Deseo

1.9K 145 58
                                    

Tiene sus manos largas, finas y cálidas merodeando en círculos sobre mi estómago. Su brazo derecho está bajo mi mejilla, el musculo de su bíceps hurgando contra mi piel.

En la televisión, la novela dramática a la cual Hades niega haberse hecho adicto retrata la figura de Christopher, el protagonista, quien reclama a Alessandra Gabriel el haberle visto junto al duque de Morcellas en el baile.

— ¿Tú crees que él va a perdonarla? —pregunta, y su voz adormecida retumba en mis oídos.

Muerdo con cariño la piel de su brazo, y niego. Christopher es un idiota.

—No hay nada que perdonar, él se acostó con su hermana gemela malvada.

— ¡Él no lo hizo! —dice, girando mi cuerpo y posicionando su cara frente a la mía. Mis pensamientos se nublan ante la sensación de su aliento chocando en mis labios— Fue todo un engaño del rey, que no les quiere ver juntos. ¿No has visto el capítulo anterior?

Sonrío.

—Estaba en la ducha.

—Era un capitulo esencial.

—Para algunos, lo esencial es bañarse.

Su lengua recorre lentamente su labio inferior antes de sonreír de lado. Inclina la cabeza, sus ojos entrecerrados.

— ¿Acaso necesitas pruebas para comprobar mi higiene? Porque yo puedo ofrecerte un tour guiado cuando quieras.

Luego de aquella noche, nunca hemos vuelto a estar juntos de esa manera, por lo que sus palabras aceleran mi corazón. Mi pulso puja contra mi piel, y puedo deducir por la pequeña arruga de preocupación en su frente, que él se ha dado cuenta.

Vuelve a sonreírme con paciencia, besando el tope de mi cabeza.

—Sigamos en lo que estábamos, este vaivén de datos que has decidido crear sobre nosotros.

Aún con la curiosidad emanando de mis poros, agradezco el cambio de tema.

Desde que ha abierto su pasado ante mi esta noche, he propuesto la base de un nuevo juego: un dato innecesario, común sobre el otro, a cambio de otra confesión. No puedo permitirme pasar más tiempo al lado de este hombre sin saber sus gustos o intereses.

Me recuesto en su pecho, y él me atrae más hacia su cuerpo.

—Es tu turno.

Lo piensa durante un minuto entero, rasgando su barbilla contra la coronilla de mi pelo.

—No aprendí a cocinar hasta...eh, los mil años, tal vez un poco más, creo.

Tiro de mi cabeza hacia atrás, buscando sus ojos.

— ¿Y cómo te alimentaste hasta entonces?

—Poseidón traía la comida, además de la existencia de las ofrendas. Aunque lo cierto es que nunca tuve demasiadas, así que mis hermanos debían compartirlas conmigo.

Mi labio inferior sobresale durante un momento.

— ¿Por qué no tenías ofrendas?

Él mira mi boca detenidamente antes de inclinarse para besarme. Respira sobre mi antes de contestar.

—Eso es otro dato. Es tu turno.

Con un gimoteo de protesta que enciende su mirada, pienso en algo que decir. No es como si en mi corta existencia pudiese haber algún hecho digno de ser contado ante el rey del Inframundo.

—Aún no puedo acostumbrarme a la vida de los dioses. —Confieso al fin—Ni al Olimpo, al Inframundo, ni a la gente. Cuando vivía con mamá y mis hermanas todo era...distinto. Muchas de las cosas que hacía con ellas...aquí son un tanto particulares. Y apenas me estoy enterando de ello.

E t e r n i d a d (HadesxPersefone)Where stories live. Discover now