REINICIANDO

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"Golpea con fuerza, las agujas del destino pueden cambiar de dirección"

Scott Campos Barrantes

No había otro que conozca la cabaña mejor que yo, estuve dos estaciones a su lado en ese lugar. ¿Por qué él la traería hasta este lugar? ¿Acaso Carlos tenía una especie trauma por el pasado?

Las luces permanecían apagadas, solo había un mechero encendido y tras la ventana se podía ver la silueta de Carlos quitándose la camisa.

     — Él no debe estar solo ¿Hay alguna forma de entrar, que no sea por la puerta principal?

     — Si esto no ha cambiado en dos años, entonces debe estar aquí. Sígueme.

La ventana de la biblioteca estaba abierta y la usamos para ingresar, fuimos sigilosos a cada centímetro. El compañero del joven Vongola se encontraba dormido en una silla de la cocina, aprovechamos esto y lo neutralizamos, con él inconsciente ya solo nos quedaría uno.

Llegamos a la habitación y permanecimos ocultos esperando el momento indicado para poder intervenir, oyendo a Carlos discutir sobre lo que pasó un tiempo atrás.

     — El día que tu madre ingresó a la mansión, fue el final para mí, todos los bienes familiares fueron confiscados... no quedó nada. Entonces me di cuenta que los únicos culpables de mi desgracia fueron ustedes — Se vio en un espejo — Mira que cambiarme por ese pobretón... tenía todo para darte.

      — Es lo que siempre odié de ti, tu forma de menospreciar a los demás — Interrumpió Aytem.

Al escuchar tales palabras, el rufián se burló con descaro.

      — En este mundo el dinero lo es todo ¿Querías amor? ¿Para qué sirve eso, cuando puedes comprar todos los lujos que desees?

La conversación seguía avanzando a la par que nosotros escuchábamos, entonces Carlos dijo algo que provocó el brote de lágrimas desde el fondo de mi corazón.

     — Inohue, pequeña Inohue — Cargó a la niña entre sus brazos— ¿Por qué elegiste ese nombre? Estoy seguro que mientras se acostaban en esta cama, soñaban con casarse y tener hijos.

Con solo escuchar el nombre de la niña, mi corazón se ablandó, aquel era el nombre que un día mencioné frente a ella cuando hicimos planes a futuro, así le pondríamos a nuestra primera hija.

      — ¿Una familia? — Posó su arma sobre la frente de la pequeña — El padre murió, si mato a la niña frente a tus ojos y luego tengo sexo contigo, sería la mejor forma de vengarme. De todas formas, tenía intención de matarlas a las dos.

       — Eres despreciable. Me alegro que mi hija no sea tuya y que su padre sea la única persona que amé. Mi hija lleva la sangre de un gran hombre.

Richi observó mi llanto silencioso, mi alma, mi corazón... no puedo describir lo que sentí a enterarme algo tan grande y reconfortante, simplemente la felicidad desbordaba mi ser.

Las palabras dichas por la madre cabrearon al mafioso y decidido a terminar su venganza más rápido llevo a la niña con madre y las apuntó, de esta forma se las llevaría a las dos, obviamente nosotros no dejaríamos que consuma sus planes, así que Richi tocó la puerta.

     — ¡Ahora no, te dije que estaba ocupado! — Gritó creyendo que era su guardaespaldas.

La puerta volvió a sonar, una y otra vez sin hacer caso a las órdenes del mafioso.

     — Maldita sea. Voy a matarte. — Abrió la puerta y no había nadie.

Asomó la cabeza para observar los lados del pasillo y recibió un potente golpe con el codo justo en el rostro, esta acción hizo que se tambaleara retrocediendo por el impacto, acto seguido fue reducido por el detective de la agencia Silver, lo sostuvo contra el piso y el arma enemiga cayó bajo mis pies.

     — Tú... ¡¡Sigues vivo!! — Carlos intentó levantarse — ¡¡Dejadme, voy a matarlos a todos!!

Vimos el estado en el que se encontraba la persona más importante en nuestra vida y llevado por la ira el hijo de Rodolfo lo golpeó sin parar hasta dejarlo inconsciente, por mi parte fui directo a darle un abrazo a las víctimas del incidente.

     — Detente...por favor — Susurró ella.

     — Olvidé que te aterra la violencia — Richi tenía los puños ensangrentados. — Pero se merece esto.

Entonces lo ató de manos y lo recostó en la cama. De esta forma rescatamos a la pequeña niña que no dejaba de ser castigada por la vida. Caminamos por el pasillo de la cabaña en dirección a la salida, a unos metros habíamos dejado el auto, Richi se adelantó con la niña y yo serví de apoyo para que Aytem pudiera andar.

     — Le pusiste ese nombre... — Inicié la conversación, pero no quité los ojos del frente — ¿Por qué no me dijiste que era mi hija?

Ella me vio un segundo y respondió.

     — Cuando llegué para cumplir lo que prometimos, tú besabas a otra mujer en el parque... creí que no era necesario que lo supieras — Dejó de andar — Pero ahora que sabes que Inohue es nuestra hija... por favor cuida de ella y reinicia esta historia.

En un instante se desvaneció en mis brazos, no entendí lo que paso, pero la cargué en brazos y salí corriendo. Algo andaba mal, un mal presentimiento me seguía los pasos.

Al llegar al auto, Richi se puso pálido.

      — Veníamos andando a su ritmo y luego se desvaneció...

Él abrió la puerta con apuro y la ingresamos.

     — Es por su enfermedad, ella no ha tomado su medicina mientras se encontraba aquí.

DOS ESTACIONES A SU LADO © (Completa) Sin editarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora