Elements (Libro Uno) ~ EDITANDO

Capítulo 19 ~ Romper el sello (7)

(P.o.V. Mayra)

Mayra no te dejes engañar... No es quien eres... Yo sé quien eres, tu sabes quien eres...

No, la verdad que no sé quién soy, no recuerdo nada. Desde hace ya mucho tiempo que no recuerdo nada, todo lo que yo alguna vez fui se perdió.

— ¿Entonces? ¿Que deseas Mayra? Todo lo que tú desees puedo dártelo, todo lo que necesites. Este es tu Destino Mayra, yo soy tu Destino.

— Si siquiera pretendes que comience a escucharte ten la mínima decencia de mostrarte. Dime quién sos, déjame verte.

Le grito sin siquiera levantar la mirada, desde este punto sentada en el suelo, aún con mis brazos alrededor de mis rodillas, soy una pequeña niña, es todo lo que puedo ser, una niña asustada. Y mi voz lo transmite, él sólo se ríe.

— Cumpliré tus deseos. Verás que soy el único que puede darte lo que quieres.— Miro delante de mí para ver una nube de humo oscura se alza de la nada, desde dentro del suelo, del color del vino, color sangre. De esta nube surge una pequeña tormenta, con relámpagos que me obliga a retroceder en el piso, me apoyo sobre mis manos y me alejo, casi instintivamente. Con cada rayo de la pequeña tormenta, en la nube se refleja la silueta de lo que más me temía podía ser, un Dragón.

— Eres el Dragón, el Dragón del Destino... ¡Fatum!

— Bueno, si lo pones de ese modo sueno extremadamente terrorífico y amenazante, me agrada.— Se ríe nuevamente, su voz es más grave ahora. Y la silueta cambia, se transforma, iluminada cada tanto por los relámpagos de la nube cobriza delante de mí. Toma la forma de un ser humano, si así se le puede llamar, la forma de un hombre. Se irgue ante mí y es completamente aterrador. Y la tormenta comienza a calmarse, a transformarse en una ligera niebla, aún sangrienta en su tonalidad. De ella emerge una mano, de tez clara, ligeramente oliva, como la mía.

— Dame tu mano Mayu...

Hago caso, puedo sentir la voluntad irse de mi cuerpo, todos mis músculos se relajan, extiendo mi mano hacia él y me agarra con firmeza. Es cálida, y en contacto con su piel siento un cosquilleo familiar.

— Dime tu nombre...— Le insisto a la silueta. Su risa sobrada me hace temblar. Él tira de mi mano hasta ponerme de pie, sin soltarme, y da un paso hacia mí, saliendo de su escondite tras las tinieblas. Su rostro es también tan familiar, lleva un traje del mismo color que la niebla, una capa negra que le cubre toda la espalda y le llega a los pies. Su cabello es oscuro, pero sus ojos son claros como el hielo. Y me sonríe, como perlas blancas, de forma que me hace estremecerme.

— Estás tan grande Mayu... Tú sabes mi nombre... El nombre que me fue dado originalmente, antes de ser Fatum.

Aún me sostiene la mano, ocupando el espacio entre ambos, pero su mano libre la lleva hacia mi rostro, con el pulgar recorre todo el lado izquierdo de mi cara, desde la frente hasta el mentón. Cierro los ojos, un dolor repentino crece en en centro de mi cabeza, sin control, me recorre como electricidad, mis piernas me fallan. Él me mantiene de pie, agarrándome por el codo y sin soltarme.

— Mírame a los ojos Mayu y di mi nombre.— Lo miro, lo veo, y surge de adentro de mí, como si no fuera la primera vez que lo menciono...

— Dalius... Dalius Nox.

Cubro con la mano mis labios, atónita que pudiera haber dicho un nombre, y la sonrisa de él me hace saber que es el correcto. Su nombre es Dalius Nox, antes de ser el dragón del destino, antes de haberse convertido en Fatum.

— Sabía que aún lo recordabas. Pareciera una eternidad desde la última vez que te oí decir ese nombre. Ahora todos me conocen como Fatum, ya nadie me llama así, excepto vos. Pero vayamos a lo importante, a lo que realmente nos atañe, tu verdadero poder, quiero que veas lo que estás causando y que comprendas que conmigo, todo ese caos sería controlado, y todo tu potencial aprovechado Mayu—. Coloca su brazo detrás de mi cintura, y se para junto a mí, obligándome a mirar las imágenes en la niebla, lo que está sucediendo allá afuera.