adiós

Ana se ha desconectado.

Aytem llegó a la ciudad el día de mi graduación. En casa la esperaban su padre y Rodolfo.

     — Bienvenida a la mansión, señorita. — Dijo Rodolfo.

Por otro lado, Richi se hospedó en un hotel, esto porque habían pasado muchas cosas en estos dos años que aún están por descubrirse.

Pasado unas horas, la noche nos había alcanzado y la graduación empezó, Ana me acompañó como estaba previsto. No paso mucho y empezó la fiesta, todos celebran su nueva etapa como profesionales y yo sentía que esta escena de mi vida estaba incompleta.

El amor es como el café en una friolenta mañana. Te calienta el alma, te da la calidez que necesitas. Te abruma en el éxtasis hasta que se termina ¿Entonces qué debemos hacer?... El amor no tiene que ser lindo por costumbre, si no por el gusto de sentirlo día a día, desde que amanece hasta que anochece. Encontrar el amor en la misma persona toda tu vida, podría ser comparado con el amor a una taza de café caliente al despertar, porque ¿Quién no podría amar el café?

La fiesta era frente al parque donde Aytem y yo nos conocimos; decidí salir un segundo, la noche aparentaba tristeza, sentía frío y las nubes ocultaban las estrellas.

Me senté y pensé en ella, en manos tenía la vieja carta que había cargado conmigo desde que se fue.

    — Hoy no estas para escucharme — Miraba extrañando la compañía de la luna — Me acabo de graduar y me encuentro sentado en el parque donde la conocí ¿Enserio? Que deprimente.

De pronto apareció Ana, reluciente y hermosa con su vestido rojo.

    — Así que aquí estabas ¿Aún sostienes esa vieja carta? ¿Aún la esperas?

    —Sabes que aún no la he olvidado — Respondí.

    — ¿Y crees que ella aun te recuerde?

    — Quien sabe, ya han pasado dos años desde que no nos vemos. Quizá Aytem ya tiene su propia vida. — Miré al cielo.

    — Deberías darte otra oportunidad. — Dijo de repente.

Acto seguido, me besó. Aytem estaba en la ciudad y decidió salió a pasear con su hija, con la intención de volver a donde nos conocimos, llegó y apreció esta escena.

Una no tan grata forma de volvernos a encontrar, la noche tenía una combinación de emociones en el aire... felicidad, nostalgia, dolor y lágrimas de una sorpresa inesperada.


DOS ESTACIONES A SU LADO © (Completa) Sin editarWhere stories live. Discover now