FAMILIA

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Al concluir el día, Ana ya se había marchado del apartamento, Richi le ayudó a conseguir una habitación en el mismo piso donde se hospedaba. De esta forma, todo parecía haber terminado, creíamos que Carlos no volvería a meterse con nosotros, él escapó para cuando la policía llegó a la cabaña, pero suponíamos que había aprendido la lección.

Nuestra boda sería el primero de enero del 2019, dos semanas después del cumpleaños de nuestra hija y mientras el gran día llegaba nos enfocamos en recuperar lo perdido, no separé la mirada ni un segundo de mi familia, pues sentía miedo, sentía que en un parpadeo desaparecerían nuevamente.

Paseamos juntos, cenamos juntos, dormimos juntos, jugamos juntos, absolutamente todo lo hicimos juntos. Esta era mi familia. De esta forma preparamos una pequeña reunión por los dos años de nuestra hija, todo marchaba perfecto. Mamá y papá se veían felices, la señora Emma congeniaba con la bebé, Ana nos colocó los gorritos de fiesta, y Richi... él grabó todo con su cámara.

El momento era digno de ser recordado de todas las maneras existentes, tomamos fotos grupales y una foto donde estábamos solo los tres. La felicidad llegó e hizo que olvidáramos cualquier penuria que nos atormentó en el pasado.

Esa madrugada desperté y ella no estaba en la cama, fui a la cocina y la vi tomando sus pastillas. Me acerqué sin que lo notará y la abracé por la espalda, «Todo estará bien», le dije al oído. Ella usó sus suaves manos para acariciar mi rostro, la besé, nos besamos e hicimos el amor nuevamente después de mucho tiempo.

Tenerla sobre mí, conectar nuestros cuerpos... nos recordó que a pesar del tiempo sin venos ni tocarnos, el amor que nos unía jamás desapareció.

Empezamos nuestra vida familiar, y por la mañana muy tempranos desayunábamos, Aytem me miró y propuso.

       — Vayamos a la cabaña y vivamos ahí.

Casi me ahogo con el café por la sorpresa.

       — ¿Es enserio? ... Ahí te han pasado muchas cosas malas.

      — Pero también buenas — Respondió sin titubear — Allí pasé mi mejor primavera y verano de toda mi vida.

Tenía sentido, aquella cabaña se convirtió en el mejor símbolo de nuestra historia de amor y lo hicimos, nos mudamos ahí. El aire fresco de la montaña y el ambiente alegre de la naturaleza harían bien a la salud de mi futura esposa, además ya no teníamos de que preocuparnos, solo debíamos ser felices.

Richi y Emma se opusieron al principio, pero al tener información de que nuestro enemigo principal regresó a Boston, dejaron que nos fuéramos a las montañas. Pasamos los mejores días en familia hasta el día de la boda, ese día su madre se la llevó temprano para seguir la tradición de que la novia no puede ser vista por el novio antes de la iglesia. Por otro lado, me acompañaban Richi y Ana.

       — ¿Nervioso? — Preguntó Richi.

       — Un poco... — Estaba vestido para la ocasión — Todo esto es gracias a ti, te debo mucho y juro que algún día te pagaré todo esto.

       — ¿Y yo que? — Ana hizo un puchero y cruzó los brazos.

       — Tú... — La abracé — Tú eres mi mejor amiga, la más linda y buena de todas.

       — Sí, sí, sí. Lo sé, ahora muevan sus traseros o llegaremos tarde.

La ceremonia empezó a las 10 de la mañana en una pequeña iglesia de la ciudad. Había pocos invitados, amigos de la universidad, familiares y algunos conocidos de Aytem que hizo en Boston.

La esperé en el altar, ella llegó del brazo de Richi, su mejor amigo me la entregaría, se veía espectacular, resplandeciente y hermosa en todos los sentidos. Quedé anonadado por lo mágico del momento, un momento tan mágico como nuestra historia de amor.

Empezó la ceremonia, todo fue grandioso, al fin lo habíamos logrado, nuestro "felices por siempre", extendió su mano izquierda y coloqué el anillo en su dedo anular.

     — Los considero, marido y mujer. Puedes besar a la novia. — Dijo el sacerdote.

Se acercó a mis labios para concluir con el beso que nos unía en matrimonio. Estaba feliz, en mi interior todo se quedó en silencio, solo éramos los dos en ese momento, no existía el exterior.

Nos besamos, pero de pronto, un fuerte ruido me despertó del sueño. Volteé la mirada un instante y oí otro, «¿Qué está pasando? ¿Por qué todos nos miran con tragedia?», me pregunté en silencio.

DOS ESTACIONES A SU LADO © (Completa) Sin editarWhere stories live. Discover now