Dulce

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—Voy a vomitar.

Los ojos de mi esposa se estrechan en medio de su rostro contraído por el dolor. Sus labios tensos, los dientes fuertemente apretados.

—Yo voy a parir —Ella logra sisear— ¿Y eres tú quién va a vomitar, Hermes? ¿En serio?

A su lado, Eros niega con preocupación, secándole el sudor de la frente.

— ¿Quieres que te aplique un poco de polvo, cielo? Tu cutis no es el mejor en este momento.

Gruño.

— ¿A quién demonios le importa su cutis ahora?

Perséfone gimotea.

— ¿Está tan mal?

—Por supuesto que no. Nunca has estado más caliente y enfadada como ahora, mamita.

Le enseño los dientes, y el coche se detiene por un momento mientras arrojo a Ares fuera de este.

— ¡Fui respetuoso! —Nos grita desde la lejanía, su voz ahogada por los chirridos de las llantas.

Ahora bien, este era el panorama: estábamos de parto. Bueno, mi mujer lo estaba, si hay que ser justos. Y una jodida limusina, por muy grande y lujosa, no lograba abarcar a los suficientes entrometidos. No me pregunten cómo todos ellos habían terminado por aquí.

Yo tomaba las manos de Perséfone entre las mías, agradeciendo sus uñas clavadas en mi piel que ahogaban mi propio terror. Hermes estaba jadeando por la ventana, demasiado asqueado desde que mi esposa había roto aguas, mientras un Eros preocupado cuidaba el aspecto de todos para que saliésemos atractivos en el video que Poseidón estaba grabando.

—Ese ha sido tu papi siendo un ogro celoso —Él explica ante las cámaras— Esperemos que el trasero del tío Ares no continúe lleno de asfalto para cuando tú nazcas.

Un bache sacude la cabina con violencia, y yo me arrojo sobre el cuerpo de Perséfone, mis manos estabilizando cualquier posible golpe.

—Deméter —siseo por sobre el hombro— ¡Ve jodidamente más despacio!

—Tanto tráfico —masculla entre dientes, tan violenta como cuando sacó a patadas al conductor y decidió que nadie conduciría mejor que ella misma. Los neumáticos protestan cuando se abalanza sobre una curva con un giro frenético del volante— De todos los lugares, de todos los hombres...

Zeus, totalmente refugiado de su furia en el asiento del acompañante, chasquea un poco.

—Tal vez si tomáramos en cuenta la opinión del gps, llegaríamos antes. No quiero un niño lleno de líquidos y sangre sobre mi limusina.

Hermes ahoga una arcada.

¿Sangre?

—Eros —ruego, tirando de mí y de mi esposa hacia el asiento con suavidad. Sus hombros tensos parecen relajarse sobre mi regazo hasta que una nueva contracción la sacude con fuerza— Dime que Artemisa ha encontrado a Ilitía.

—Ella definitivamente lo ha hecho. Están esperando por nosotros en el hospital. Todo está en orden.

—Ella ha sido rápida —Poseidón comenta.

—Eso es porque ha volado hasta allí como lo haría cualquier diosa normal. Pero por lo visto, a nosotros nos va lo de amontonarnos en la limo.

Ignoro a Zeus, y acaricio el cabello de Perséfone, sus gemidos de dolor cada vez más frecuentes.

—Se supone que esto era un momento familiar.

— ¡Es un momento familiar, Hades! —Todos abuchean.

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⏰ Last updated: Jun 25, 2022 ⏰

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E t e r n i d a d (HadesxPersefone)Where stories live. Discover now