Merecer.

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Apoyo la cabeza en el cristal frío de la ventana. Pequeñas gotas de lluvia recorren infinitas carreras en toda su extensión antes de desaparecer. Las luces de la ciudad bailan difusas mientras el centro del Inframundo se abre ante nosotros.
Por el rabillo del ojo, observo las manos fuertes de Hades tensarse nuevamente en el volante. Me mira tan solo por un segundo, y sus ojos están consternados.

Trazo con la punta de los dedos la costura de su chaqueta, sintiendo el aroma de su colonia abrigar cada centímetro de mi piel. He tratado de evitarlo, pero no puedo reprimir el temblor de mis piernas presas de la ansiedad.
Sé que quiere preguntar, y no estoy segura de si quiero responder.
Finalmente me llama.

—Kore...—murmura, y un tinte cariñoso envuelve su voz— Necesitamos hablar de esto.

Cojo aire, llenando mis pulmones hasta que mi pecho se encuentra en llamas. Siento a Hades suspirar, antes de que los neumáticos del coche chirrien sobre el asfalto mientras se estaciona a un lado de la carretera.
Cuando el motor se ha detenido, sus ojos se clavan en los míos, ansiosos.

—¿Qué está sucediendo con Apolo?

—Nada importante —me atajo.

Traga.

—¿Están...tú y él...? —Se fuerza a no esquivar mi mirada. Carraspea, e inclina la boca hasta sus nudillos. —¿Has estado saliendo con él?

Tiro del borde de mi falda, la respiración atascada aún.

—No.

Sus dedos son inquietos en cuanto deshace el ajuste del cinturón de seguridad. Una vez libre, se gira hacia mi. Sus ojos son precavidos y dulces.

—No voy a presionarte más sobre esto. Solo quiero dejar en claro que puedes contarme lo que sea ¿De acuerdo? Haré todo lo posible para darte lo que necesites.

Sonrio, agradecida.

—Eres todo lo que necesito, Hades.

El color rosa en sus mejillas aparece antes de que tenga oportunidad de girar el rostro a un lado. Siento el revoleteo de mi estómago mientras lo veo armarse de valor y lanzarme una mirada cariñosa.

—Creo que lo que necesitas hoy es una buena porción de pasta.

Sus ojos son brillantes en cuanto sonrio abiertamente hacia él.

—¡Y helado de menta!

Hace una mueca, chequeando los dientes.

—¿De menta? ¿Hablas en serio?

Golpeo su pecho juguetonamente.

—¡Me gusta la menta!

—Puedo comprarte un pote de pasta de dientes y meterlo al refrigerador —murmura, sonriente— Es lo mismo, y más barato.

Trato de mantener un semblante enfadado, pero me derrito en cuanto sus dedos trazan el borde de mi mejilla. Me toca despacio, memorizando con sus yemas cada rastro de mi piel.

—Hola —me susurra entonces— No he tenido oportunidad de saludarte antes.

Inclino el rostro, buscando ahuecarme en su mano.

—Hola —murmuro, y beso el pulgar cercano a mi boca— aún quiero pasta y helado.

Él ríe, y se inclina hacia mi. Su atención está puesta en mis labios, y en cuanto vuelve a hablar, su aliento dulce recorre cada terminación nerviosa de mi cuerpo.

—¿Quieres ordenar?

—El helado sí —digo, y parpadeo hacia él— pero quiero que tú cocines.

E t e r n i d a d (HadesxPersefone)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora