AHORA SOMOS UNO

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" Hay una gran diferencia entre las personas que te tocaran el cuerpo y las que te tocaran el alma"

Scott Campos Barrantes

         «Los días para nosotros se acortaban poco a poco, sin que lo pudiéramos notar»

Era domingo y está vez, yo me quedé dormido. Cuando desperté Aytem no estaba, sobre la mesa se encontraba el desayuno listo, pero ella no estaba. De pronto un ruido se escuchó detrás de la cabaña.

Había un lago y el ruido provenía de ahí, cuando me acerqué para ver qué era, vi su ropa a un lado y en el agua ella tomaba un baño. La estuve observando en silencio, hasta que se percató.

         — Vaya, pensé que dormirías todo el día "bello durmiente".

        — Sabes que tuve una semana pesada con mis exámenes — Dije entre risas — Además apenas y son las 10 de la mañana.

        — ¿Pues qué esperas? — Ella se acercó a mí.

       — ¿Qué espero?

      — Que esperas para entrar a darte un baño también — Aytem me jaló dentro.

¿Piensas que el amor no es bueno? Pues aún no has encontrado la persona correcta que te haga tocar el cielo. No te frustres, la vida siempre te coloca en el lugar al que pertenecemos.

Entre risas y destellos de felicidad, nuestro amor crecía más y más. Una sensación de paz era lo que sentía junto a ella, los momentos se impregnaban en mis recuerdos, como la tinta de un tatuaje lo hace en la piel.

Salimos de lago y fuimos a vestirnos. Regresé a la biblioteca por la hoja de papel en la que estaba escribiendo la tarde anterior.

Aytem volvió a interrumpir e ingresó con una de mis camisas puestas. Era lo único que llevaba puesto y dejaba ver su cuerpo desnudo tras esas telas.

      — Scott ¿Otra vez leyendo un libro? — Dijo y al mismo tiempo acariciaba mi rostro.

      — No, esta vez pienso en lo feliz que me haces cada día — Contesté besando su mano.

      — ¿Cuánto tiempo hemos pasado solos en este lugar?

      — Creo que cumpliremos un mes aquí, quizá más, la verdad he perdido la cuenta. — La abracé por la espalda.

      — Y aún no hemos hecho nada... — Aytem se apegó a mis labios y me beso sensualmente.

De aquí en adelante dar una descripción precisa de lo que sucedió esa mañana en la biblioteca, sería un poco vergonzoso para ti que estás leyendo o escuchando mi historia. Debemos respetar el género romántico de esta novela.

Dime ¿Alguna vez hiciste el amor?... Y entiende bien que no pregunto si tuviste sexo. El sexo es algo clandestino en busca del placer de las carnes, por el contrario, hacer el amor es conectarse con la persona amada en cuerpo y alma. Existirán miles de personas con las cuales puedas tener sexo, pero dime ¿Quién te hará el amor en una época donde el sexo vale más que los sentimientos?

        — Esto es algo que estuve soñando contigo. — Dijo ella.

       — Pues coincido — Respondí con una sonrisa — Te amo, nunca olvides eso.

       — También te amo, de aquí hasta las estrellas... hasta el fin del mundo. — Agregó y se quitó la camisa.

       — Eres hermosa — La tomé por la cintura y nos recostamos sobre el piso.

Los testigos de este suceso fueron las paredes y los libros de la habitación. El lugar se cubrió completamente con la pasión que desprendían nuestros cuerpos en cada movimiento, mientras la hoja que escribía caía al piso...

Esta hoja llevaba escrita "Dos estaciones a su lado" y era la carta que preparaba para Aytem... La primera oración escrita después del título era:

"No les ha pasado que, con solo ver a alguien, su corazón late cada vez más fuerte, como una sensación de flotar entre nubes de algodón o un estado de paz que nos brinda el azul de un cielo despejado..."

Este podría haber sido nuestro final feliz, pero los celos del universo eran tan grandes como la maldad de Carlos Vongola. A partir de ahora nuestros días juntos empezaron una cuenta regresiva.

DOS ESTACIONES A SU LADO © (Completa) Sin editarWhere stories live. Discover now