Baile II

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Tiro de la puerta en un golpe sordo, el estruendo sacudiendo cada cuadro del recibidor. Ni siquiera me molesto en mirar si Hades está detrás de mí, confiando en que una buena estampida borraría para siempre el estúpido ceño fruncido con él que me ha mirado todo el recorrido de vuelta a casa.

Camino con dureza y a trompicones mientras me sacudo uno de los tacones. Los cachorros se arremolinan a mis pies, gimiendo y sollozando en bienvenida. No he dado más que un par de pasos cuando la puerta vuelve a abrirse y a cerrarse con fuerza. Escucho los pasos de Hades, más tranquilos y amenazantes, seguirme hasta la cocina. Mantengo la compostura y toda la dignidad posible de la que puedo presumir con un zapato en la mano hasta que llego a la mesada. Apoyo las palmas junto a esta, sintiendo su mirada quemarme en cada movimiento. Doy media vuelta con un giro dramático, alzando la barbilla hacia sus ojos negros y entornados.

—La peor noche de mi vida —le digo, y alza una ceja con falsa incredulidad. Se sacude la corbata de un tirón, y la rasgadura de la seda logra intensificar aún más el sordo silencio en el que nos hemos metido.

Dejando la prenda a un lado, él murmura con amargura.

—Creí que te la habías pasado en grande con ese amiguito tuyo.

Suelto un gritito indignado.

me dijiste que consiguiera una pareja.

—Un acompañante —sisea— Todo este asunto del baile era solo una orquesta para que Zeus dejase de trazar planes con respecto a ti ¡Jamás pensé que flirtearías con ese mocoso adicto al PC! Si me hubiese enterado de ello a la primera, habría encontrado otra manera de ponerte a salvo. Cada hora de esta noche ha sido un maldito infierno.

Suelto un suspiro, devolviéndole una mueca de apatía. No me detengo lo suficiente en la manera en la que cuadra la espalda hacia atrás, prefiriendo agacharme para deshacerme del tacón restante en mi pie antes que los ojos me traicionaran mirándole.

Mientras suelto la correa de la hebilla, lo escucho maldecir bajo su aliento.

Y con ese jodido vestido.

Elevo mi cabeza a medias, lo justo para enarcar una ceja a sus ojos oscuros y hambrientos.

— ¿Qué demonios estás tratando de decir?

Él suelta un gruñido.

—He tenido que soportar una noche entera contigo vestida así.

—Y yo he tenido pasar por una multitudinaria humillación porque fuiste lo suficientemente inmaduro como para no decirme las cosas con franqueza. —Me incorporo, mis manos volando a mis caderas en una actitud de reproche— Y no voy a dejar que te creas dueño de juzgar la manera en la que me visto. He pasado horas eligiendo este vestido, y me veo bien en él. Me veo...

Como una reina —susurra con aspereza, pequeñas estrellas infinitas surgiendo de su paulatina piel oscura. Da un par de pasos pequeños y tajantes más cerca de mi. Me observa de arriba a abajo, la pupila de sus ojos devorando cada rastro de color— Mi reina. Mi reina que se ha pasado toda la puñetera noche en brazos de alguien más.

Un sacudón de ira se enfrenta al calor apacible que me provoca esa frase en su voz ronca.

—Me dijiste que me buscara con quién ir. Te lo conté y no te importó.

Él pinza su tabique con los dedos.

—Ya sé lo que dije, Perséfone.

— ¿Entonces cuál es tu maldito problema? ¡No he hecho nada malo! ¡Hice todo lo que quisiste que hiciera!

E t e r n i d a d (HadesxPersefone)Where stories live. Discover now