¿VÍCTIMA?

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Aquella persona se acercó con cuchillo en manos, Teresa se asustó e intentó gritar con la mordaza puesta, retrocedió a un rincón y entonces el individuo intentó calmarla.

     —No temas, no te haré daño —Levantó las manos en son de paz —Tengo el cuchillo para quitarte la cuerda de tus manos, solo tienes que prometer que no harás estupideces.

Ella movió la cabeza con miedo, afirmando que no haría nada. Fue liberada, pero estaba confundida porque aquel tipo no le quitaba la mirada de encima.

      —Disculpa el golpe que te dio mi compañero.

Era Red quien ayudaba.

     —Y también por no poder dejarte ir ahora.

     —¿Qué me harás? —cuestionó.

     —¿Hacerte? —Ofreció agua — No voy hacerte nada, solo no puedo dejarte ir porque arruinaras el plan.

     —¿También escapaste de prisión?

El hombre tomó un sorbo de agua embotellada y no respondió, pues era obvio, vestía un uniforme de prisión, se dirigió a la puerta y con la voz entrecortada se confesó.

     —Yo no quería que pasara esto, pero debo hacerlo. Hace diez años robé un banco, porque necesitaba el dinero urgente.

      —Robar está mal, pero no parece un mal hombre. —dijo Teresa.

Y en la base enemiga, Carlos dejó a Inohue y fue con sus hombres. El líder Vongola reunió a sus hombres e informó los nuevos planes, al parecer ya sabía que el asesino que envió no logró su objetivo.

      —Él vendrá muy pronto, esta vez lo mataré —Soltó una sonrisa pícara y prosiguió — Quiero que se distribuyan en los alrededores, y otro grupo investigue la ubicación de la esposa de Red, debemos prevenir cualquier estupidez que planee.

      —Jefe ¿Cuándo tendremos el primer pago? —dijo uno de los hombres.

      —Solo ayúdenme a matar a ese hijo de puta y tendrán toda la pasta que quieran —respondió.

Se sentó, sacó su arma y la puso sobre la mesa. Tenía dos hombres que no se alejaban de él, eran los más fitness de todos, hombres altos y corpulentos, uno de raza negra y otro de piel blanca, vestidos elegantemente y con gafas oscuras.

      —¿No crees que nos encuentre la policía? —susurró uno al otro.

      —Creí que los de tu raza no le temen a nada —dijo Carlos al escucharlo — El plan fue perfecto, incendiamos nuestro pabellón entero, pero los que se quemaron con nuestros uniformes fueron los del pabellón vecino. Entonces ¿A quién crees que están buscando justo ahora?

En ese momento entraron los hombres encargados de buscar a la esposa de su compañero ausente. Cumplieron su trabajo eficazmente y entregaron la ubicación a su líder, luego de revisarlo sonrió como desquiciado y envío a sus hombres tras ella.

Todo el mundo se movió mientras Red tranquilamente contaba su historia, muchos sucesos estaban a punto de salir a la luz ya que al parecer las coincidencias del mundo apuntaban a favor.

     —Estuve en prisión por atracar un banco y asesinar a un policía, fui condenado a quince años —Introdujo las manos en sus bolsillos y sacó una fotografía —Mi pequeña hija debe tener doce años justo ahora, porque solo cumplí diez años y me fugué.

     —¿Por qué lo hizo? ¿Por qué robo aquel banco? —susurró la pregunta.

     — Por mi hija — La foto que sostenía era de un bebé — Tenia casi dos años cuando enfermó y necesitaba ser atendida con urgencia, sin embargo, no contaba con el dinero para saldar los gastos, esa fue la razón para hacerlo.

Se acercó a Teresa para mostrarle la fotografía.

      — Es ella ¿Es muy linda verdad? Y la que la carga es Karen, su madre.

La niña miraba con asombro, sus ojos se llenaron de lágrimas en un instante, bajó la mirada y se quedó en silencio, el tipo seguía hablando sobre lo feliz que hubiera sido si la vida le hubiera permitido crecer con su hija.

      —Papá, tú eres mi... —dijo con la voz quebrada.

Levantó el rostro con las lágrimas incesantes en su rostro y el hombre sorprendido la cogió por los hombros.

      —¿Qué dijiste? Repite lo que dijiste.

      —La bebé de la fotografía soy yo, soy Teresa, la hija de Karen y Red.

Él la abrazó de inmediato, la abrazó con todas sus fuerzas, como si quisiera compensar el tiempo perdido y los años que no pudo tocarla, su corazón estaba sensible ante tal coincidencia, ante tal buena noticia.

DOS ESTACIONES A SU LADO © (Completa) Sin editarWhere stories live. Discover now