EL FINAL DE LOS SUMMER

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Incluso los hombres más crueles, si son buenos lideres tendrán fieles seguidores. La lealtad, es uno de los valores principales en la mafia y al encontrar a los dos hermanos a punto de terminar su disputa, algunos de los guardaespaldas se levantaron a favor de Rodolfo, él fue quien los lideró desde siempre y estaban dispuestos a dar su vida por protegerlo. Esto se convirtió en dos bandos alzando sus armas unos contra otros.

      —Son fieles a mí y se los agradezco, pero esta es mi lucha. Regresen con sus familias, la policía llegará pronto, estoy seguro de que Emma viene en camino por la situación de su nieta –dijo Gustavo.

      —Ustedes también, largo de aquí —ordenó Rodolfo – Los espero en el infierno.

      «¡Hoy termina el legado de la mafia Summer... son libres de ir a casa y dedicarse a otras cosas!» —dijeron los hermanos y dejaron caer sus abrigos.

Ambos sabían que la mafia que un día lideraron se terminaría tras su pelea, Gustavo estaba decidido, la muerte de su hija fue una herida que le pegó muy fuerte, la culpa y el remordimiento era algo con lo que no podía lidiar.

Los hombres abandonaron la mansión obedeciendo la última orden de sus jefes. Rodolfo arrojó su arma y se colocó en guardia, confiaba plenamente en sus habilidades, pues siempre fue quien se encargó de los líos que envolvía violencia. Comenzaron su pelea, se embistieron y golpearon con todas sus fuerzas... desahogaron su odio.

      —Eras el preferido de nuestro padre, siempre tuviste todo. — Atinó un fuerte golpe en la barbilla de Gustavo. — ¡Por esa razón te quité a Estela!

     —Infeliz, te obsesionaste tanto que no te importó abusar de la novia de tu hermano. —Limpió la sangre de su boca. —Nos amábamos, por eso, seguimos encontrándonos aun cuando ustedes se habían casado.

El hermano menor embistió con todo y lo arrinconó al mayor contra un librero, en respuesta, recibió golpes en sus costillas y espalda. La habitación estaba totalmente destruida, pero ellos seguían en lo suyo, un instante de mala suerte jugó en contra de Gustavo y perdió el equilibrio, oportunidad que Rodolfo ocupo para montarse sobre él y golpear su rostro una y otra vez sin remordimiento, solo disfrutó cada golpe dado.

Los herederos de la mafia terminaron con el rostro hecho un desastre, cejas y labios partidos, ojos hinchados y algunos huesos rotos. No obstante, el menor obtuvo su ventaja y apuñaló a su hermano, lo hizo justo en el estómago, se observó las manos llenas de sangre y se alejó delirando su victoria, confesando sus nuevos planes con la mafia que ahora lideraría.

     —Entregué a tu nieta a cambio de un trato. —Giró sobre sus pies —Firmó un documento, me entregará lo poco que le queda a mafia Vongola, todo a cambio del sacrificio de la niña.

El moribundo abuelo se levantó con sus últimas fuerzas y luego de quitarse la navaja del estómago, arremetió contra su hermano, apuñalando el centro de su pecho.

      —Por tu bien, espero no hayan dañado, porque si lo hicieron, los perseguiré por todo el infierno. —Colocó la navaja en el cuello de Rodolfo — Nosotros no haremos más daño, la Mafia Summer termina aquí.

Gustavo degolló a su hermano menor, tendió su cuerpo el piso y cogió unos galones de aceite que había reunido con anticipación. Los regó en la habitación y se sentó en medio, sujetó su herida hasta el final, pero perdió mucha sangre y ya no podía moverse.

     —Es el final de esta familia —dijo Verónica —Vine a despedirme de usted, estoy agradecida por todos los años que pase en esta mansión y por supuesto, gracias por permitirme cuidar de su hija, haber conocido a esa niña fue lo mejor que pudo pasarme.

El terminado hombre dijo una pequeña sonrisa, como si estuviera aliviado.

     —No tienes que ser tan respetuosa... Nana. Llévate algo de dinero y unas cosas del cuarto de mi hija, entrégaselo a mi nieta como un recuerdo.

La anciana salió dejó la mansión y segundos después ardió en fuego, las llamas crecieron y consumieron todos los recuerdos y para cuando llegaron Emma y los agentes policiales, ya era tarde. La mafia Summer cayó en un conflicto interno y ahora tenían que buscar a la niña perdida.

     —Quiero patrullas en toda la ciudad —ordenó a un ex detective que ahora era jefe policial.

     —No creo que se haya ocultado en la ciudad —dijo Richi —Es como una rata, siempre escapa y en la ciudad no podría hacerlo.

Mientras tanto, me encontraba al pie de un viejo departamento abandonado, Carlos llegó con una bolsa de compras y disparé, no logré herirlo y aprovechó para ir dentro. Aquí empezaría nuestro duelo, un enfrentamiento que se había postergado por muchos años.

DOS ESTACIONES A SU LADO © (Completa) Sin editarWhere stories live. Discover now