PRESENTIMIENTO

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"Y descubrirás que todas tus acciones te conducen a algún lugar. Al paraíso de la gloria o a la desdicha del infierno"

Scott Campos Barrantes

Sintió calidez en el abrazo, y reconoció el calor de su hija, vio a su alrededor, aun sin adaptarse. Sus ojos se inundaron de lágrimas, no lo entendía, pero sentía el largo viaje lejos de su pequeña. Decidieron ir a casa, y al salir de la habitación vio al hombre que agonizaba, se acercó y acarició su rostro con suma delicadeza.

      —Mi pequeña... —dijo jadeante —Me alegra que despertaras.

      —¿Esto también es producto de mi padre? —preguntó.

      —Esto es lo que les pasa a las personas que hacen daño a los demás —Sostuvo la mano de su ahijada —Es hora de ser feliz, porque nadie se interpondrá.

Saúl dio su último aliento aquella noche, por el contrario, la vida de Aytem estaba reiniciando. Minutos después de que se marcharan, llegó la policía y de camino, Scott y su hija narraban lo que sucedió luego del incidente de la iglesia, resumieron todo, incluido la hazaña de Carlos al fugarse de prisión.

       —¿Entonces lo devolvieron a prisión? —preguntó.

Scott guardó silencio.

      —¿Dónde está Richi? —cuestionó otra vez.

      — Se encuentra con Carlos, él lo entregará a la policía. —respondió con recelo.

      — Detente, para el auto —dijo enojada — ¿Dices que lo dejaste solo con ese maniático?

Con el auto detenido, ambos tuvieron una discusión. Scott señalando que Richi ocultó un gran secreto y su esposa diciendo que debió haber una razón para que lo hiciera. Mientras su hija escuchaba en silencio la discusión de sus padres, para luego ser derrotada por el llanto y entre susurros sollozos preguntar...

      — ¿Si está en peligro por haberlo dejado solo?

      — Claro que no. El hermano de tu madre es muy fuerte, además Carlos ya estaba sometido.

Aytem "murió" sin saber esta verdad, sin embargo, siempre amó a Richi como a un hermano y no podía ocultar su felicidad, así que intentó consolar a su hija diciendo que su padre regresaría para cerciorarse que todo haya salido bien.

Acto seguido dio la vuelta y volvieron a la zona de fábricas, habían patrullas por todos lados, creyeron que todo había terminado, se estacionaron y al bajar un oficial se acercó.

      —¿Señor Kampell? —preguntó — A causa de la muerte de estos hombres muertos en la zona podrían ser condenados a una condena grande, no obstante, estamos al tanto de lo sucedido —Sacó una fotografía —La señora Emma nos encomendó el rescaté.

       —Demasiado tarde, mi hija está en el auto —Interrumpió — La policía no se presenta cuando se le necesita, pero ¿Ya se llevaron al líder?... Por favor, esta vez asegúrense de que no escape.

En ese momento, llegó un reporte por radio, el cual decía que no haber hallado al Vongola por ningún lado. Alarmado Scott arrancó la radio para cuestionar lo informado. El oficial hizo una llamada a Emma y grande seria la sorpresa, pues ella estaba en la ubicación de Ana, pero tampoco la encontró allí. Segundos después con un mal presentimiento encima se reportó a un niño escondido y este informó que su madre fue llevada por un hombre ensangrentado.

Por otro lado, Scott pudo contactar a Richi.

     —¿La encontraste? —preguntó al recibir la llamada.

     —Sí ella está bien. Despertó y está conmigo.

     —Es hora de su felices por siempre, se lo merecen y también, me toca a mí salvar a mi esposa.

Se encontraba en el auto frente a un lugar cerca a la playa, apuntando con una mano a Carlos y con la otra sosteniendo el celular.

      —¿De qué hablas? ¿Qué pasó con Ana? —Sintió frío —Maldita sea, dime ¿Dónde estás?

     —Tranquilo. Ve con tu familia

     —¡Deja de actuar como un niño! —interrumpió con un grito —Es mi mejor amiga la que está en peligro.

De esta forma, fue informado y junto 5 patrullas se dirigieron al paradero de Ana. Al mismo tiempo, Richi llevaba a Carlos como intercambió, lo inesperado llegó, pues al abrir la puerta principal vio a su esposa atada en el centro de la sala, sentada sobre una silla, tenía cinta en la boca y estaba inconsciente.

Richi ingresó con sigilo, pues, aunque parecía estar vacío, sabía que el enemigo asechaba, se acercó a su esposa y Martin lo emboscó saliendo de un estante. Esto dio a Carlos la oportunidad de esconderse, abriéndose entre un forcejeo con el fugitivo, recibió un disparo que le rozó la cintura.

Herido hasta las narices aún tenía que proteger a Ana y no se rindió. El arma de Martín voló hacia algún lado, acto seguido el representante de los detectives presionó una de las heridas de su enemigo y luego lo sometió por el cuello, lo apretó fuerte hasta causarle su muerte.

     —Bravo. Usted es un hombre con mucha suerte — Carlos apuntó la cabeza de Ana.

     —Detente, oíste mi conversación con Scott. En cuestión de segundos estarás rodeado.

Cargó su arma y dio un paso al frente, esta vez apuntando a Richi.

     —Lo sé, pero estoy cansado de huir — Se acercó agresivo y dispuesto a todo —Tú ¿Te crees un héroe? ¡Si no los hubieras ayudado a escapar aquel día! —Disparó —¡Maldito, hijo de perra!

Ana retomó la conciencia y vio a su esposo herido en el piso, arrastrándose mientras Carlos lo seguía apuntando con el arma. Gritaba, pero nadie la escuchaba, su boca había sido cubierta con la cinta adhesiva.

Scott llegó y oyó el disparo, con un mal presentimiento en su pecho corrió sin pensarlo dos veces, ingresó en la sala y vio el momento exacto donde el mafioso Vongola llenó el cuerpo de balas de su mejor amigo. Uno tras otro, disparó sin piedad, acompañado su hazaña con risas de satisfacción.

Ana lloraba atada a la silla y el padre de Inohue quedó impactado por la brutalidad, la vida de su compañero, aquel a quien le debía demasiado, fue arrebatada frente a sus ojos.

      —Esta es mi venganza —dijo Carlos — ¿No creyeron que tendrían su felices por siempre o sí?

DOS ESTACIONES A SU LADO © (Completa) Sin editarWhere stories live. Discover now