¿SIN FINAL FELIZ?

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"Ojalá las heridas del alma fueran como el tiempo, fugaces"

Scott Campos Barrantes

No importaba cuantas semanas pasaron en la vida de la familia de Scott y Ana, pues, aunque mantenían contacto, ellos se distanciaron. Los Kampell siguió en aquella cabaña, pero Ana regresó a Boston, donde residió con Richi, esto porque Nicolás debía culminar la escuela.

Pasó el tiempo y eran una familia como soñaron serlo alguna vez, esta vez sin preocupaciones, esta vez sin miedo a que algún enemigo quiera arrebatarles la paz.

     — ¿Dónde está Inohue? —preguntó Scott hallándose en la biblioteca.

     —Tiene una video llamada con sus compañeros de la preparatoria —respondió trayendo una taza de café.

Scott estaba frente a su escritorio, con dos de sus libros publicados, algunas hojas nuevas a un lado y viendo su portátil.

     — Me contó que eres profesor la preparatoria a la que asiste — Se acercó justo a un lado y lo abrazó por el cuello —Así que no ejerciste tu verdadera carrera.

De repente, al ver la pantalla del portátil leyó "Una vida a su lado", pues el escritor estaba escribiendo una nueva historia.

      — Dos estaciones a su lado, recuerdo la carta que llevaba ese título... jamás pensé que lo convertirías en un libro y que ahora se vaya a convertir en una trilogía.

      —Aquel sujeto me dio esa idea —Abrió el cajón del escritorio y sacó unas hojas viejas —Al parecer el escribe, pero por alguna razón prefirió entregarme sus escritos, pensé publicar esta historia, pero no lo sentí correcto y de pronto ya había empezado la historia de dos estaciones, pero...

Aytem cogió el nuevo libro que publicó hace unos meses, lo abrió y leyó una de las frases...

«He de acostumbrarme a la felicidad temporal, pues la vida me ha enseñado que no existen los felices por siempre»

Luego, cerró el libro y en silencio lo devolvió a su lugar.

     —¿Crees que este no será nuestro felices por siempre?

     —Todo se rige a un equilibrio, para tener la felicidad deseada, debemos conocer el dolor y para que unos felices otros deben sufrir —respondió Scott girando su asiento frente a su esposa.

    —Entonces ¿No todos serán felices? —cuestionó Aytem.

    —Lo serán, no obstante, será en su momento —La cogió de la cintura y levantó un poco su vestido metiendo sus manos para tocar su trasero —Así como nos pasó a nosotros.

Ella sonrió y se acercó al oído de su esposo para susurrar.

    — He cerrado la puerta, han pasado dieciocho años desde aquella primera vez aquí ¿Quieres repetirlo?

Scott levantó a su esposa contra el escritorio y comenzó a besar su cuello, ella le cogía el cabello y el ambiente comenzó a calentarse, a la par de sus alientos y respiraciones aceleradas, comenzó a bajar por sus hombros, mientras sus manos retiraban las bragas de su amada. Ella se mantenía sumisa y él comenzó a bajar su vestido, dejando ver parte de sus senos.

De pronto, su hija tocó la puerta y ellos se echaron a reír...

     —Olvidamos que ahora tenemos una hija —Se subió las bragas —Pero te espero en unas horas en la habitación.

Al abrir la puerta, Inohue ingresó con el teléfono.

     —Son de la editorial, dijo que leyó el correo y estará encantado de publicar tu próxima obra. —entregó el teléfono —¿De verdad lo harás?

Cuando contestó, aquella persona detrás de la llamada se mostró demasiado feliz.

       (Lo del correo ¡¿Realmente cerrara la historia aquí?! —Se oyó a otro joven intentando calmarlo —Después de publicar "Volviendo a su lado" ¿Cómo se llamará el final de la trilogía?)

     — Así es, Dilan. Ya empecé a escribir "Una vida a su lado"

       (¿Una vida a su lado? Suena increíble. La editorial Marte, estará encantado de acompañarlo en este nuevo proyecto)

     —Te llamaré luego para acordar una cita, ahora debo ir a cenar con mi familia.

De esta forma, terminó la llamada y todos se marcharon a arreglar la mesa, todo iba bien. El ambiente en la cabaña les dio la paz que buscaban como familia, estaban todos sentados en la mesa cuando de repente el teléfono volvió timbrar.

      —Te dije que llamaría —contestó creyendo que era la editorial — Esta es la razón por la que solo hemos llevado un contacto distante en nuestro trabajo.

Entonces se oyó una voz femenina.

      —Hola, Scott Kampell. Mi nombre es Cristina Sleider, llamo en nombre de Takeshi Fujishima.

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Dos capítulos más y se acaba.

DOS ESTACIONES A SU LADO © (Completa) Sin editarWhere stories live. Discover now