Hades.

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Dos mil años
Dos mil.
¿Y no podía pedirle una cita formal?

Apreté las manos en un puño y me obligué a sonreír a la visión de Persefone hablandome a través de la laptop.
Ella estaba tirando mierda sobre este nuevo libro que estaba leyendo, y lo estúpido que era que un dios vampiro salvase a una mortal para luego enamorarse.

-Ellos pueden sentir amor, pero, cuando él la conquista, decide que no es lo suficientemente bueno para ella ¡Y rompe su relación! -sus ojos chispeantes enfatizan su mueca indignada- Leí dos libros...¿Y para qué? ¿Para que decida que simplemente no funciona?

Sonreí, esta vez de forma genuina, y opté por dejar de retorcer el papel en mis manos.
Quería escuchar su parloteo por el resto de la eternidad.
Y no era capaz de invitarla a salir.

-Luces distraido -ella susurra, preocupada- Lo siento, es tarde y debes estar cansado. Quizás deberíamos dejar mis quejas para otro día.

-¡No! -grito, y tomo los bordes del ordenador entre mis manos. Si finjo bien, puedo convencerme de que estoy tocandola a ella- Estoy bien, solo pensaba...hay cosas que están rondando en mi cabeza ahora mismo.

Su adorable labio inferior sobresalió en su tan conocido puchero condescendiente.

-¿Hay algo que te preocupa? ¿Puedo ayudarte con eso?

Sal conmigo.

Trago.
Dos mil años y simplemente no puedo.
Mi piel comienza a picar de nuevo, y decido que aún no es momento para hacerlo. Ella debería ser preparada para ello, aún estaba el conflicto con Demeter, y esa maldita beca...
No es que no pudiesemos salir aunque aún estuviese becada, tal vez sí como amigos.
Pero no quería ser su amigo. Estaba seguro de que nunca lo hemos sido.
Recordé mis manos recogiendo su cabello la primera noche en que nos conocimos, y el cómo había coqueteado con ella sin descaro.
¿Dónde estaba el tipo que casi se acuesta con ella con una actitud de mierda sexy?

Admiré de reojo su rostro preocupado través de la pantalla.
Ella me atraía. Más que eso, en cuanto a lo físico había cogido mis hormonas desde el primer momento en que la vi.
Pero el problema era aún mayor, y culpaba a sus ojos grandes y suaves.
Suaves solo para mi.
Culpaba a su boca astuta y a las palabras dulces que salían de ella.
Dulce para mi.
Y culpaba, por sobre todo, a su manera de tocar. De tocarme. Nadie me ha tocado así jamás.
Y quiero ser el único.

El papel en mis manos se rompe, y el aire silba en mi pecho cuando pienso en sus manos tocando a alguien más.
No.
Yo quiero ser el único.
Debo ser el único,
porque no hay manera de que yo esté así de enamorado de ella y que no sienta al menos lo mínimo.

-¿Hades? -me llama con voz suave, ni una pizca de molestia en su voz por mi distracción- ¿Estás bien? ¿Necesitas que vaya hacia allí?

Sus ojos me dedican el calor al que estoy placenteramente acostumbrandome, y una llama provoca un incendio en mi pecho.
Quiero esto todos los días.

-Persefone...Kore-la llamo, y algo en su manera de verme me lleva al abismo.

-Sal conmigo.

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¡Hola! Por las dudas aclaro que la histoeia no sigue un tiempo lineal, solo son cosas que sueño que ocurren(?
Son bienvenidos (siempre) a dejar comentarios, sugerencias o criticas a los momentos que les gusten u odien (de verdad lo disfruto mucho)

Besos con mua mua.

E t e r n i d a d (HadesxPersefone)Where stories live. Discover now