CONTRA LAS CUERDAS

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La luz del amanecer llegó y Ana no logró contactar a su amigo, iba en su auto junto a su pequeño hijo y llamó a su esposo.

      (¿Te comunicaste con Emma?) —preguntó él.

      — Acabo de descubrir algo muy grave — Abrió el papel — Encontré una carta donde Carlos le pide a Rodrigo que se sea alumno de Scott y lo mantenga informado.

       (¿Qué demonios dices? ¿Te refieres al mejor amigo de mi sobrina?)

        — Eso no es todo. Al parecer su verdadero apellido es Vongola y es hijo de Carlos.

Una noticia que dejó sin habla a Richi, pues entendió que su amigo había caído directo en la trampa enemiga. No había otra cosa más que moverse de inmediato, y sin dejar un respiro los que venían siguiendo a Ana comenzaron a disparar. De inmediato, aceleró y los dos autos que venían detrás también lo hicieron.

Ella tenía que proteger a su pequeño hijo y advertir a su mejor amigo del peligro, aunque sabía que ya era tarde para eso. Giró en una calle, justo en una curva que era conocida para ella y la aprovechó para escapar, porque los persecutores se estrellaron por sus malas maniobras, uno contra un árbol y otro se fue directo a una casa.

Una hora antes en la cabaña, el hombre que cuidaba a los estudiantes fue a ver qué pasó tras oír el disparo y vio a su compañero muerto en el piso, la escena era desagradable pues su cabeza recibió un impacto de la munición de escopeta a corta distancia. El tipo quiso huir, pero Karen salió detrás de la puerta, cargó la escopeta apuntando a la cabeza del delincuente.

      —Suelta el arma —ordenó ella —Date vuelta y camina hacia donde están los otros.

      —Tú eres la mujer por la que veníamos —dijo él.

Cuando llegaron a la sala, había dos hombres, uno bebiendo cerveza, algo ebrio y el otro sosteniendo el bate con el que noquearon a dos de sus compañeros. Karen amenazó, pero respondieron apuntando a los estudiantes.

       — Se llevaron a mi hija ¿Dónde está ella?

       — ¿Se refiere a la hija del escritor? —dijo el hombre expuesto.

       — Se llevaron a otra niña. Era mi hija —respondió.

El hombre ebrio apunto a la mujer sin temor y avanzó diciendo que no le importaba si mataba a su compañero, pero que si no bajaba la escopeta la iba a matar también.

       —Debe ser la niña que dejamos en la carretera del bosque, a la que Martin golpeó —dijo el del bate.

Su compañero ebrio se detuvo y luego de mirarlo, le disparó en la cabeza.

       —¿Acaso no aprendiste que no debemos ser soplones? —dijo pateando el cuerpo.

Los estudiantes entraron en pánico y el hombre amenazó disparando en la pierna de uno de ellos. Karen entraba en pánico, pero sabía que si dejaba de apuntar estaría en total desventaja. El fugitivo se sentía poderoso, fue cuando Marcs apareció y se lanzó directo al cuello del hombre.

Karen pidió al hombre que lo lleve al lugar donde dejaron a su hija. Salieron de la casa y al llegar no había rastro de Teresa, la madre levantó la escopeta e hizo que hombre de cicatrices en el rostro se arrodille suplicando por su vida.

Iba a matarlo también, pero los gritos de súplica llegaron a Red, que en ese momento estaba cerca, porque se dirigía a la cabaña con su hija. Se acercó sigiloso y observó a Karen, lo cual lo llevó a la siguiente pregunta ¿Las coincidencias existen o solo es un juego del dios del tiempo y el destino?

      —¿Karen? ¿Eres tú verdad? —Se acercó lento.

Ella lo vio con el uniforme de prisionero y recordó lo que dijo Richi, sin dudarlo retrocedió un poco para poder apuntar a los dos hombres.

       —Red ¿Estabas con ellos cuando se llevaron a nuestra hija y no la protegiste? —dijo Karen.

       —Espera, puedo explicarlo.

       —Silencio, no solo cometiste delitos, también nos dejaste solas, por eso mereces morir.

Es tan fácil asegurar que las mujeres tienden a cambiar sus estados de ánimo en un instante, y que podrían desaparecerte si están demasiado fastidiadas, sin embargo, no quiere decir que su ternura y sensibilidad desaparece, ellas solo la sumergen hasta el fondo. Es así, las mujeres representan la dulzura desmedida que vuelve loco a un hombre.

       —No te apresures —Miró hacia los arbustos y llamó con sus manos —Ven aquí, no hay peligro.

La niña salió y fue directo a los brazos de su madre, la escopeta cayó al suelo y el hombre de rodillas intentó cogerla, pero Red la pisó y miró a su compañero para luego pedir que se marchara.

     —Nos estamos metiendo con personas buenas, esto no es como Carlos lo pintó.

     —¿Vas a traicionarlo? —preguntó.

     — Él no triunfará en esta guerra, está condenando a una buena niña y no es justo. Vete, lárgate y busca a tu familia no cometas los mismos errores dos veces.

Entonces se levantó y se fue por el bosque, dejando así el emotivo reencuentro entre lágrimas y abrazos.

     —¿Qué van le harán? —preguntó Teresa.

     —¿Te preocupa tu amiga? —Red acarició la cabeza de su hija y besando su frente respondió —Iré a traerla de regreso.

Obviamente Karen se opuso, le pidió volver a su país, pero aquel hombre se sentía culpable por haber sido parte del secuestro.

      — Vayan ustedes, yo iré pronto. Lo prometo.

Así pues, se montó en un auto y se despidió rumbo a la ubicación de su jefe. Esta vez con un sentido penitente, quería ayudar a salvar a la amiga de su hija, para así poder vivir en paz con ella.

DOS ESTACIONES A SU LADO © (Completa) Sin editarWhere stories live. Discover now