RESIGNACIÓN

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" El amor también consiste en dejar ir. Adiós, fue lindo mientras duro"

Scott Campos Barrantes

Una situación violenta frente a los ojos de Aytem. Cuando giré la cabeza, ella se cubría los oídos con las manos... olvidé que ella no toleraba la violencia.

        — Hey, ya estoy aquí. No llores, salgamos antes de que los demás lleguen. Tu padre está en...

La vista se me nublo de repente y caí al piso, un disparo había perforado un lado de mi cuerpo.

       — ¿A dónde crees que llevaras a mi hija? — Gustavo llegó junto a Willians y Rodolfo — Quita tus sucias manos de ella

       — ¡Nooooo! — Aytem dio un grito.

Seguido a esto, no recuerdo que paso, solo perdí la conciencia poco a poco, para luego despertar atado a una silla. Estaba en una habitación con Rodolfo, Carlos y el padre de Aytem.

        — Rodolfo tráeme las herramientas, vamos a castigar a este muchacho — Dijo Gustavo.

De pronto tocaron la puerta, era Miguel y su grupo. Al verme atado en la silla, sugirieron terminar el trabajo.

       — Si quiere, nosotros lo torturamos — Señaló Miguel.

       — Reciban su dinero y largo de aquí. — Contestó Carlos, que tenía la cara vendada.

       — Si eso quieres, entonces que así sea. Adiós, fue un placer trabajar con ustedes.

Justo al abrirse la puerta Aytem me vio atado, ella estaba con Willians.

      — ¿Qué le van hacer? — Preguntó al guardaespaldas.

      — Es mejor no saberlo. Vamos afuera. — Willians sabía lo que iban hacerme, por eso intento sacarla de la cabaña.

      — No — Dijo ella — No pienso irme.

La puerta se cerró y entonces empezó mi infierno.

      — Parece que tuviste suerte... La bala salió, pero ¿Qué tal si abrimos más la herida? — Rodolfo introdujo sus dedos y comenzó a moverlos.

      — ¡¡Waaaahhhh!!

Gritos tan profundos que nunca imaginé poder hacer por dolor, salieron de mi boca.

       — Ahora usa la navaja y clávasela en su pierna — Carlos era el que más disfrutaba el espectáculo.

      — ¿Por qué mi hija? — Preguntó Gustavo.

      — ¿Porqué?... Porque realmente la amo — Respondí con la poca fuerza que quedaba en mí.

      — ¿La amas? — Empezó a reír — Solo estas con ella por su dinero.

      — Se equivoca — Agregué.

Rodolfo obedeció y me clavó la navaja en el muslo derecho, fue un dolor tan grande que hizo que me desmayara. Pero sin compasión alguna él prosiguió a golpearme.

Aytem oía cada grito, cada quejido. En realidad, todos podían oír cada ruido que salía de la habitación.

       — Padre por favor detente...no sigas — Ella tocaba la puerta — No lo lastimes. Perdóname... Me iré contigo, pero ya basta, te lo suplico.

      — ¿Prometes irte conmigo sin oponerte? — Gustavo abrió la puerta.

Aytem me vio acabado, inconsciente, lleno de golpes y no tenía nada que pensar... ella no quería que me maten y por eso ya no iba oponerse más a su padre.

      —Me iré contigo, pero deja que me despida de él... Por favor —respondió sosteniendo la mano de Gustavo.

Su padre lo dudó, pero accedió a la despedida, por lo que ordenó a Rodolfo me echara encima una cubeta de agua fría, acción que me despertó y mostró a ella frente a mí.

     — Hola —saludé sonriente —Creo que no estoy presentable para esta cita.

No dijo una palabra, pero se acercó y acarició mi rostro, pude sentir sus manos temblando mientras recorría mi rostro herido.

     —¿Me quieres? —dijo de repente.

    —Te amo —afirmé.

    —Entonces debes olvidarme —respondió, mostrando el recorrido de una lagrima sobre su mejilla.

     —No puedo hacer eso, no me pidas que abandone lo único bueno que me paso en la vida.

     — Por favor, si me amas, deja que me vaya sin que mi corazón se quebrante más. Ellos no se detendrán jamás.

La vi tan frágil y temerosa que no tuve opción.

      —Te prometo que aun en el fin del mundo voy a encontrarte y voy a esperarte hasta el último día de mi vida sobre la tierra. Te amaré, aunque la vida me esté quitando tu amor en dos estaciones.

Justo en ese momento Carlos cogió un arma y me dio otro disparó... Provocando que cayera frente a Aytem y que ella colapsará al instante.

      — Oye idiota, ¿qué hiciste? — Dijo Gustavo sosteniendo a su hija.

      — Evito que me sigan humillando — Hizo un gesto de burla.

Tras esto sacaron a Aytem de la habitación, y comenzaron a marcharse uno a uno. Su padre no estaba dispuesto a dejarme con vida y ordenó que Willians se cerciorara de mi muerte.

Así fue, él entró en la habitación y se escuchó un disparo.

     — Todo a terminado — Dijo confirmando su trabajo.

     — Muy bien, todos a la mansión. Hay una boda que celebrar.

Era una victoria para estos hombres, su objetivo había tardado en llegar, pero lo lograron... ellos habían ganado.

DOS ESTACIONES A SU LADO © (Completa) Sin editarWhere stories live. Discover now