Broma.

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El día no podía ir peor.
Tras una semana de coqueteo, la idea de ser una novia formal escapaba por completo de sus deseos. Había bastado una larga charla con Artemisa para recaer en la locura que aquella situación representaba. Era inexperta y no había sabido reconocer que no era el momento oportuno para el romance. Hades debía tomarse un tiempo para superar correctamente su ruptura con Minthe, y Persefone debía guardar las apariencias por su reputación. La beca de LDDLVE y la confianza de su madre eran los únicos hilos que mantenían sus pies pisando el Olimpo, y, por más adorable que fuese el rey del inframundo, no estaba dispuesta a volver a la Tierra y no verle el pellejo nunca más.
Claro que esa decisión no había sido comunicada detalladamente a Hades porque de lo contrario se habría ahorrado sus llamadas constantes desde que había empezado a evitarle. Estaba furioso, y se lo había dejado saber en más de una pelea textual intercambiada por mensajes en línea.

Cogió el listado de almas de su escritorio, apretando la carpeta contra su pecho.

No era fácil evitar a un hombre tan obstinado, sobre todo si trabajaba para él. El fin de semana había sido su escape, pero sabía perfectamente que estaba atrapada entre las paredes de aquel edificio. Hades solo estaba comportándose como un gato astuto en busca de su ratón, y ella debía estar preparada para ese enfrentamiento. No podía ceder, aunque el corazón se le encogiera de solo pensar en hacerle daño.

—Si no te conociera tan bien, juraría que estás planeando una estrategia de guerra, Pers. —Hermes dijo, sonriente. Su mano se apoyaba en su escritorio y su cuerpo se encorvaba perezosamente contra él.

Persefone correspondió a su sonrisa, incorporándose y caminando hasta estar a su lado. Elevó la barbilla para poder ver bien a su amigo, y musitó con los ojos brillantes:

—Pero me conoces bien.

Él se inclinó hacia adelante, divertido.

—¿Me vas a decir qué te sucede o tengo que arrancarte las palabras?

—No es nada que debas saber, ya te has entrometido bastante en cosas que no debes.

Hermes cuadró la mandíbula, y sus ojos negros se opacaron antes de que retirara la mirada.

—Siempre voy a entrometerme si se trata de ti. No importa quién sea, si te hace daño estará muerto para mi. No voy a pedir disculpas por eso.

—Sabes perfectamente que puedo pelear mis propias batallas.

La chispa burlona en los ojos del dios avivó su semblante de nuevo.

—Yo nunca lo he puesto en duda, cariño. Me tienes comprando palomitas y ocupando el primer puesto para ver el espectáculo.

Frunciendo el ceño, ella cogió su mano para caminar junto a él. Su escritorio no estaba alejado de la muchedumbre, y no era conveniente hablar de esos temas en hora pico.
Además, su lugar de trabajo estaba en la mirilla de la oficina de Hades, y no necesitaba que él descubriese otro oscuro secreto por pura casualidad.

—No es algo para bromear, y ya deja de sonreír así. No voy a contarte lo que sucede, te reirias hasta la muerte.

—Siempre pareces olvidarte que no hay muerte en nosotros, Kore.

—No es mi culpa que te tomes tan literal lo que digo.

—No vas a conseguir evadir el tema, estoy esperando. —Se cernió sobre ella, expectante.

Olvidando que no habían avanzado más de dos pasos y contra todo sentido de cautela, ella entrecerró los ojos, amenazante.

—Si te ríes, Hermes...si oigo la más mínima carcajada de tu parte...

El aludido blanqueó los ojos, despojando sus palabras con un gesto de manos.

—No voy a reírme, cariñito. ¿Qué crees, que tengo cinco años?

Un par de minutos después su risa inundaba todo el salón.

— Sigue mirándola así y le abrirás un agujero en la frente, Hades.

Se volvió hacia su colega, los músculos de su mandíbula totalmente tirantes en una mueca furiosa.
Llevaba un cuarto de hora observandola reírse de los estúpidos comentarios de su empleado. Su manera de mirarle con ojos chispeantes y la cómoda postura de su cuerpo estaban sacándole de quicio.
Hades no olvidaba, Hermes le había dicho a Apolo que la quería y sabía, por la manera en que ella apoyaba una mano sobre su hombro, que el sentimiento era mutuo.

Hécate puso los ojos en blanco, colocándose frente a él y obstruyendole la visión .

—¿Puedes creer que siga pavoneandose con ese idiota a pesar de haber peleado conmigo?

Hécate soltó un suspiro ante su gruñido.

—Hermes y Persefone son amigos desde que ella era solo una niña. No puedes sentirte amenazado por un muchacho.

—No me siento amenazado por nadie, no seas ridícula.

—Entonces deja de armar un jaleo por nada.

—¡Él está enamorado de ella! —Se pasó los dedos por el cabello, omitiendo los gruñidos de su pecho— Y ella está riéndose y jugueteando con él cuando yo desespero por saber qué diablos la ha llevado a dejar de hablarme por tres días.

—Estás actuando como un adolescente.

—¡Me envió un mensaje diciendo "No seremos pareja"! Solo así, como si nada. ¿Y yo soy el maldito adolescente?

Hécate chasqueó, cruzando los brazos sobre su pecho y echando atrás su melena negra al levantar la cabeza. No ocultó su diversión en cuanto le habló.

Tintin por la noticia, mi querido y azul amigo. Ya era hora de que te des cuenta. Es adulta desde hace muy poco tiempo, y es tan inexperta como lo sería una adolescente. No esperes un comportamiento racional de su parte cuando tus milenios no te han otorgado aún ese don.

Hades arrugó la nariz.

—Eres mala.

—Soy realista, y la voz de tu razón.—musitó, sonriente— Si me hicieses caso de vez en cuando te ahorrarías...

Una nueva risotada proveniente de su damita rosa interrumpió las palabras de su colega. Hades tenía el ceño fruncido y se encaminaba hasta la puerta antes de que Hécate fuese consciente de ello.

—No armes un alboroto en el trabajo.

Su gimoteo logró sacar de él una tensa sonrisa, la cuál perduró mientras abría la puerta.

—Voy a ser paciente con ella, pero no sé cuáles son mis límites, Hécate. No vaya a ser que un día de estos pierda los estribos, deje esta ridiculez del noviazgo de lado y coloque un maldito anillo en su mano.

—No estarás hablando en serio.

Su risa lo acompañó incluso cuando dio un portazo, y Hécate se sintió aliviada de que solo fuese un comentario burlón. Al menos creía que lo era.

Por todos los cielos,
ojalá que solo estuviese bromeando.

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¡Hola! ¿Pueden creer que me había olvidado de la existencia de Demeter y de las diosas de la virginidad eterna? Porque pues claro que lo hice.

Y volvieron.
En forma de fichas.

E t e r n i d a d (HadesxPersefone)Where stories live. Discover now