Novia

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Pero la receta de Internet pone que no lleva nueces sino avellanas. Lo hemos hecho unas cien veces así.

Me pinto el último tramo de la uña con el esmalte rojo, ignorando el pequeño manchón a un costado de la cutícula.

— ¿Hemos? ¿Acaso estoy oyendo un plural? —Farfullo, observando el escarlata relucir en la luz tenue de mi habitación— Siempre lo he hecho yo, y te tengo una pequeña declaración: le pongo nueces. Un montón de nueces.

Hades suelta una protesta que resuena ahogada desde la videollamada.

¡Odio las nueces!

—Pues bien que las comes.

Me juraste que eran avellanas. Ahora entiendo porqué el budín sabía raro.

—Dijiste que estaba delicioso.

Él estrecha sus ojos.

Me mentiste —señala con dramatismo.

—Tómalo como una venganza. Hoy he abierto la maleta y he encontrado mi blusa blanca favorita.

Se rasca detrás del cuello. Él a veces se olvida de que puedo ver sus gestos a través del móvil.

Ah, ya...

— ¿No te has olvidado de decirme algo?

¿Algo como qué?

—No lo sé... ¡¿Como que está rosa?!

Tal vez me equivoqué cuando puse la lavadora —insinúa, y busca mis ojos en la cámara con un gesto culpable— ¿Ya te he dicho que el budín estaba delicioso?

Estudio su rostro por un momento, su cabello está hecho un desastre y lleva la misma sudadera vieja y desgastada de siempre con un manchón de salsa en el pecho. Puedo divisar la cola tiesa de Cerbero desde la cama, y la luz menguada y artificial de su habitación. Al final, una sonrisa se gana mis labios. Él me corresponde con cautela, apoyando su barbilla en una mano.

— ¿Ya es muy de noche? —me pregunta, contemplando el panorama reducido que le ofrece el cuadrado de visión.

Echo el cuello hacia atrás, ojeando por la ventana con un bostezo.

—Ya se ha ido el sol —susurro— ¿Tú ya te vas a dormir?

Se toca las ojeras con un dedo de manera pensativa, para luego ahogar una sonrisa incrédula en su palma.

No es como si durmiese mucho desde que no estás. ¿Vas a acostarte ahora?

Un retorcijón me tira del estómago. Llevaba una semana en la Tierra, y estaba realmente agradecida de volver a ver a mi familia, pese a que mamá aún no apareciese. Había hablado con Hades cada noche sin falta, y él había escuchado con paciencia cada una de mis quejas, incluso me había ayudado a cerrar las cuentas inconclusas del negocio familiar. Sin embargo, no había conseguido acostumbrarme a la falta de su calor en la cama, y el sueño y yo no habíamos sido los mejores aliados desde entonces.

—Tendría que haberme traído tu camisa conmigo —suspiro, hundiéndome aún más en mi asiento.

Él tiene un brillo cariñoso en los ojos.

¿Cuál de todas?

—La que también has manchado de rosa en la colada.

Suelta una carcajada, y la frescura de su risa calma los nervios tensos del día. De repente, soy consciente de mi necesidad de volver al Inframundo.

E t e r n i d a d (HadesxPersefone)Där berättelser lever. Upptäck nu