Juegos.

3.1K 191 79
                                    

Tengo sus ojos de mil estrías azules inmovilizándome, expuestos y vulnerables. Siento su aliento agitado golpearme suavemente en la piel, tatuándome ondas calientes ante cada toma de aire. E incluso, por un breve momento, creo que el sonido de nuestros corazones palpitantes es lo único que puede oírse en el Inframundo. Por sobre todo mi corazón palpitante; mi corazón ingenuo y vulnerable que desea adueñarse sin reparos de su declaración.

Debo haber oído mal me digo. Quizás estoy alucinando. Oh, Gaia, incluso puedo estar muerta –o lo más cercano a la muerte que existiese para la inmortalidad-.

Cierro con cuidado mis puños, concentrándome en los trazos tensos de su mandíbula. Debo darle tiempo de confrontar lo que ha dicho, tiempo para corregirse. Para retirarlo.
Si yo me embriagara sin cuidado de la tonta idea de un Hades enamorado de mí, y luego él comprendiese lo absurdo de la situación y se echara atrás, me destrozaría.

Sus orbes revolotean por todos lados, nerviosos e inseguros.

Bien. Pienso, sintiendo mi pecho contraerse. Aquí vamos.

—Y-yo...supongo...—Él suspira, con sus manos acariciándome las mejillas calientes— Supongo que debería darte más tiempo para asimilarlo. Lo siento, Hécate dijo...

Boqueo ante su disculpa. Una disculpa, no una retirada. Mis manos están temblando en cuanto cojo con nerviosismo su nuca, mis dedos jugueteando con su cabello húmedo.

Lo miro, haciéndole notar cada duda burbujeando en mí.

—Hades...

—De verdad, no tienes que decir nada. Ha sido precipitado, es decir, ha pasado tan poco tiempo...

Hades.

— Pero no me obligues a retirarlo, por favor. Yo puedo esperarte, incluso puedo aceptar una negativa, pero no quiero retirar lo dicho. —Esconde sus ojos, concentrándose en los pliegues de mi pijama. Traga audiblemente antes de mirarme de soslayo—Me ha costado mucho decirlo. Así que, por favor.

— ¿Me amas?

He mascullado mi inseguridad antes de que pueda hacer algo al respecto. Creo ver la tensión formándose en su cara, un claro « ¿Qué demonios estás diciendo? » escrito en la línea firme de su boca. No es como si hubiese querido provocar esta clara muestra de incredulidad, ni mucho menos ofenderle. Solo quiero estar segura de que no va a haber un corazón roto al cual unir con cinta adhesiva después.

El timbre llega a mis oídos como un sonido lejano.

Hades se remueve en su lugar, su rodilla rozando la mía. Pienso acerca de cómo mi propio nerviosismo cede ante su presencia. Pese al sudor, a los temblores y a la sangre fluyendo retumbante en mis oídos, puedo apreciar cada detalle en él. Su fragancia de recién duchado, sus músculos tersos, la sombra pequeña de una barba afeitada a la mañana.

—No juegues conmigo, Perséfone —me ladra, aunque sus ojos se derriten en cuanto posa la mirada en mis labios, totalmente abiertos y preparados para discutir.

Sin embargo, el retumbo de la puerta siendo aporreada y un claro y abrupto "¡¿Van a querer la jodida pizza o no?!" interrumpe cualquier otro movimiento que estuviésemos dispuestos a hacer.

Frunciendo el ceño en una clara amenaza de ya-hablaremos-después, Hades señala la puerta.

—Ve a abrirle al repartidor, el dinero está en el recibidor. Iré a poner la mesa. —Cuadro la mandíbula. Toma mi mano mientras se incorpora, llevándome con él. —Yo también tengo ganas de pelear—me dice, entrecerrando los ojos— pero te prefiero alimentada y activa, no me gusta tener la ventaja.

E t e r n i d a d (HadesxPersefone)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora