Querer

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Algo denso y turbulento se adueñaba de los ojos de Perséfone en cuanto la llamada finaliza. Podía jurar, muy dentro de mi cabeza, que la noticia había salido de mi boca. Creo haber escuchado mi voz, temblorosa y confusa, mientras asimilaba aquella nueva verdad. Yo probablemente había repetido la misma línea una y otra vez.

Ella estaba embarazada.

Asclepios me acercaría los estudios con un mensajero. Ilitía nos visitaría por la tarde.

Ella estaba embarazada.

Era todo lo que podía procesar. Las neuronas de mi cerebro colapsando por ello.

Perséfone parpadea, su ceño fruncido.

— ¿Qué has dicho?

Busco las palabras en el lío de mi lengua entumecida. Otra vez, la burbuja de terror impidiéndome oír lo que decía.

—T-tienes tres semanas.

— ¿Qué?

—Y unos días —hiperventilo, intentando sujetarme al borde del sofá. Ella intenta incorporarse desde su lugar en la cama, y mis ojos se estrechan hacia su dirección con rapidez— Estate quieta, te han ordenado reposo. Y...joder, Pers. Hazme caso.

Ella ya está de pie ante mí, hurgando por un lugar en mi regazo. Cuando mis brazos se envuelven alrededor de su cadera, y su trasero es un peso cálido en mis piernas, el terror desaparece. La neblina en mi mente esfumándose.

Y algo cálido se instaura en mi pecho, por lo que debo alzar mi barbilla y enfrentarme a sus ojos grandes y de mil preguntas para evitar que este crezca.

Sus dedos tantean mi piel.

—Yo no puedo estar embarazada —me susurra, casi como una explicación didáctica— Me dijiste que era imposible.

—Lo es.

—Y nos cuidamos.

—Lo hacemos.

Estamos mirándonos el uno al otro. La ansiedad y la comprensión burbujeando en nuestros gestos. Puedo ver los engranajes de su cerebro luchar contra la idea. Luego de un minuto, una pequeña luz se le mete en las pupilas. Sus ojos más brillantes que nunca.

Se reclina más cerca, buscándome.

—Estoy embarazada.

Me tiembla la voz.

—Lo estás.

La veo asentir, sus labios en una línea fina ligeramente curvada.

—Lo estoy.

Me detengo en sus rasgos por un minuto. Alzo una mano, y coloco un mechón de cabello detrás de su oreja, mis dedos deslizándose por su piel hasta sostener su barbilla.

Intento centrarme, transmitir confianza, ser confortable.

— ¿Qué es lo que quieres hacer?

Se toma mi pregunta tras un parpadeo, casi como si mi susurro hubiese sido demasiado suave.

— ¿A qué te refieres?

—Esto...es inesperado. Lo creíamos imposible. No lo entendemos, aún nos deben una explicación. Pero está aquí, justo ahora. Y yo solo...quiero que decidas lo que consideres mejor para ti.

Algo denso se adueña de sus ojos.

— ¿No quieres...?

—No se trata de lo que yo quiero —Interrumpo, y junto mis manos en un nudo nervioso en su espalda. Me inclino, obligando a su cuerpo a colisionar un poco más con el mío— Esto es sobre lo que tú quieres y puedes...y esperas hacer.

E t e r n i d a d (HadesxPersefone)Where stories live. Discover now