RICHI Y AYTEM

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"La fragilidad del corazón humano nos obligó a crear barreras que nos protejan, guardando en secreto que somos cristales"

Scott Campos Barrantes

Los guardaespaldas no se movieron, quedaron sorprendidos por lo ocurrido. Richi mantenía el arma sobre a su padre, mientras él se tumbó de rodillas cogiendo su herida ensangrentada.

    — Que nadie mueva un musculo — Ordenó manteniendo su distancia.

El hombre herido se retorció adolorido y sus guardaespaldas dejaron su asombro para atacar, sin embargo, Richi advirtió volver a disparar contra su líder.

    — La señorita, no está aquí. Desde que volvió a Boston... — Se quejó por el evidente dolor. —... no regresó más.

    — No digas mentiras, sé muy bien lo que quieren hacer con ella.

Ante el alboroto, Gustavo salió de su mansión y vio el escenario en el que nos encontrábamos, ordenó detenernos, pero también fue enfrentado.

     — Tío, sé muy bien que sus planes fueron derrumbados cuando Aytem fue liberada de sus manos y sé también sé qué harías cualquier cosa por separarla de su madre, por eso estoy aquí... para rescatar a mi mejor amiga.

El líder de la mafia Summer se acomodó la bata y respondió enojado.

    — Fuiste cómplice de todo, me traicionaste y ¿Ahora vienes a decir que secuestré a mi hija? Ella y su bastarda son libres de mí.

     — No puede ser cierto — Bajó el arma — Aytem desapareció ayer por la mañana, si ustedes no la secuestraron, entonces... fue él.

Me miró y sentí la tragedia. Me perdí muchos eventos importantes en sus vidas los últimos dos años, en consecuencia, no entendí la situación con exactitud y justo antes de marcharnos, Gustavo dijo algo intrigante.

     — Eres el muchacho de la cabaña ¿Verdad? — Encendió un cigarrillo — Lucifer estará sobre tus hombros si no te alejas cuanto antes.

Por alguna razón no le sorprendió verme vivo, pero sus palabras sin duda significaban mucho. Luego de esto regresamos al apartamento, ahí hizo una llamada y luego de colgar, se acostó en el sofá. Un silencio incómodo nos acompañó cuando de pronto, comenzó a hablar de Aytem.

      — ¿Sabes cómo me llamaba ella de pequeños? — Él veía el techo — Ángel guardián.

Me quedé en silencio, no hice más, solo escuché lo que decía.

     — Nosotros tenemos casi la misma edad, siempre estuvimos juntos, incluso fuimos a la misma escuela, esto porque yo sería el guardaespaldas seleccionado para ella... Allí solían llamarnos "La princesa y el perro guardián", era una escuela de ricachones arrogantes. Siempre la defendí de lo bravucones y ella curaba mis heridas cada que esto pasaba. A pesar de ser su sirviente... siempre me trató con mucha amabilidad.

      — No lo comprendo. Eres un Summer igual que ella, aun así...

      — Así funciona en la mafia — Interrumpió — El líder se encarga de dirigir y lo demás familiares se encargan de los trabajos sucios o de los guardaespaldas, como mi padre.

Sin duda alguna, a él no le importaba el grado jerárquico, la quería muchísimo, quizá más que a su propia vida, Richi amaba a Aytem.

      — Cuando su padre y el padre de Carlos hicieron el compromiso, sabía que no podía hacer nada para ayudarla, pero de pronto llegaste para cambiarlo todo, nunca la vi tan feliz. Por eso decidí ayudar en vuestra historia de amor y aunque al final nada fue lo que esperábamos, le diste algo muy valioso.

Se sentó, y sacó una fotografía del bolsillo. En ella estaban los dos junto a una mujer y Williams. Aquella mujer era la madre de Aytem, pues era idéntica a ella.

     — ¿Dónde está Willians? — Pregunté — Debo agradecer el hecho de que me dejara con vida.

Un agrio silencio acompañó la siguiente respuesta.

     — Él... está muerto. Hace un año, encontré casualmente a mi tía y junto a ella enfrentamos a la mafia que ataba a su hija, a los Vongola — Colocó la fotografía sobre la mesa. — Creó que es hora de contarte lo que pasó después de vuestra despedida en la cabaña y también debes saber lo que dijo antes de morir.

DOS ESTACIONES A SU LADO © (Completa) Sin editarTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon