PELIGRO

148 42 2
                                    

"¿Estarías dispuesto a seguir luchando, aun cuando todo se ve perdido?"

Scott Campos Barrantes

Tomé un atajo y llegué al contenedor donde se suponía ella estaría esperándome, pero mi sorpresa fue grande al saber que no estaba.

       — Amor... ¡Debemos irnos, tu padre viene en camino! Grité, pero ella no salió — Aytem ¿me oyes?

Ingresé al contenedor para buscarla...

      — Debemos irnos — Ella no estaba dentro — No puede ser cierto ¿A dónde fuiste? ...Acaso tú ¿Volviste a la cabaña?

No tuve opción, tenía que volver antes de que su padre llegará. Lo hice sigilosamente y entonces vi lo que pasaba... Aytem era llevada dentro de la cabaña por Renzo y justo después ingresó Carlos.

La casa era resguardada por al menos 12 hombres, de los cuales, cuatro no vestían de traje negro, ellos eran los matones que contrato Carlos.

    «¿Qué debo hacer?», pensé.

Seamos sinceros ¿Creen que un sólo hombre puede contra una docena en una pelea frente a frente? ... No ¿Verdad? Por eso mismo, debía buscar la forma de sacarla, ideando un plan en el cual pueda evadir o alejar a todos los que custodiaban la cabaña.

Viví la mayor parte de mi vida en el campo y estaba familiarizado con la naturaleza y el bosque, así que usé esto a mi favor. Lancé una roca muy fuerte a la cabeza de uno de los guardaespaldas y este cayó inconsciente.

       — Hey ¿qué sucede? No es hora de dormir. Si el idiota de Carlos salé se enojará con todos — Dijo uno de sus compañeros.

Incluso entre sus hombres Carlos era odiado, su personalidad era realmente insoportable, era por eso que cuando no estaban frente a él no tenía ningún inconveniente en hablar mal de su jefe.

De pronto vieron caer a otro y a otro más.

     — ¿Qué demonios sucede? Hay sangre en su cabeza.

     — Alguien nos ataca desde el bosque. Preparen sus armas — Interrumpió el líder de los asesinos.

     — Se está moviendo y ataca a la vez, está usando rocas. Miguel, ten cuidado debe ser el sujeto que acabo con los hombres de Gustavo.

Miguel se llamaba el líder de los sicarios.

    — ¿Cuántos seguimos de pie? — Respondió.

    — Caen uno a uno, solo somos seis ahora — Y así cayó uno de los sicarios — Maldición, ahora solo cinco... ¡¡Oye Miguel disparemos ya!!

    — Disparen a todos lados, ahora.

Comenzaron a disparar al bosque con la intención de herirme y aunque escondí detrás de un árbol, una de las balas me rosó el hombro. Di un grito que dejó al descubierto mi ubicación; tras esto los cinco hombres restantes comenzaron a perseguirme.

    — No dejen que escape. Vamos a traer su cabeza aquí — Todos salieron a buscarme.

Dentro de la cabaña Aytem y Carlos estaban en una habitación, mientras Renzo cuidaba la puerta.

     — ¿Escuchaste los disparos?... Seguramente tu príncipe vino a buscarte, pero encontró su muerte — Carlos se bajó los pantalones.

     — Aléjate de mí, no te me acerques – Aytem estaba aterrada.

     — Ahora serás mi mujer — Carlos se puso sobre ella y comenzó a darle besos a la fuerza.

     — Por favor no... Déjame... Te lo ruego. — Ella se defendía con la poca fuerza que tenía.

De pronto la puerta se abrió de golpe. Renzo que había sido envestido por mi cayo inconsciente, levanté la mirada y vi lo que estaba pasando... Tenía la adrenalina a tope, estaba ensangrentado por las heridas, pero aun así no dude en golpear a Carlos.

      — Maldito cobarde ¿Qué le haces a mi mujer? — La ira sobrepaso mis otras emociones.

Lo golpeé sin parar una y otra vez, sin detenerme, sin compasión... Mientras Aytem lloraba por la situación que había vivido.

Llegué a tiempo para protegerla, al menos pude evitar que abusaran de ella. Otra vez forzamos al destino a darnos puntos a favor, sin embargo, aquí contraatacó con todo lo que tenía.

DOS ESTACIONES A SU LADO © (Completa) Sin editarWhere stories live. Discover now