Elegir.

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—Definitivamente no.

Me mira, sus ojos vagando perezosos desde mi figura hasta la puerta de entrada. Chasquea, no acostumbrado a una negativa.

—¿Por qué?

Porque te quiero lejos de ella.

Porque —murmuro— No has sido de ayuda en un principio, y no lo serás ahora. Estoy bien, estamos bien, y no necesito tu mierda ahora mismo.

Las cejas pobladas y uniformes de mi hermano se encuentran en un ceño fruncido, mientras un brillo caprichoso se instala en su manera de observarme.
Definitivamente, desde que el Olimpo le había sido otorgado -si así se puede llamar al hurto- Zeus había olvidado por completo que el mundo no giraba en torno a su maldito trasero. Y, pese a ser mi papel como hermano mayor, no era divertido anclar sus pies a la tierra.

Se mueve, cruzando las piernas.

—¿Ya te has acostado con ella?

Mis mejillas tiran de mi, calientes.

—¡N-no!

—Entonces no estás bien. —dice, y coge el vaso de ron de la mesa auxiliar. Agita su mano, moviendo el líquido— Nadie podría estar bien con semejante tensión sexual. Y Persefone no es de ayuda.

Entorno los ojos.

—¿A qué te refieres?

—Bueno —sonríe— ella es caliente.

—Zeus...

¡Eso es verdad! —murmura Poseidón, su cabeza aún hurgando en las profundidades de mi alacena— He visto la foto que tienes de ella en el móvil, está realmente buena. ¿Tienes masa de galletas?

Un gruñido se forma en el centro de mi pecho, y mis ojos queman en cuanto siento mis pupilas arder en fuego.

—¡Ella no es...es caliente, pero no debería serlo para ustedes! ¡¿Y qué demonios hacías con mi celular?!

—Quería comprobar... —Mi hermano dice, con el ruido de los paquetes de comida cortando su voz— bueno, esto, si ella era una D después de todo.

—¿Una D? —pregunto, caminando hacia él y ordenando de mala gana todo lo que ha sacado fuera de su lugar.

—Ella es absolutamente una DD —Zeus dice, mirándose las uñas.

Ambos esconden una sonrisa en cuanto dejo caer la bolsa de alimentos a mis pies. Poseidón corre a esconderse detrás de mi hermano menor, el pánico y la diversión bailando en partes iguales sobre todo su rostro.
Encajo la mandíbula, sintiendo mi voz pesada.

—¡¿Están hablando sobre el tamaño de sus pechos?!

—No deberías molestarte.

Las venas de mi frente están a punto de estallar.

—Es verdad —Poseidón murmura— Ella está libre, así que no hay nada que nos impida hablar sobre eso. ¿Tienes masa para galletas?

Ella me gusta —gruño— Eso debería ser toda la jodida razón que necesitan.

—Bueno, no exactamente. Hemos hablado sobre diosas que nos gustan todo el tiempo.

Ustedes han hablado sobre diosas que les gustan todo el tiempo. Yo solo he sido obligado a callar y escuchar.

Zeus tuerce la boca.

—De todas formas no es motivo suficiente —él mira a mi otro hermano, sus bocas curvadas en una mueca maligna— Aún creo que no hay interés suficiente en ti, por lo tanto, deberíamos darle una oportunidad a Poseidón.

E t e r n i d a d (HadesxPersefone)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora