Eros.

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—Es simplemente increíble, ¿Cómo pudiste decirle sí y no morir o algo?

Ella traga, y pega a su pecho un vestido azul de escote alto y espalda descubierta. Los pliegues bailan en sintonías que debieron quedarse en el pasado, cuando las túnicas aún estaban de moda.

Niego.
Horrible.

—Fui realmente estúpida. Él dijo sal conmigo con toda esta actitud sexy y yo simplemente asentí —Tapa su rostro con ambas manos, el vestido horrendo cayendo a sus pies. Su voz llena de angustia se oye amortiguada por la carne tapando sus labios—¡Y luego cerré la laptop y grité! ¿Puedo ser, acaso, aún más inmadura?

Levanto mi cuerpo con fingida pereza y estudio el perchero del armario. Tomo un trozo diminuto de seda fría y respondo, evitando que la ternura se escape en mis palabras:

—Hades debe haber escalado las paredes en cuanto dijiste que sí, cariño, qué más da el modo en que lo hayas hecho.

Y, ciertamente, él había escalado las paredes y más.
Lo sentí incluso desde el balcón de casa.

Opto por remover más tela, y la seda cae al suelo en un sonido resignado de rechazo.
Demasiado pequeño.

Persefone suspira, y, con una media sonrisa, la observo perderse en la pantalla del móvil. Reconozco esa mirada transparente; las pestañas nerviosas y la arruga pequeña en su mejilla. He visto esto antes, me he visto así también.
Un peso conocido de protección se instala en mi pecho en cuanto cojo el vestido perfecto. Trazo en mi mente los accesorios y el maquillaje, e imagino su dulce rostro fundado en la tela al cuerpo y el corte en el muslo.
Si la lastimas, Hades...

—¿Crees que puedo ser capaz de no fastidiarlo todo hoy? —Ella pregunta, su voz baja.

Aparto con rapidez a mi lado de hermano mayor preocupado, y me convierto en el amigo que necesita que sea. Sonrio, y me siento a su lado, mi mano acariciando su muslo con ternura.

—Creo que eres capaz de muchas cosas. Fastidiar no es una de ellas, al menos no para Hades.

—¿Y si me besa?

Las chispas revolotean a mi alrededor antes de que pueda evitarlo. ¡Qué divertido es el amor!

—¡Tendrás que contarmelo todo! Muero por estar ahí en ese momento, Persi. Ustedes son mi shipp favorito.

—Tengo miedo de lo que pueda pasar si me besa, Eros. —susurra, su cara frente a la mía volcando el furor de sus ojos brillantes.

La imagen de Apolo cruza mi mente como un rayo estruendoso. Me obligo a retener la cólera y a no coger sus mejillas con demasiada fuerza.

—Si pasa algo que no te guste, si te sientes incómoda, si deseas irte o lo que sea. Me llamas. Yo estaré ahí antes de que puedas siquiera pensarlo ¿De acuerdo?

Las arrugas diminutas de la ternura le rodean los orbes antes de contestarme.

—Me refería a si no soy capaz de...controlarme. Pensar en Hades basándome...

Una sonrisa eufórica y burlona se me escapa, mientras cojo el vestido elegido y lo coloco sobre sus piernas cruzadas.

—El amor y el deseo no nacieron para ser controlados, cariño. Ese es un invento de los mortales. Ahora, toma, tenemos un ganador.

Observo el reloj, he estado esperando en el sillón por una fracción enorme de mi eternidad.
Escucho sus pisadas y mi alma de madre orgullosa se instaura en mi en cuanto la veo.
Su cabello largo y de ondas suaves cae a un lado de su rostro y el maquillaje atrevido oscila entre la ternura y la picardía, perfectamente a juego con el vestido negro ajustado, burlón en la discreción.

Suspiro, y siento mis ojos brillar. En mi mente jamás imaginé que podría verla tan...
reina.

—¿Cómo luzco? —pregunta, y su trato suave difiere de su aspecto.

Me adelanto hacia ella, y pego mi frente a la suya, mis manos colocando un mechón rebelde en su lugar.

Como la diosa del inframundo, cariño.

E t e r n i d a d (HadesxPersefone)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora