UN COMPROMISO ARREGLADO

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"La vida no es un cuento de hadas, prepárate para los golpes que pueda darte"

Scott Campos Barrantes

La princesa rescatada del castillo, la que despertó con el beso de su príncipe azul o aquella que fue ayudada por su hada madrina, todas esas historias terminan con un felices por siempre. Sin embargo, existen otras princesas cuyas historias las hizo víctimas del infierno llamado vida real.

Aytem fue llevada a casa y al llegar su padre la esperaba.

           — ¿Por qué haces esto? — Recriminó llorando.

          — Te advertí que te alejaras de ese tipo de gente — Respondió su padre.

         — Ya deja de menospreciar a los demás por su estatus social, no tienes derecho de juzgarlos. — Enfrentó.

        — No te confundas, este mundo está hecho para que lo conquisten las personas con poder. Tu matrimonio hará que nuestra economía siga creciendo, así que vas a casarte como estaba predicho.

       — Eres repugnante — Ella empezaba a comprender la maldad de su padre — Jamás me casaré con él, yo escogeré a la persona con quien hacerlo... ¡¡Así que no te metas!!

      — No estamos discutiendo esto — Repitió hilarante — Las cosas ya están dichas. Ahora ve con Verónica, estarás en tu habitación hasta que yo lo diga.

    — Por eso mamá se marchó, por eso ella ya no está con nosotros. — Aytem encaraba a su padre por primera vez.

    — ¡¡Silencio!!Arrojó de golpe su copa al piso — Tu madre solo fue una perra que huyó con una basura.

Su padre enfureció como si de su peor enemigo se tratara. Entre lágrimas, la pequeña Aytem se dirigió a la habitación junto a Verónica, quien era la ama de llaves. A la vez, su padre haría una llamada que aceleraría las cosas en esta historia. Contactó con la familia del prometido, su padre volvió a utilizar la vida y el futuro de su hija a su antojo.

    — Hola, señor Ulises ¿Cómo se encuentra usted? — Dijo por teléfono.

     — Deja las formalidades Gustavo. Ve directo al grano, sabes que soy un hombre muy ocupado. — Respondió el padre de Carlos.

     — Claro, claro, lo siento. Con respecto al compromiso de nuestros hijos, quisiera cambiar la fecha de la boda... Ya sabe, mi hija es una chica de salud algo débil y quiere casarse cuanto antes.

     — Pero aun tiene diecisiete años, no es permitido casarse a esa edad

     — No se preocupe, tiene mi autorización después de todo.

     — ¿Cuándo seria la fecha entonces?

     — El invierno está por terminar. Será en un mes cuando la primavera haya empezado — Pensó un segundo y Agregó — Que sea el día del cumpleaños número 18 de mi pequeña hija.

     — Esta bien, que empiecen los preparativos — Colgó la llamada.

    — Así es infeliz en un mes todo será mío. — Gustavo era un hombre ambicioso. — Rodolfo encárgate de los preparativos de la boda junto a los sirvientes del idiota de Ulises.

Por otro lado, en la habitación de Aytem.

      — Señorita, por favor no llore más, estar triste dañará a su corazón. — Verónica consolaba a Aytem.

     — Nana, la verdad es que quisiera morir justo ahora — Dijo entre lágrimas.

     — No diga eso mi niña, por favor cálmese.

     — ¿Me describes a mamá? — Susurró una pregunta — Se fue cuando era muy pequeña y en la casa no hay ninguna foto de ella.

     — En casa tenemos prohibido hablar de ella, pero se lo diré. Ella se parecía mucho a usted, era muy amable con todos. A pesar de ser muy infeliz en su matrimonio, ya que también fue arreglado, ella siempre le sonreía a los demás, pero al final una noche se fue con quien más quería. Desde entonces está prohibido mencionar cualquier cosa referida a su madre.

     — ¿Por qué no me llevó con ella? — Preguntó.

    — Si lo hacía, tu padre los hubiera buscado y asesinado a todos, ella pensó que tendrías una mejor vida aquí, pero al final estaba equivocada, usted no merece el trato que le da su padre.

    — ¿Entonces mamá buscó su felicidad?

    — Así es, su madre fue muy valiente. Si se aman deberían luchar por estar juntos. El amor joven es el más precioso de todos — Metió la mano en el bolsillo de su delantal — Es un regalo para ti, es una fotografía de tu madre cuando apenas habías nacido, debes guardarla bien para que tu padre no la descubra.

     — ¿Mamá? ¿Ella es mi madre? — Aytem vio la foto y automáticamente las lágrimas recorrieron su rostro.

Esa noche fue cómplice del llanto de un corazón bondadoso... Fue cómplice de las lágrimas de un amor incomparable.

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DOS ESTACIONES A SU LADO © (Completa) Sin editarWhere stories live. Discover now