Cena

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Esto no estaba funcionando.

Volteo de reojo hacia un costado, observando cómo revuelve el café con inercia. Tomo dos pasos hacia la alacena que está a su lado, y él toma mi lugar junto a la tostadora. Una vez que he cogido el azúcar del gabinete, corro a por el pan caliente, y Hades pega un salto hasta estar de nuevo en su lugar de origen.

Yo había prometido darle su espacio, pero él había bajado a desayunar conmigo cada mañana, sin importar qué tan temprano o qué tan tarde yo me levantase para poder esquivarlo. Sin embargo, él saltaba ante la primera oportunidad de acercamiento. Y eso estaba fastidiándome más que ninguna otra cosa.

Yo no tenía la jodida peste.

Y todo este comportamiento infantil no ayudaba a la hora de calmar el pensamiento que más incomodidad me causaba, aquello que no podía dejar de lado por más rechazada que me sintiese en las últimas semanas:

Lo extrañaba.

Los días seguían su curso y yo no podía arrancarme este sentimiento del pecho. Mucho menos cuando lo veía allí, observándome desde su taza humeante, siendo dulce, sexy...

—No vas a volver a trabajar.

...y un completo idiota envuelto en una bata de dormir.

Dejo que el aire se escape entre mis dientes.

— ¿Por qué? —él sorbe de su café, encogiéndose de hombros— Hades, ya estoy curada. Puedo ocuparme de mi puesto perfectamente.

—Es peligroso.

— ¿Qué peligro puede existir en sacar fotocopias?

—Debes esconderte.

—Hace unos días dijiste que podía ir.

Él sonríe a medias.

—Bueno, ahora he decidido que no.

Camina relajado hasta el taburete, apoyando su brazo sobre la encimera.

Pienso en cómo hemos discutido esto durante el tiempo que llevo aquí, y el cómo cada día su argumento cambiaba de acuerdo a su humor. Hoy, en definitiva, su actitud no jugaba a mi favor.

—Está bien si no quieres coincidir conmigo en el trabajo —murmuro, y sus ojos me estudian, un brillo ligero en ellos— Pero puedo buscar algo más para hacer, otro lugar...

—No.

— ¡Sería aquí en el Inframundo! Prometo no salir de él, Hades. Dijiste que nadie de aquí revelaría mi paradero.

Su dedo juguetea con el borde de la mesa.

—No es seguro de todas formas. Quiero que Zeus se entere de todo antes que alguien más se lo diga, y el jodido imbécil no contesta mis llamadas. —abro la boca, y él eleva las manos para callarme— No estoy alargando esto apropósito, quiero deshacerme de todo este asunto cuanto antes. No lo malinterpretes.

Un estremecimiento sacude mi espalda ante ello. Deshacer era una palabra fuerte.
De repente, consigo sentirme más sola que antes. Hades no quería mi presencia en su casa, lo cual era perfectamente entendible, pero el saberlo no hacía que doliese menos.

—Extraño a la gente, me estoy sintiendo como una ermitaña. —Me remuevo sobre mis pies, y voy en busca de la tetera en cuanto Hades frunce su ceño— Tú no cuentas —le digo— Hablamos una vez por día, y nuestra relación es...complicada.

Hace una mueca.

—Tú la volviste complicada.

Suelto un gruñido.

E t e r n i d a d (HadesxPersefone)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora