Tensión sexual

1.4K 124 61
                                    


La salsa burbujea dentro de la cazuela, y un fresco olor a especias y pan horneado ronda las paredes inertes. Tarareo la canción que oigo desde la televisión, y selecciono con cuidado los tomates del platón, dejando que el agua fresca los lave.

Era una suerte que Hades hubiese llamado para avisar de su tardanza, pues los humos entre nosotros no habían sido de lo más calmos cuando él se había marchado esta mañana. Así era como debía ser; manteniendo la mayor distancia posible, procurando que cada uno gozara de su espacio. Al menos, hoy podría llorar tranquila todas mis desdichas en los brazos de Eros. Llevaba aguantando el llanto desde las primeras noches, negándome a dar el brazo a torcer y estropear el plan que Hera había creado. Hades no podía enterarse cuánto me dolía alejarme, y si esta frialdad entre él y yo era necesaria para que no sufriese más de lo debido, yo podía afrontarla.

Solo necesitaba echar una lágrima de vez en cuando.

Sin embargo, la inquietud ante tanta tranquilidad se instaura en mi pecho, así que estoy ahogando un grito interno cuando escucho la puerta abrirse minutos más tarde. Reconozco sus pasos firmes, sin ningún tipo de vacilación en ellos, que me confirman que nunca ha tenido una real intención de faltar a la comida.

Yo ya debería estar acostumbrada, pero eso no hacía que me irritara menos.

Su cabeza se asoma en la cocina, y yo enarco una ceja a sus ojos burlones. Olfatea el aire alrededor, y echa un buen vistazo al vestido ligero en el que me he envuelto. Alza una ceja, y sonríe con dureza.

—Hola, cariño.

Muerdo con firmeza mis labios, devolviéndole la sonrisa con exageración.

Él simplemente no tenía vergüenza.

—Pensé que trabajabas hasta tarde.

—Eso es correcto, pero he traído los documentos para terminarlos aquí.

Sostengo mi tono animado a pesar de que noto su diversión al caer en cuenta del tinte furioso en mi voz.

— ¿No preferirías terminarlos en la tranquilidad de tu oficina?

— ¿Y perderme la cena? —pregunta, fingiendo indignación— Por supuesto que no. Hasta he llegado temprano para ayudarte.

Da tres zancadas hasta estar detrás de mi, con la cercanía justa para sentir su calor sin que esté realmente tocándome. Se inclina hacia mi oído, su mano viajando hasta las cerezas del pote a mi lado. Coge una entre los dedos, y se la lleva a la boca con una lentitud torturante.

Siento mi corazón en la garganta cuando vuelve a hablarme con voz suave.

— ¿Está bien que me quede cerca por si necesitas algo? ¿O vas a asfixiarte, odiarme y luego escapar por la puerta trasera?

Jadeo.

Doy media vuelta, alzando la barbilla hacia sus ojos burlones.

—No estás haciendo que la convivencia sea fácil.

—Bueno, nuestra ruptura tampoco fue algo ligero para mi.

— ¿Entonces esto es una venganza? ¿Arruinar mi cena? ¿Mantenerme encerrada a solas contigo y tu mal genio?

Su mandíbula se encaja ante las últimas palabras, pero decido no echarme atrás y hacerle frente a su gesto adusto.

—Estoy cuidándote.

—Nunca te he pedido que me cuides.

—Es un suicidio que pretendas cuidarte sola. Si ya me usaste para salvarte el pellejo antes, no veo porqué no puedas hacerlo ahora. Hazme ese favor, no es fácil para mi el ver cómo pretendes tirarte de cabeza a la boca del lobo solo porque no soportas estar aquí fingiendo que me odias.

E t e r n i d a d (HadesxPersefone)Where stories live. Discover now