CARLOS VONGOLA

29 11 0
                                    

"Sonrisas de demonios se dibujan en los labios de la gente"

Scott Campos Barrantes

Mientras me contaba la historia recibió una llamada e hizo una pausa para atenderla.

      «Emma acaba de despertar»

       — ¿Puedes preguntar algunas cosas por mí?

       «No será necesario, apenas despertó lo dijo. Carlos se llevó a las dos.»

Confirmó sus sospechas y aceleró el auto, íbamos a un lugar conocido para todos, me refiero a la cabaña de la montaña, por alguna razón, el mafioso no superaba lo que sucedió allí, necesitaba consumar sus objetivos en ese lugar. Aytem permaneció atada de manos y amordazada, sentada en el sofá de la sala, tenía moretones en el cuerpo lo que evidenciaba maltrato. Su bebé lloraba desesperada y la mano derecha de Carlos la mecía para calmarla.

       — Has que se calle de una vez — El mafioso cubría sus oídos con las manos.

       — Señor, creo que la niña tiene hambre.

       — Esta bien, suéltala y dejemos que la alimente unos minutos, me conviene que la niña duerma, tengo planes para esta noche.

Así sucedió, Carlos la llevó a una habitación, la cogió del cabello y le pidió cooperación, que al fin y al cabo eran esposos. Aytem fue lastimada, fue golpeada por oponerse a tener intimidad.

        — Él está muerto ¿Por qué te empeñas en ser fiel?

Ella le escupió el rostro, acto que enloqueció al hombre. Entonces él cogió su arma y apuntó a la niña que dormía en una pequeña cuna.

      — Desnúdate, o ya sabes lo que pasará.

      — ¡¡NOO!! — Exclamó y empezó a quitarse la blusa — Esta bien, lo haré, pero no le hagas daño.

      — La amas, tanto como a él, quizá si la mato... habré acabado con todo lo que me recuerde a ese idiota.

     — Seré tuya, pero no la toques. — Respondió totalmente sumisa.

     «Nos ubicaremos hace dos años, la noche que Aytem llegó a la mansión Vongola después de haberse casado».

Ulises recibió a su hijo y a su esposa con un gran banquete, pasado esto, Carlos quería consumar su matrimonio con intimidad, pero desde que ella se separó de mí, no dijo una palabra, tenía la mirada muerta, no mostró ninguna emoción viva.

De esta forma, al estar en la habitación, Carlos se dispuso a cumplir su objetivo, él la besó y tocó sus pechos, ella por otro lado, derramó lagrimas ante tales acciones. Esto molestó a su esposo e hizo que se detuviera por un momento.

       — Esta noche haré que te olvides de él. — Frunció el ceño y procedió a quitarse el cinturón.

Aytem empezó a sentirse mal, se mareó y tuvo nauseas, momento después vomito sobre él, Carlos la observó un segundo y creyó que fue adrede y en reacción le otorgó una bofetada, causando que la mujer cayera desmayada.

Cuando despertó, observó una enfermera junto a ella. En la habitación también estaban Ulises y Carlos.

      — Al fin despierta. — La enfermera guardó sus materiales para retirarse — Le recomiendo guardar reposo, usted está embarazada.

La noticia sorprendió a los recién casados y alegró al jefe de familia, de esta forma Ulises tomó medidas al respecto sin pensarlo dos veces.

       — ¿Embarazada? Es cierto, ustedes fueron novios mucho tiempo, es bueno saber que seré abuelo.

Él no estaba al tanto de mi existencia o lo ocurrido en la cabaña y Carlos prefirió no decir nada al respecto, no salía de su asombro, pues sabía que ellos nunca tuvieron intimidad. Solo había una respuesta, pero su padre no podía enterarse, además con un hijo se convertiría en el nuevo jefe de familia y todo el imperio de su padre estaría en sus manos.

El suegro de Aytem la puso bajo cuidado, separó a la pareja en cuartos diferentes, aun así, Carlos aprovechaba cualquier ausencia de su padre para lastimarla. Willians llegó al segundo mes, la encontró con moretones en los brazos y piernas, viendo esto se quedó a cuidarla, desde entonces no se separó de la habitación. Excepto el día que Emma y Richi llegaron a la misión, aquel día ella se veía tan mal físicamente porque Carlos en su ebriedad la golpeó y estropeó la ropa que ella traía encima, esto sucedió porque el joven que la cuidaba fue a comprar uno de los antojos de la gestante.

De esta forma volvemos al presente, al momento en que llegamos a la cabaña, estaba en el mimo lugar donde se consumó nuestra historia, el destino nos devolvió la misma escena en la que nos despedimos dos años en el pasado.

DOS ESTACIONES A SU LADO © (Completa) Sin editarWhere stories live. Discover now